«Live Evil»: el néctar del Black Sabbath en vivo junto a Ronnie James Dio
Vertigo Records / Warner Bros., 1982
Los años ochenta fueron bastante turbulentos para Black Sabbath, Ozzy, el metal y el hard rock en general. Apenas tres años antes del lanzamiento de este registro, que ya es todo un clásico, llamado ‘Live Evil’ (lanzado en enero de 1983), Tony Iommi, Geezer Butler y Bill Ward (y más tarde su reemplazo, Vinnie Appice) enfrentaban toda una nueva era y desafío para la banda: encontrar una nueva voz que estuviera a la altura del errático Ozzy por esos años, que fue despedido por su comportamiento «indebido» (la verdad es que fue imposible su permanencia debido al distorsionado e irrefenable ritmo de vida con el alcohol y drogas que llevaba).
Ronnie James Dio fue el elegido, quien entraba a ayudarlos a seguir adelante y con la dura misión de suplir al «Príncipe de la oscuridad», quien separaba caminos de sus compañeros para emprender carrera en solitario (y nada de mal que le fue gentileza de su mánager y esposa Sharon Osbourne). Dio cumplió su parte, manifestada en la majestuosidad de los álbumes Heaven and Hell de 1980 y Mob Rules de 1981, pero esa «salvada» que tuvo la banda, por la aceptación de miles de fanáticos por el nuevo vocalista, sintió la necesidad imperiosa de plasmarse en vivo.
En 1982, las tensiones comenzaron a aumentar en Sabbath durante la mezcla final de Live Evil, incluso cuando Ozzy estaba lidiando con la trágica muerte del guitarrista Randy Rhoads y la banda con una de las anécdotas más legendarias de la pasada del «enano infernal» en las huestes de los de Birmingham, que fue cuando Iommi y Geezer sospecharon que Dio se había colado en el estudio después de horas de haberlo dejado para subir el volumen de sus pistas vocales.
Sin embargo, con el beneficio de la retrospectiva, Live Evil se destaca como un álbum superior pese a que le entraba competencia con Speak of the Devil, de Ozzy (En cuanto a ventas, a Sabbath le fue mejor en el Reino Unido; a Osbourne, mejor en los Estados Unidos.) El álbum documentó, con un sonido impecable y actuaciones en vivo, el formidable poder de la alineación con la cara de Dio, incluso para muchos, mejor que lo que hicieron con el no despreciable regreso en la década de los 2000’s con Heaven and Hell.
Y es que está plasmado lo mejor de ambos mundos (Era Osbourne/Dio) y está toda la épica de cosas como “Sign of the Southern Cross”, y con una sublime interpretación de «Paranoid» como para que el legendario vocalista pudiera decir presente con los temas que no fueron de su cosecha (Incluso en opinión de algunos aquella versión fue superior a la de Ozzy) junto con clásicos como «Black Sabbath», «Paranoid», «Children of the Grave», «War Pigs», «Iron Man» o «N.I.B.».
«The Mob Rules» era la excusa de la gira y el tema también fue parte, en unos registros grabados en el periplo norteamericano, por cierto (Seattle, Dallas & San Antonio, en EE.UU en abril de 1982) y también contó con una legendaria versión de «Neon Knights», que se apoderó de las radios firmemente, más que la misma de estudio. La verdad es que este disco sirvió de trampolín para la carrera de Dio, más que de la propia banda en sí misma.
«Live Evil» ha adornado poleras y discotecas de muchos apasionados, que reconocimos en esta etapa ochentera, una sólida formación, que no duraría mucho, pues Dio, debido a su buen trabajo y algo de ego que había acaparado ya quiso volar con alas propias durante el resto de la década.
Por Patricio Avendaño R.