Metal Fest Chile 2024 Día 2: Atrapados en el mosh
Fotos: Cristián Calderón
Luego de una intensa jornada de sábado, que dejó consigo grandes postales para el recuerdo durante los shows de Exodus y Sepultura, pero también algunas insatisfacciones por la disminución de público en las presentaciones de Soen y Killswitch Engage, las expectativas para la fecha de cierre de The Metal Fest eran altas. En un encuentro que estuvo a la altura, el festival de metal más importante del país cerró con números que aseguraban el éxito, un mayor apoyo a propuestas que salen del gusto tradicional del público y más de algún número que sorprendió por su increíble desplante.
Como es costumbre, son las bandas locales quienes tienen la responsabilidad de abrir la jornada. En esta ocasión, fue Parasyche quien sorprendió al público gracias a la fuerza de su sonido y evolución como proyecto artístico. Han sido meses desafiantes para el actual quinteto, que incluyen la salida de su vocalista y cambios en su formación. Satisfactoriamente, son estas mismas circunstancias las que permitieron mostrar una nueva faceta de los nacionales. Con un sólido inicio, “Parálisis del sueño” fue la ocasión precisa para destacar la potencia gutural de su antiguo bajista y actual frontman, Chris Crowler. En una presentación concisa pero efectiva, la banda mostró canciones de sus dos álbumes y alentó la participación de los presentes con canciones como “Mamba Negra”, “Te importa una mierda” y “Vesania”.
Pocos minutos después, el Devil Stage abrió sus fuegos con viejos conocidos de este festival. A más de diez años de aquel lejano domingo 29 de abril del 2012 (durante la segunda fecha de la primera edición del Metal Fest), la historia se repitió en el escenario ubicado al interior del Movistar Arena, ya que Forbidden nuevamente dio inicio a los números internacionales. Con la velocidad y técnica que los caracteriza, el conjunto de San Francisco pudo mostrar su vitalidad en pleno renacer de la banda. Acompañados por una nueva formación, que incluye a Norman Skinner como vocalista y a Chris Kontos en la batería, los californianos se dieron el lujo de encender al público con un repertorio clásico e infalible, que recogió cortes como “Twisted Into Form”, “Forbidden Evil” y “March Into Fire”. A modo de cierre, la infaltable dupla “Chalice of Blood” y “Through Eyes of Glass” se despidió de la fanaticada con la promesa de un próximo encuentro.
Avanzaba la tarde, y mientras Total Mosh hacía lo propio con una propuesta agresiva y pesada que hizo honor a su nombre, el Devil Stage se acercaba a lo que sería el “bloque escandinavo” de la jornada dominical. A solo unos meses de su última visita en nuestro país, Dark Tranquillity volvió a encontrarse con sus fanáticos, por primera vez en el contexto de un festival. La mítica banda de Gotemburgo cuenta con una trayectoria que habla por sí sola y una estrecha relación con sus fanáticos, labrada durante sus numerosas presentaciones en Chile. Sin embargo, no dejaba de ser interesante apreciar el desplante de los suecos frente a un público que no venía necesariamente a verlos a ellos. Mostrando un repertorio acotado e impecable, el sexteto fue llenando lentamente el interior del Movistar Arena, deleitando a los asistentes con un show que apelaba a múltiples sensaciones, gracias al apoyo de animaciones, como también por el trabajo en las capas sonoras generadas por Martin Brändström. Mediante un setlist de dos partes, que primero mostró sus canciones más actuales, como “Atoma”, “Phantom Days” o “The Last Imagination”, para luego pasar a un cierre con los clásicos “Lost to Apathy” y “Misery’s Crown”, Dark Tranquillity agradeció su participación en The Metal Fest y anunció un próximo álbum para agosto de este año.
En un tránsito constante, el público se repartió entre la variedad de propuestas que ya aparecían a esas alturas de la tarde. Mientras el Hell Stage se aferraba a la ferocidad del death metal de las bandas locales Dark God y los emblemáticos Cerberus, en el interior del Devil Stage se celebraba la segunda parte de aquella muestra de proyectos nórdicos. Los finlandeses de Amorphis, también con una larga data en la escena metalera, ofrecieron la oportunidad de explorar a través de los matices del género, gracias a un sonido que equilibra motivos progresivos con el folk metal y unos leves guiños al death melódico de su primera etapa. Al igual que Dark Tranquillity, los de Helsinki no viven solamente de sus glorias pasadas, ya que cuentan con un ritmo constante de lanzamientos a lo largo de sus más de 30 años de banda, y gozan de la buena recepción de su última trilogía de discos, “Under the Red Cloud” (2015), “Queen of Time” (2018) y “Halo” (2022).
