Lo prometido es deuda y la banda cumple sus promesas: tal como lo anunciaron, Limp…
Limp Bizkit- «Still Sucks» (2021)
Suretone Records, 2021
Sí, ha pasado ya una década desde su último álbum, Gold Cobra, después de algunas pérdidas de esperanza, innumerables pasos en falso, ideas desechadas, la colaboración de Oliver Sykes y Jordan Fish de Bring Me The Horizon para intentar (y finalmente fracasar) poner algo interesante en marcha, que nunca sucedió y un «mentiroso» título Stampede Of The Disco Elephants, pero lo bueno es que Limp Bizkit están de vuelta de la forma más auténtica y Limp Bizkit posible. un verdadero alivio para muchos que considerábamos que la carrera del grupo finalmente ya podía ir en detrimento fuerte y claro. Pero no. Sus últimas presentaciones nos demostraban que la banda estaba en forma, con un Wes Borland haciendo lo suyo y sonando cañón, con un Durst de tan o mejor desenvoltura al micrófono, DJ Lethal haciendo gama de su talento en las tornamesas, aunque extrañando a un histórico John Otto que aún no queda claro el porqué de su ausencia en vivo, pero que sin embargo en el disco aparece acreditado de todas maneras y sintiéndose en aporte.
Todo comenzó en julio cuando Fred Durst, quien rara vez acudía a Instagram, lo ocupó para debutar con su nuevo atuendo de «papá» con un mostacho algo ridículo y gracioso. La apariencia tuvo más sentido después de que Limp Bizkit estrenó un nuevo sencillo llamado «Dad Vibes» para la audiencia en el Lollapallooza, y posiblemente aún más sentido ahora que hemos escuchado Still Sucks. El punto es este: Limp Bizkit está de regreso por primera vez en una década y, por extraño que parezca decirlo, parece que han madurado, y se ríen de las críticas, aunque el estilo, la música y su sello característico dicen presente en el disco, sin chistar en ningún momento.
«Out of Style» arranca con fuerza un disco que en la práctica se hace corto, riffs implacables, groovie y el rapeo de Durst se entremezcla con coros melódicos con tintes pop punk, pero el efecto se ensimisma con el doble golpe de bienvenida con «Dirty Rotten Bizkit», poniendo sobre la mesa algunos ganchos bastante pegadizos sobre una banda que insiste en ser vivaz y enérgica y que quiere sorprenderte en la entrada, indiscutiblemente. Still Sucks agrega un poco de pesadez vocal áspera al sonido habitual de Limp Bizkit en canciones como «Pill Popper» y «You Bring Out The Worst In Me». Luego, por supuesto, la banda se inclina hacia sus raíces hip hop en canciones como «Dad Vibes» (que ha tomado fuerza con las escuchas) y «Goodbye», con el sonido sarcástico o «Turn It Up, Bitch» capturando de manera experta esa vibra nü-metal/rap rasposa de líneas de bajo protagonistas y que fue sublimada en álbumes como Significant Other o el aplaudido Chocolate Starfish.
La autoparodia está en todo, lo cierto es que LImp Bizkit aprovechó todos los troleos y críticas a su favor, para ensamblar finalmente un disco entretenido de riffs potentísimos, rescatar su parada de MC’s como antaño y unos brutales y desgarradores gritos de furia de parte de Durst que llegan a sorprender un poco. Sin embargo, hay cierto tramo impulsado por algunas baladas de corto aliento («Empty Hole») y momentos de quietud, haciendo un ying y yang de lo que ha ofrecido la marca LB a través de su trayectoria. Por eso es que este álbum a veces suena absolutamente reconocible.
Los que los odian seguirán odiándolos, pero en realidad, esta interacción de amor/odio es la que Limp Bizkit aprovecha mejor a estas alturas y parece importarles un carajo y el disco se hace mucho más agradable y menos detestable que su yo más joven (que solía ser más Limp Bizkitcentrista) y por eso se disfruta más, hay un desapego de sentirse los «mejores del circuito». Pero aun así, no han perdido nada de su adrenalínica energía y eso es notable con músicos que han llegado promediando los cuarenta y cinco años, con la actitud de siempre, con los guiños de complicidad que solo se han vuelto más grandes y sin tener ninguna maldita necesidad de «reinventarse», por que si hay algo cierto es que la banda es dueña de su propio sonido, lo aprovecha y lo reivindica. La brecha fue larga sí, pero se siente que la frescura está ahí, con bigotes o no, es el Limp Bizkit de siempre que ha brindado tanta alegría/enojo a tantas vidas, pero que nunca ha sido indiferente para nadie.
Por Patricio Avendaño R.