Una de las bandas más emblemáticas del rock chileno tiene una mala noticia por anunciar…
La despedida de Chancho en Piedra: ¡Gracias por todo, Marranos!
El domingo 16 de julio de 2023 quedó grabado en la memoria de poco más de 16.000 personas que asistieron al Movistar Arena para la despedida de los escenarios de la querida banda nacional de funk
Fotos: Cristián Calderón
Como show de larga duración que prometía sorpresas y una auténtica fiesta la ocasión no decepcionó para nada. Música y distensión que comenzó pasada las 20.00 hrs. en punto y que tuvo una extensión de cuatro horas y media cuando pasada la medianoche la gente comenzó a abandonar el recinto del Parque O’Higgins.
La fanaticada marrana fue el gran cómplice de la noche al seguir de principio a fin la presentación de la banda. Las edades de los asistentes era amplia y transversal, lo que habla del extenso cariño que los Chancho fueron capaces de impregnar en el público chileno desde sus inicios como agrupación desde 1994; cuestión que también se reflejó en las 24 horas que bastaron para agotar las entradas de esta presentación cuando se anunció como fecha oficial.
La vitalidad y confianza desplegada por el vocalista Eduardo «Lalo» Ibeas, C-funk en guitarra, Felipe Ilabaca en bajo y Toño Corvalán en la batería fue el reflejo de la experiencia acumulada y las ganas de pasar un momento de jolgorio junto a su público. La nostalgia se palpaba en el ambiente, pero esta se disfrazó de alegría, bailes y un groove funk que hizo bailar a todo el público.
Y si bien es cierto que los cuatro integrantes fueron los protagonistas, la banda se potenció con la presencia de varios músicos. Una sección de bronces, un percusionista, un tecladista y un DJ con una tornamesa colorearon y le brindaron capas de sonido y potencia a toda una batería de temas entrañables y parte de la banda sonora de sus fanáticos y la cultura pop chilena de los últimos 30 años.
A lo largo del concierto se pudo disfrutar no solo de todos los grandes éxitos de la banda, tales como «Hacia el Ovusol», «Cóndor», «Buenos Días a Todos», «Patá en la Raja», «Impostor», «Multi-ricachón», «Volantín», «Historias de Amor y Condón», «Funkybarítico», «Eligiendo a una Reina» y así un largo etcétera. Sino que también del amplio despliegue mostrado por los músicos, el juego de luces, los vestuarios y los números circenses que se mostraron arriba del escenario. Fueron más de 50 canciones desplegadas con una puesta en escena colorida y juguetona.
El concierto como tal fue planteado como un show circense, puesto que el atuendo de los músicos en un principio evocaba a la figura del «señor Corales», presentador de circo que estuvo encarnado sobre todo con el exagerado atuendo morado y amarillo con un enorme sombrero de copa que lució Lalo Ibeas.
Mientras la pirotecnia, el buen juego de luces y los cambios de vestuario fueron una constante en el concierto, destacó la presencia de acróbatas que impresionaron al público asistente. Una acróbata que se colgó de su pelo y se mecía sobre el escenario y otra que con una tela y un aro fue capaz de girar y colgarse ágilmente por sobre la banda.
«Juanito», la mascota de la banda, jamás tuvo tantos estilos como en este último concierto. Entre el público el icónico puerquito sobresalía personificado en un sinnúmero de personalidades así como un «Juanito» Spiderman, Batman, Superman, Pitufo, estilo Kiss, punk, vampiro, bombero, «Juanito Bowser» de Mario Bros., «Juanito» Gabriel Boric, Juanito hiphopero, como Freddy Turbina de 31 minutos y así sin parar. Las referencias y estilos daban para todos los gustos. Hasta un Juanito fluorescente que brillaba en la oscuridad destacaba en una de las galerías. Luego de la temática circense la banda se personificó como exploradores estilo steampunk donde los engranajes mecánicos y atuendos con motivos de la época victoriana tomaron el protagonismo.
Toño Corvalán fue generosamente ovacionado luego de un solo de batería que a pesar de algunos ripios logró evidenciar la habilidad de un baterista especializado en el groove del funk y la potencia del rock. Otro de los momentos de grato estímulo para el público fue la intervención del tecladista, quién referenció a icónico tema de Los Jaivas, «La Poderosa Muerte», cuyos acordes inundaron un Movistar que luego de unos minutos ya estaba bailando y cantando la frenética «Historias de Amor y Condón».
También destacó hacia el final la presencia de un coro Góspel en la interpretación de «Voy y Vuelvo». Momento que además de ser cantado enérgicamente por el público, también fue acompañado con las linternas de los celulares de la comunidad marrana, lo que creó una postal de ensueño en cualquier concierto. Una despedida de los escenarios que en declaraciones de la propia banda se debe a la realización de otros proyectos personales de los integrantes. Una despedida que a pesar de la nostalgia y tristeza por parte de los fans, la instancia desbordó energía, baile y canto desbordado.
Un concierto de larga duración que se percudió un poco en la primera mitad debido a las fallas de sonido con las voces y las percusiones un tanto apagadas y la ausencia del Pablo Ilabaca (guitarrista original de la banda y uno de los principales compositores de los éxitos coreados durante la noche), pero que se sintió como una despedida a la altura de las circunstancias; con un Movistar Arena repleto a rabiar y unos Chancho en Piedra relajados, entregados y distendidos.
El funk chileno y la música popular del país cierra un capítulo muy especial de su historia al decirle adiós a una banda querida y respetada. Una agrupación que logró saltar al mainstream durante los noventa con un sonido propio, una actitud y una iconografía inconfundible y que pudo mantenerse unida para lograr lo que todo músico sueña; que sus canciones y obras más destacadas queden en la memoria colectiva, inmortalizarse a través de sus canciones en la cultura popular. Ser parte de la historia de vida de la gente y vivir con un cariño imperecedero por lo entregado en sus 29 años de carrera. Chancho en Piedra nos dijo adiós, pero su música queda entre nosotros.