Disco Inmortal: Metallica – …And Justice for All (1988)
Elektra, 1988
«…And Justice for All» es un disco que marca cierta transición en el andar de Metallica, contaba con el antecedente claro de que iba a ser el primer largaduración después del duro golpe de haber perdido al insigne bajista Cliff Burton y además, era el que precedía a esa obra monstruosamente imprescindible del metal como el imponente «Master of Puppets» de 1986.
Pero Metallica de alguna forma la supo hacer, y tras la incorporación de Jason Newsted a sus filas elaboró un disco casi único en su historia, muy técnico, donde cada nota y riff está calculado y muy bien puesto en su lugar y donde las composiciones están a un nivel realmente sorprendente.
Es el disco más «político» de Metallica, el tema de la injusticia está por doquier, el tema que da nombre a la placa es un dardo directo al sistema judicial norteamericano, también en «Shortest Straw» se habla de aquello y su portada con esta especie de estatua de la libertad sujetada con cuerdas y con los ojos vendados—tal como diría en alguna parte de su letra: «justice is blind»—lo asevera aún más.
Desde el inicio sorprende, esa tremenda intro en fade in da el arranque a los furiosos golpes de batería de Lars Ülrich, que debemos decir, en este disco—quizá como nunca—se luce más que cualquier otro. «Blackened» contaba con un solo de guitarra de aquellos y los furiosos derroches de energía en la vocalización de Hetfield daban cuenta de una apocalíptica historia en defensa de la tierra, una vez más— y tal como los sendos primeros cortes de álbumes pasados como «Battery» o «Fight Fire with Fire»—Metallica te convencía desde el primer minuto de que se aprontaba algo bueno.
La comentada «..And Justice for All» está al borde de lo progresivo, un tema ingenioso, donde los cambios de ritmo son premisa y donde la energía que fluye llega a hacer muy cortos los más de nueve minutos de duración. Los acordes de su entrada son conmovedores. Una genialidad de Metallica. En «Eye of the Beholder» los riffs que entran nuevamente en fade in incitan al headbanger sin ningún pero que valga, la estructura es tremenda, otra joya con cambios notables y donde se nota claramente un trabajo dedicado en la composición y post producción.
El caso de ‘One’ es totalmente aparte, fue el tema que abrió las puertas del mainstream a Metallica. Esta terrible historia de un soldado de guerra que ha perdido todas sus extremidades reúne elementos notables desde el punto de vista antibélico y su composición, primero en tono de una súper powerballad, se va transformando—según la furia de las letras que va in crescendo—en una explosión de los más avezados riffs thrashers de la mejor escuela ochentera. Para qué hablar del solo de Kirk Hammett que debe estar dentro de los mejores de la historia del rock sin lugar a dudas. Imposible concebir cualquier referencia discográfica de Metallica sin «One», como también prescindir de ella en algún concierto sería decepcionante, al parecer desde su aparición hasta la fecha nunca ha pasado.
La entrada de «The Shortest Straw» es simplemente asesina, también los cambios de ritmo y el tecnicismo son su gran baluarte, la conjunción batería más las dos guitarras están muy conectadas y concentradas y en este caso el bajo dejado totalmente en segundo plano como muchas canciones del disco. Si hay algo que criticarle a este disco es la tiranía de Metallica al dejar relegado y con mucha menos presencia en la mezcla final al bajo ejecutado por el nuevo integrante de la banda como Jason Newsted. En ‘Harvester of Sorrow’ la melodía llega a ser pegajosa, otro plus del disco, a pesar de lo técnico podía ser muy coreable a ratos. La letra, tremenda, y que ha dado para varias interpretaciones donde la esclavitud, el aborto y el alcoholismo comparten tribuna.
«Frayed Ends of Sanity» ya empieza demencial, esta especie de sección operática de su comienzo era algo impensado para Metallica, quizá tomado prestado de las incursiones de Queen (banda que siempre ha sido admirada por los de San Francisco, como para no extrañarse) y continuando con un épico desarrollo donde la derivación de un hombre hacia varios estados de la locura y su alienación de la sociedad es el tema de la compleja canción. Una de las mejores del CD y muy innovadoras, por lo demás.
El bello instrumental «To Live is to Die» suena casi al cierre, un tema donde Metallica expresa su profundo pesar hacia la muerte de Cliff Burton (incluídos están sus versos), y donde desde su metalera forma de hacer música se nota que hay algo con mucha alma. También la canción se nutre de muchos cambios lo cual la hace más rica, pero es en la parte acústica donde aflora la sensibilidad del tema y que es lo que la hace tan grande.
El cierre viene con esta carta póstuma y la acelerada ‘Dyers Eve», quizá no conjugó mucho con el resto del disco al ponerla después de «To Live is to Die» pero a estas alturas y con lo impresionante de todo el contenido del disco la verdad es que da lo mismo, gran cierre para una obra de proporciones del metal.
Metallica dio un paso importantísimo en su carrera con este álbum, marcó en cierta forma la pauta de lo que iba a suceder después con el «álbum negro», donde la banda iba a consumar su paso del thrash metal a una banda más de groovie y riffs gancheros, hecho que ha provocado sentimientos encontrados en muchos de sus fans, pero nadie puede decir que las ideas y el conjunto que salió de este disco no ha sido un tremendo aporte para ver el metal desde distintas perspectivas. Es un disco técnico, sí, pero la onda y el gancho del grupo aparece en muchas canciones, lo cual se seguirá agradeciendo eternamente, para bien de la misma banda al momento de hacer su propia revisión histórica como también para nosotros, fieles seguidores del rock y el metal. Justicia para todos.
Por Patricio Avendaño R.