«Luck And Strange», el regreso de David Gilmour: Una oda a la vejez
Nueve años tuvieron que pasar para que David Gilmour regresara a los estudios de grabación y gestara un nuevo álbum, y es la quinta entrega del músico la que liberaría sus sentimientos sobre lo que ha vivido en los últimos años. Nuevamente, su fiel compañera de vida, Polly Samson, estuvo a cargo de las letras, que en esta ocasión se centraron en la muerte y el paso del tiempo.
Producido por Gilmour y Charlie Andrew en los estudios British Groove, Luck and Strange cuenta con una alineación destacada: los bajistas Guy Pratt y Tom Herbert, Adam Betts, Steve Gadd y Steve DiStanislao en la batería, y Rob Gentry y Roger Eno en los teclados, además de su hija, Romany Gilmour, en la voz y el arpa.
Incentivado por el productor a hacer modificaciones en la estructura de sus canciones, como la posición y cantidad de solos, o el uso del fade out que solía ser habitual en sus discos anteriores, Gilmour se atrevió a innovar. Sin embargo, se mantuvo dentro de su zona de confort, conservando el sonido atmosférico y emocional que lo caracteriza. La producción y mezcla del disco es de excelente nivel, y ha permitido que cada instrumento brille a lo largo del álbum.
El disco comienza con «Black Cat», una pieza instrumental de piano y guitarra atmosférica que remite de inmediato al sonido distintivo de las cuerdas de su guitarra. Aquí inmediatamente se notan similitudes con «5 A.M.», la apertura de su disco anterior Rattle That Lock (2015), e incluso con «The Blue» de On an Island (2006). La homónima, «Luck And Strange», tiene una conexión especial con Richard Wright, el tecladista de Pink Floyd fallecido en 2008, sirviendo como un claro y emotivo homenaje a la relación entre ambos.
«The Piper’s Call» y «A Single Spark» continúan con una introspección profunda a través de delicadas y dulces melodías, cuyas letras invitan a reflexionar sobre la vida, especialmente sobre las transiciones que ésta conlleva. En esta última, Gilmour deslumbra con un solo exquisito, de esos característicos del británico, que nos han acompañado en diferentes momentos de la vida y que buscamos escuchar cuando ponemos los clásicos de Pink Floyd. El instrumental de 45 segundos, «Vita Brevis», sirve como introducción al cover de los hermanos Montgolfier, «Between Two Points», interpretado por la suave voz de Romany Gilmour.
Hasta este punto, el álbum mantiene una atmósfera de quietud melódica que se ve interrumpida por «Dark and Velvet Night», una pieza con más movimiento y un tono más oscuro, que nos saca abruptamente del estado introspectivo para devolvernos a él en la recta final del disco con «Sings» y la floydiana «Scattered».
Como bonus track, encontramos «Yes, I Have Ghosts», un dueto con Romany, y una grabación inédita de una jam con Wright, registrada en 2007 en la casa de Gilmour. Este cierre emotivo constituye el broche perfecto para lo que fue un viaje sonoro profundo y lleno de significado. Sin duda, es una especie de cierre personal para Gilmour, y un regalo para los fanáticos de Pink Floyd.
Aunque Gilmour se mantiene fiel a su distintivo sonido atmosférico, Luck and Strange es una exploración de nuevas texturas que fusiona diferentes elementos y estilos musicales, y es claramente un trabajo sumamente personal que refleja una etapa madura e introspectiva, centrada en la nostalgia y la aceptación de la vejez. Probablemente generará opiniones encontradas; para algunos será lo mejor que ha entregado en solitario, mientras que para otros será simplemente un álbum más dentro de su carrera. Sin embargo, quien suscribe, se queda con la primera opción.