Un par de bandas que auguran una grata jornada de groove y metalcore: se ha…
Lamb of God/Parkway Drive en Chile: Noche de peso puro y áspero metal
Una noche fiera en peso de dos grandes exponentes del groove y metal alternativo actual
Fotos por Jerrol Salas
Una noche del más sublime e impecable groove metal y metalcore, es la que cientos de metaleros vivieron en un Caupolicán atestado a su máxima capacidad, y claro que no era un show cualquiera, ya que una de las bandas que desde el 2003 ha estado otorgando al estilo aires de renovación y potencia tanto en calidad musical como propuesta escénica, se presentaba por segunda vez en Santiago, los australianos Parkway Drive, y por supuesto una de las bandas más queridas e idolatradas del estilo en Chile los estadounidenses Lamb of God.
Ya a eso de las 20:50 horas y antes de lo programado el público pedía la salida a escena de los australianos, los que no tardaron en oír y con su introducción del tema “Glitch” caía con toda la potencia sobre los asistentes. Una tormenta de riffs, bajos a su máxima potencia y una batería atronadora, la música metal ahora tiene la voz de la razón, y sabemos que hay bandas que hicieron lo mismo en los años 80 y 90, como Metallica y Anthrax, pero para la era moderna bandas como Parkway Drive llevan los boletos dorados.
Parkway Drive es un coloso motivado y una banda con un talento encomiable. Sí, su música no es para todos, y no es adecuada para el amante de la música común, ya que puede ser despiadada y poco ortodoxa. Es música que lleva un peso enorme. Los riffs estruendosos también son impecables y fluidos, y en “Prey” han sido elevados a un estándar todopoderoso.
El cantante principal Winston McCall no se agita y no intenta ser alguien que no es, lo derrama todo, y su compostura es asombrosa, vestido de un blanco impecable, con un chaleco estilo antibalas y con el nombre de su último álbum en la espalda Darker Still, incentivaba a los fans al mosh imparable en toda su presentación de 11 temas, “Carrion” y “The Void” se destacan asombrosamente, fuerte con partes técnicas de guitarra y la voz atronadora, música a un nivel superior de gran habilidad pero a la vez frenética.
Temas como “Soul Bleach” y “Bottom Feeder” hacen que esta nueva vertiente del estilo sea tan atractiva y a la vez respetada, logran dejar muy en alto tanto al Groove y metalcore, tal cual lo hicieron Lamb of God por allá a mediados de los 90, ya para el final “Crushed” y “Wild Eyes” abrazan el coraje de explorar nuevos paisajes sonoros, encontrando la libertad en sus atrevidas composiciones. Ling y Gordon cumplen con la mayoría de las pistas, ofreciendo a los asistentes muchas sensaciones sinfónicas, guitarras que cambian de forma, maniobras orquestales y mucho más sumado al entusiasmo de McCall por recorrer nuevos caminos vocales y entregar su enérgica personalidad a sus fans.
La presentación de los australianos fue una bofetada para los fanáticos, un knockout sin piedad al mentón, su música es supersónica, adictiva, original, su show pudo haber seguido una hora más y las masas seguirían con su devoción a ellos, se agradece que bandas como Parkway Drive entreguen una propuesta tan potente y sincera, y seguro siempre serán recordados como colosos ruidosos y ensordecedores del metalcore mundial.
Ya todos encendidos y algunos ensimismados por acercarse más al escenario se lanzaban de la galería para sumarse a la cancha a congregarse al mosh, que de seguro entregarían los americanos de Lamb of God, que a eso de las 22:15 horas hacían su presentación bestial y sin misericordia con su gran “Memento Mori” de riffs contundentes, ritmos profundos, más la voz inigualable dura y áspera del siempre inquieto Randy Blythe. Los ex Burn the Priest venían a darlo todo con una magistral clase del más pesado y puro metal americano.
“Ruin” y “Walk With Me in Hell” temas de rutas laboriosas hacia su núcleo agresivo, construyendo a través de acordes atmosféricos y efectos de sonido creando potentes ambientes de groove metal, en tanto “Resurrection Man” y “Contractor” no daban piedad alguna a los asistentes que saltaban y giraban sin detenerse en cada riff, cada grito desgarrador y pesadas piezas de blast beat. Blythe y compañía venían con un arsenal sin piedad: “11th Hour” y “512” lo demostraban con una tanda de riffs más acerados y atractivos.
Momento de clásicos y los acordes de “Vigil” desataban locura y agresividad headbanging entre los metaleros presentes. Tema de ritmo acelerado, organizados dinámicamente y reforzados por riffs fuertes y momentos genuinamente pesados. Blythe está en el punto, las voces endurecidas por la batalla agregan maldad extra. El infierno se desata con la querida y clásica “Laid to Rest” coreada a gritos, danzas y demás formas de expresión metalcore, ya para cerrar los de Richmond, lo hacían con veloz y pesada “Redneck”, una vorágine de riffs de guitarra en espiral que se desarrollan como un torbellino endemoniado.
Digno de un gran final, que es lo más parecido a una «epopeya» de este tipo de embestida de groove-metal con una presentación llena de caos, simplemente brillante, desafiando las leyes convencionales. Entre todas las bandas de metal que tienen la habilidad de escribir réquiems para el mundo, Lamb of God es una de las más feroces e implacables en términos de entrega; su música tiene que ver con el sonido puro y la furia de sus integrantes. Un réquiem que se recordará como una de sus mejores pasadas por nuestro país.