Tomando en cuenta su buen momento, Amorphis planteó un show que mostró lo más actual al inicio y al cierre, mientras que su sección media estuvo netamente dedicada a revisar clásicos. Con el espectacular comienzo con “Northwards”, la banda jugó con una performance más contemplativa, en comparación a lo visto anteriormente. Siguiendo con “Wrong Direction” y “The Moon”, los finlandeses se destacaron por el carisma y versatilidad vocal de Tomi Joutsen, quien no mostró dificultades para interpretar canciones que transitaban desde las voces limpias hacia profundos guturales. Luego de agradecer el apoyo, la complicidad y la atención que se vivía en esos momentos, el conjunto hizo lo posible por mostrar parte de su extensa carrera discográfica. Ahí estuvo el fuerte componente melódico de “Silver Bride” y “House of Sleep”, mientras que las gemas del setlist estuvieron en “Black Winter Day” y “My Kantele”, acercándose hacia sus recónditos inicios musicales. Al ritmo de “The Bee”, el sexteto finés cerró una de las presentaciones más redondas e impecables de la jornada.
Desde una perspectiva absolutamente opuesta, lo de Biohazard fue uno de los momentos más brutales de la segunda fecha del Metal Fest, marcando sin lugar a dudas una de las performances más sorpresivas e impactantes. Con un sonido forjado directamente en las calles de Brooklyn, que se sustenta del hardcore, el metal y el hip hop, los neoyorquinos son una leyenda que logra despertar el lado más visceral y violento en su audiencia, hasta el día de hoy. El distintivo logo de la banda en el fondo del telón y dos fotografías de su insigne portada en “State of the World Address” (1994) fueron los únicos sustentos visuales de un show directo al hueso y sin artificios.
Sin guardarse nada, la banda golpeó el Movistar Arena con “Urban Discipline” y “Shades of Grey”, acompañados de una hiperventilada interpretación de Evan Seinfeld que ni siquiera se detuvo de cantar cuando se rompían las cuerdas de su bajo durante las primeras canciones. Vociferando con violencia y confrontando a su público, Seinfeld y el resto de Biohazard despertaron los sentimientos más genuinos y belicosos de la tarde. Pese a la discusión sobre el escenario con sus técnicos (que no quedó del todo claro si era o no parte del show) y el inicio en falso en más de una canción, la adrenalina y la velocidad se apoderó del Devil Stage, con masivos mosh pits que ocupaban toda la cancha y el llamado de atención a mantener el cuidado, el respeto y la hermandad, pese al espíritu de violencia que se sentía en el aire. Con éxitos demoledores como “Punishment” y “Hold My Own” al cierre, además de un magnífico cover a “We’re Only Gonna Die” de Bad Religion, Biohazard arrasó cual huracán y removió todo el espíritu contemplativo que habían levantado los números anteriores.
A pesar del frío que ya comenzaba a bajar en las afueras del Movistar Arena, las trepidantes interpretaciones de Alto Voltaje y Bonebreaker supieron cautivar la atención del Hell Stage y contar con una alta presencia de público. Como respuesta a estos elevados niveles de energía, Overkill fue otra presentación que derribó con todo a su camino. Enmarcados en su gira titulada “Scorching Latin America 2024”, la banda contó en el apoyo del ex bajista de Megadeth, David Ellefson, y ofreció un show que justificó su trayectoria como también su sorprendente vigencia. Gran parte de esto se debe al carisma y frenético desplante de Bobby Blitz, quien no baja ni el más mínimo decibel de aquella voz que lo caracteriza. Como era de esperarse, los de New Jersey abrieron con un sonido de campanadas que presentó a “Scorched”, canción que da título a su álbum lanzado hace casi un año exacto. Sin tiempo que perder, la velocidad se apoderó del Devil Stage de la mano de cortes como “Bring Me the Night” y “Electric Rattlesnake”, mientras que “Wicked Place” y “The Surgeon” ponían en contexto la presentación del último lanzamiento. Mediante una comunicación constante y la misión de echar abajo el recinto, Bobby Blitz dirigió las fulminantes “Ironbound”, “Elimination” y “Rotten to the Core” mientras del público se prendían múltiples bengalas, dándole un ambiente aún más adrenalínico a lo que se estaba viviendo. Para despedirse en amistad y buenos términos, la banda levantaba sus dedos y entonaba “Fuck You” junto a los presentes, una de las versiones que ya forma parte del repertorio clásico del en vivo de Overkill.
Ya acercándose al cierre del festival, los neerlandeses de Within Temptation aparecieron como un espacio de aire fresco y necesario que ayudó a ampliar la variedad de propuestas. Con un carácter épico, potenciado por la versátil y poderosa voz de Sharon den Adel, la banda se acompañó de canciones sólidas que invitaban el coro del público y se apoyaban eficientemente en las animaciones de la pantalla. Vistiendo una bandera chilena en la zona del torso, Sharon se ganó inmediatamente la atención de los presentes, interpretando “The Reckoning”, “Faster” y “Bleed Out”.
