La reunión de Guns N’ Roses por fin llega a Chile: La destrucción de un apetito de décadas
Que fue el dinero, la nostalgia, la visión, los productores… a estas alturas da lo mismo el motivo que haya precipitado el cumplimiento de un sueño, ciertamente imposible, para miles de fans: que los GNR, esa banda que lo desestructuró todo a mediados de los ’80 y que, 23 años después de su separación, finalmente haya decidido reunirse para volver a cantar lo que hace dos décadas sonó como un ruido melodioso incesante, un chillido irresistible de escuchar y que construyó el perfil musical de toda una generación.
A mediados de 2015, Slash contestaba afirmativamente a la propuesta y el mundo se volvía loco. Le decía que “sí” a los Guns N’ Roses, su banda, esa con la que actuó por última vez en 1993, en un legendario concierto en Buenos Aires. Y con él, también volvía el bajista fundador, Duff McKagan, propiciando que ahora el grupo, que Axl Rose siempre mantuvo vivo, contara con tres de los cinco miembros originales; el anuncio mundial se hizo tan viral como el mejor de los comerciales de bebida cola o del nuevo teléfono de Apple.
Como ya no estamos en los ’80, en que muchas cosas que rodearon la historia de los Guns se hicieron porque había un gran talento musical de por medio, detrás del lanzamiento de esta reunión hubo una gran campaña de marketing. La partida la daba ese cambio de logo en la web oficial y aquel misterioso tráiler en “Star Wars: The Force Awakens”. Ahí el mundo supo que esto no era otra “gira de despedida” más. Esto era muy grande, tanto como esas canciones. Y de ahí se vinieron en masa los anuncios espectaculares, nuevo merchandising, spots en radio, street marketing, un show secreto entremedio, músicos que eran adoración para aquellos veinteañeros de los ’80 invitados a los primeros shows etc. Todo fue orquestado perfectamente, siendo el as bajo la manga el volver a ver juntos, en un escenario, a una dupla perfecta en lo musical pero que tenía una historia teñida por el rencor de peleas personales: Slash y Axl.
¿Cómo han sido sus conciertos este 2016?
El show de este sábado 29 viene precedido de actuaciones que los críticos de música de USA y México, principalmente, han catalogado de espectaculares. Pareciera que las grandes creaciones de Slash y compañía son inmunes al paso del tiempo y han provocado algarabía en nuestra generación pero, además, en aquella que fue anterior, la que creció con Kiss, Aerosmith, Ozzy, AC/DC, etc.
Todo partió de manera íntima, en el club Troubadour. Las fotos parecían fotoshopeadas, no era creíble para nadie que ellos estuvieran renaciendo.Sin embargo, el show de Las Vegas fue criticado porque todo parecía muy mecánico. Mucha concentración pero poca conexión, aunque la euforia de Axl no era una pose y se notó que disfrutaba cada segundo de las ejecuciones de Slash.
Coachella fue la segunda parada (y muy bien planeada). Este concierto sirvió para acercar a la banda a las nuevas generaciones y así aprovechar de hacer mucho ruido a nivel mundial…el planeta rock no hablaba de otra cosa, todo era Axl y GNR, una jugada maestra para poner a la banda en el mapa.
La tercera estación fue México. Los primeros shows de estadio, con 65.000 tickets vendidos en cada uno. Las crónicas señalan que la banda se notaba muchísimo más afiatada, casi feliz. Axl, incluso, habló en español durante buena parte del concierto y lo que es mejor: salió a cantar a tiempo!!!
En los primeros siete conciertos se vendieron la totalidad de los boletos disponibles, con una asistencia promedio de 49.000 personas.El setlist que han mostrado ha bordeado las 30 canciones, siendo el “Appetite For Destruction”, por supuesto, el que sostiene la presentación con: “Welcome to the Jungle”, “It’s So Easy”, “Nightrain”, “Mr. Brownstone”, “Paradise City”, “Sweet Child O’ Mine” y “Rocket Queen” como las fijas. Las que han entrado y salido del setlist son “Out Ta Get Me” y “My Michelle”.
Del “Lies” las que han sido fijas son “Patience” y “Used to Love Her”. Del “Use Your Illusion I” se han cantado “Live and Let Die”, “Don’t Cry”, “Double Talkin’ Jive” y “November Rain”. Del “Use Your Illusion II” han sido habituales en esta gira “Civil War”, “Yesterdays”, “Knockin’ on Heaven’s Door” y “You Could Be Mine”. De “The Spaguetti Incident” se han programado “New Rose” y “Attitude” y de “Chinese Democracy” se han tocado mayor número de veces: “Chinese Democracy”, “Better”, “There Was a Time” y “This I Love”.
A esto hay que agregar los solos de Slash y algunos covers que, seguramente, formarán parte del repertorio. En la gira, han sonado “The Seeker”, de The Who, y “Whole Lotta Rosie” de los AC/DC. Ojalá nos sorprendan con alguna otra versión, pues los Guns son especialistas en darle segunda vida a muchos temas que otros crearon en el pasado (díganme si la versión GNR de “Live and Let Die” no es muchísimo mejor que la original de McCartney).
Lo que más se ha alabado de la producción del show es el sonido, el cual se escucha hasta la última fila de la galería más alejada del escenario. Podríamos decir que todo parlante, de nivel, que existe en la ciudad ha estado a disposición de este tremendo concierto. Es decir, podemos esperar una potencia sin igual, pero más allá de esa fuerza técnica lo que más queremos los fans que crecimos con el poster de Axl pegado en la ventana, o con los especiales de las radios, o con los videos que se pasaban a cada rato por los programas juveniles, es sentir la furia de antaño expresada en cada acorde y en cada verso, seguramente sin garabatos ni amenazas, porque también han cambiado. Lo que más importa, en definitiva, es volver a escucharlos y verlos en acción pues no en vano ayudaron a construir nuestro oído musical, alejándolo del metal rudo y dándole mayor protagonismo a la producción instrumental, todo esto muy bien llevado por un frontman extraordinario, sediento de éxito y que, para lograrlo, estaba dispuesto a todo.
El tiempo ha pasado para ellos y para nosotros, por eso, lo de este sábado es una celebración, una fiesta, la instancia perfecta para corear nuestros himnos a todo pulmón y la mejor ocasión, también, para celebrar el hard rock, ese que un día 21 de julio de 1987 (día en que se lanzó “Apetite for Destruction”) se vistió de cuero y guitarras armoniosas para cambiar la escena para siempre y mostrarnos a estos invitados que no estaban dispuestos a ceder su lugar en la historia del rock. Y 23 años después de la separación, desde el 1 de abril en el club Troubadour, eso ha quedado más que claro.