Metallica – Through the Never: Oda a la parafernalia
La primera vez que Metallica utilizó pirotecnia en sus shows fue por allá por 1992, desde esa fecha hasta ahora ha pasado mucho bajo el puente: el accidente de James Hetfield con los fuegos artifciales sobre el escenario, sus discos “Load” y “Reload” (cortes de pelo incluidos), su disco sinfónico, su disco de covers, la ida de Jason Newsted (con docu-reality incluido), la llegada de Robert Trujillo con St. Anger, la reivindicación con “Death Magnetic”, la celebración de sus 30 años, el pésimo disco “Lulú” que manchó el legado del recientemente fallecido Lou Reed y varios otros caprichos más de Lars Ulrich como su pelea con Napster y lo que reseñamos ahora.
Desde aquel “tierno” año la pirotecnia ha ido aumentando de la mano de los avances tecnológicos, desde aquellos primeros shows de la banda en la gira del Master of Puppets con sus precarias cruces, o la gira de “…And Justice for All” con la estatua de la justicia “Doris”. Hasta la fecha, el avance es tremendo tal como se muestra en la película y en algunos de sus videos detrás de escena, en que se consigna el escenario utilizado por la banda en los 3 conciertos de Montreal como la estructura con la mayor cantidad de tecnología utilizada por metro cuadrado en el mundo. El escenario cuenta con pantallas LED (que rescatan al principio del show la sangre esparciéndose de la caratula del “Kill ‘Em All”), pirotecnia, gas, las cruces del “Master of Puppets” que emergen durante aquella canción, rayos láser y fuego. Además de aquello sobre la banda, en el recinto tipo “Arena” que alberga los shows, se cuenta con proyecciones sobre telones, los ataúdes que proyectan imágenes y sostienen la luminaria y otros efectos, la estatua gigante de “Doris”, más rayos laser y el efecto más impresionante de todos: 4 Bobinas de Tesla para replicar la portada de “Ride the Lightning” en la canción que da título a aquel disco. El escenario y la puesta en escena son los grandes protagonistas de esta producción, que no por nada se la dedican a Mark Fischer, quien coordinó el diseño del escenario antes de su muerte en junio de 2013.
En términos de espectáculo visual la película no se queda atrás, es simplemente una oda a la parafernalia llevada a su máxima expresión. Metallica nos muestra que con todo el dinero que han recaudado tras su exitosa y polémica carrera, pueden llegar a hacer a esta altura lo que se les ocurra. Todos esos efectos, llevados a una pantalla 3D es prueba de ello, acompañados de una historia bastante simple y efectista más que efectiva. El caos y la destrucción, el abuso de efectos especiales en un desenlace que a muchos puede decepcionar. Si bien el tráiler nos vende un exceso de dramatismo, finalmente lo que llegamos a presenciar es un video clip de 90 minutos, donde el 80% es solo el show de la banda y el resto la historia de “Trip” (Dane DeHaan), el roadie que se embarca en búsqueda de “algo que la banda necesita” a través de una ciudad poco realista llena de obstáculos hasta llegar a un camión abandonado y volver con lo encomendado.
Mientras tanto, la banda luego de todo el despliegue pirotécnico y de luces, rescata aquel “mal chiste” de sus giras de mediados de los 90’s que quedó inmortalizado en el DVD “Cunning Stunts”, donde se simula una falla de toda la estructura, un par de heridos falsos y se apagan las luces, luego de lo cual la banda vuelve a sus inicios, y apoyados con una iluminación menor y un par de amplificadores interpretan una de sus primeras canciones.
Pero al fin y al cabo, lo que esta película nos muestra, más allá de inmortalizar en 3D un show de la banda, que muchos sabemos lo potente que es en vivo, y lo imperdible que es presenciarlo, es aquello que desde los años ’90 nos han hecho ver, son la banda más grande del planeta y esta es su manera demostrarlo. Con una producción que costó más de 50 millones de dólares, con un montaje realmente excepcional, con un setlist de canciones casi perfecto y con una banda que demuestra “en la cancha” su vigencia luego de más de 30 años de carrera, algo que no muchas bandas pueden mostrar, rescatando en vivo desde hace algunos años canciones con el peso de “Ride the Lightning”, “Hit the Lights” o “Creeping Death” llevadas ahora a un público masivo en esta película. Metallica a lo largo de su historia ha sabido sobreponerse a los golpes, a las críticas y reinventarse a pesar de lo que sus fans más cerrados de cabeza puedan pensar, para quienes disfrutamos de su música es un regalo, sabemos lo que la banda puede dar, no buscamos en ella una historia conceptual ni nada menos, solo la fuerza del “heavy metal” en la gran pantalla, y eso se cumple con creces. La parafernalia es parte de la banda, llevan más de 20 años trabajando con ella y no podemos renegar o criticar que ahora abusen de ella en esta apuesta llevada al cine, solo nos queda sentarnos, ponernos los lentes 3D y disfrutar del show, mientras esperamos que vuelvan a nuestro país.
Punto aparte es la secuencia que acompaña a los créditos: los 4 integrantes, el mismo estadio, sin público interpretando de manera brillante aquella magistral canción del Master of Puppets, “Orión” que nos trae a la memoria al gran Cliff Burton, luego de todo el despliegue, aquella calma y aquella duda que no es más que un juego mental sin mucho sentido: ¿Qué sería de Metallica si Cliff estuviera vivo?
Por Miguel Pérez