A propósito del show de Within Temptation, es necesario hacer algunos alcances escénicos y de cartel. Junto con Dark Tranquillity, los de Países Bajos fueron los únicos quienes sacaron mayor provecho de las pantallas dispuestas en el escenario durante esta segunda jornada. No hay que olvidar que, en estos contextos de alta convocatoria, donde no todos los presentes pueden ver con claridad la performance de los músicos, estos recursos ayudan a alcanzar una mejor experiencia para todas las personas asistentes. Junto con esto, también resulta lamentable que la única artista femenina sobre el escenario, durante el día domingo, haya sido Sharon den Adel. Frente a una escena tan nutrida y variada en propuestas, estos aspectos no deben pasarse por alto.
La impecable puesta en escena de Within Temptation, que incluyó un llamado a la paz por parte de Sharon, finalizó con dos canciones extraídas de su periodo cercano al metal sinfónico, siendo “Stand My Ground” y “Mother Earth” las que despidieron una presentación que caminó por sendas poco visitadas por este festival.
Con todo dispuesto para cerrar a lo grande, Atomic Aggressor fue un final esperado por los fanáticos en el Hell Stage y una decisión consecuente con toda la trayectoria de la banda local, quienes se levantan como pioneros dentro del death metal de origen chileno. En una performance veloz, agresiva y dispuesta a reventar los tímpanos de la audiencia, Alejandro Díaz agradecía el apoyo a la escena, anunciaba el lanzamiento de un próximo disco y compartía su emoción de ver niñas y niños en el festival, como demostración de una cultura que sigue viva y convocando a las nuevas generaciones.
Paralelamente, lo que ocurría en el Devil Stage era una olla de presión a punto de estallar. Indudablemente, el show final fue el de mayor convocatoria, donde un público ansioso apenas se contenía mientras cantaba “The Number of the Beast”, que sonaba a través de los parlantes. Al ritmo de “I Can’t Turn You Loose”, en la versión de los Blues Brothers, Anthrax presentaba la antesala de una performance sin rodeos y que apostó a divertir a su audiencia a punta de clásicos. Y vaya que lo hicieron, si consideramos que los de Queens abrieron con una tripleta de sus canciones más reconocidas. Los primeros arpegios de “Among the Living” fueron suficientes para revolver a la masa humana que ocupaba la cancha del Movistar Arena, coreaba y saltaba incesantemente. Como si esto fuera poco, “Caught in a Mosh” inauguraba ceremonialmente las últimas instancias para sumarse al pit, donde giraban cientos de personas y algunos caídos eran recogidos por manos de compañerismo. En otro riff inconfundible, Scott Ian complacía a los fanáticos con “Madhouse”, marcando un comienzo derechamente imbatible.
Con el ánimo en lo más alto, Joey Belladonna aprovechó la ocasión para convocar a los fanáticos de la viejísima escuela de la banda, con el corte “Metal Thrashing Mad”, extraído del primer álbum “Fistful of Metal” (1984). Y si de vieja escuela se trata, tampoco puede pasarse por alto la presencia de una verdadera leyenda de las cuatro cuerdas. Dan Lilker, héroe del metal neoyorquino con participación en bandas como Nuclear Assault, Brutal Truth o los mismos inicios de Anthrax, fue el elegido para acompañar esta gira por Sudamérica, recibiendo una ovación total del Movistar Arena, quienes lo identificaron inmediatamente por su característico estilo y puesta en escena.
A lo largo de un setlist que solo abordó hitazos, Anthrax se pasó por canciones como “Efilnikufesin (N.F.L.)”, “Antisocial” o “I Am the Law”. Frente a una fanaticada agotada, pero dispuesta a no bajar los brazos hasta el final, el cierre del festival también incluyó una tripleta de lujo. “Got the Time”, cover que los neoyorquinos hicieron propio, se unió a la fuerza de “A.I.R.” y el coro masivo durante “Indians”. En una despedida amigable, Scott Ian agradeció la entrega que caracteriza al público sudamericano y prometieron volver el próximo año, con un nuevo disco bajo el brazo.
Y así es como cierra la edición 2024 del The Metal Fest, marcando su segunda versión desde su renacimiento el año pasado. Es cierto que el metal es un género tremendamente masivo en el país, por lo que instancias como estas deberían asegurar una alta convocatoria, sin embargo, es necesario dejar algunas conclusiones. Recogiendo las reflexiones sobre la jornada del día sábado, efectivamente existe una urgencia por renovación. Sin ánimos de bajarle el perfil a los tremendos shows que disfrutamos a concho, el apoyo a proyectos más recientes o que abarquen diferentes subgéneros es un aspecto clave si se quiere mantener vivo un festival centrado en el metal. También urge un cartel variado, que contemple no solo la participación mayoritaria de artistas masculinos, considerando el valioso panorama que se ofrece en la actualidad. Pese a esto puntos, no está demás destacar el apoyo a las bandas locales a lo largo de todo el festival, como también la tímida intención del público a escuchar proyectos que no conocen. Tomando lo bueno y lo malo, queda la sensación de una experiencia exigente e increíblemente intensa, pero que tanto valoran aquellos oídos deseosos de despertar demonios y moverse al ritmo de la potencia del metal.