Michael Schenker: maestro en las sombras
Por estas latitudes el nombre de Michael Schenker no se conoce mucho. La canción que co-escribió en UFO, Doctor Doctor, es coreada por un estadio completo antes de que comience cada concierto de Iron Maiden; pero poco se sabe del mítico hombre tras la Flying-V blanca con negro —como lo presenta, por ejemplo, Joey Tempest de Europe.
Tuvo su debut discográfico a los 17 años, como guitarrista líder en el primer disco de Scorpions (Lonesome Crow, 1972), echándole una mano a su hermano mayor. Se convirtió una revelación junto a los británicos UFO, siendo un pilar central de su época dorada (1973-78); presente en cinco discos de estudio, y también en su legendario disco en vivo: Strangers in the Night (1979). Se cansó de todo, se retiró y decidió formar su propia banda: Michael Schenker Group, que goza de cierta estabilidad aunque a ratos le ponga pausa.
Desde ese lejano 1980 hubo cambios de alineaciones, por algunos años cambió de nombre a McAuley Schenker Group, reuniones esporádicas con Scorpions, una reunión con UFO, un ingreso de corta duración a Ratt, proyectos como Contraband, un tour europeo de G3 junto a Joe Satriani y Uli Jon Roth, algunos discos y giras bajo el nombre de Michael Schenker a secas. Le gusta involucrarse en todo lo que pueda, y a comienzos de esta década tuvo algo más: Michael Schenker’s Temple of Rock, del que salieron tres discos en estudio junto a un par en vivo. Acompañado de ilustres personajes como el vocalista Doogie White (ex-Rainbow, ex-Yngwie Malmsteen) y de dos ex-Scorpions —el baterista Herman Rarebell y el bajista Francis Buchholz.
Pero como si le pareciera poco, en el año 2016, decidió presentar Michael Schenker Fest. En una época donde se está haciendo más común las reuniones soñadas, se nos propinó una que es un verdadero lujo por donde se le mire. Porque decidió entregarnos una experiencia completa de su primera etapa solista. No escatimó en llamar a su antigua base rítmica: Ted McKenna en batería, Chris Glen en bajo y Steve Mann en guitarra rítmica y teclados. Pero lo que deja a cualquier otra cosa en segundo plano es la alineación vocal: los primeros tres cantantes, los más trascendentales, que tuvo cualquier portada con las iniciales MSG; Gary Barden (1980-81, 1983, 2008-10), Graham Bonnet (1982) y Robin McAuley (1986-93). Y para retratar tamaño evento, en 2017 fue editado Live – Tokyo International Forum Hall A —disponible en CD, DVD y Blu-ray.
El show abre con la instrumental Into the Arena, para que luego el mismo Schenker le dé la bienvenida a su primer invitado: Gary Barden, quien sin haber resaltado de sobremanera en vivo, tiene a su haber los primeros éxitos de la banda; dejando correr Attack of the Mad Axeman, Victim of Illusion, Cry for the Nations, Let Sleeping Dogs Lie y Armed and Ready. Canciones que nos llevan de vuelta a placas en directo de antaño, como One Night at Budokan (1982) y Rock Will Never Die (1984). Se regresa de nuevo con otra canción instrumental, esta vez se trata de Coast to Coast, recordando el paso de Schenker por Scorpions, y una vez más se acerca al micrófono para presentar al siguiente invitado: Graham Bonnet (ex-Rainbow, ex-Alcatrazz).
Es un elemento que llama la atención y genera expectativa, puesto que sólo pudo grabar el disco Assault Attack (1982), y apenas hubo una presentación en vivo antes de que aparecieran las diferencias y fuese despedido. A esta altura el más avejentado, aparece como figura central en la canción homónima, Desert Song y Dancer. Y tal como indica la dinámica ya expuesta, para cerrar las rondas instrumentales, la encargada es Captain Nemo. Es de esa manera que el último invitado aparece sobre el escenario: Robin McAuley, quien disfrutó del periodo más comercial, hasta que decidió retirarse de la escena y centrarse en la vida familiar por más de una década. Pero su voz afilada todavía está presente, y en este registro brilla en This Is My Heart, Save Yourself y Love Is Not a Game; además de rematar con Shoot Shoot y Rock Bottom, haciendo el guiño a UFO como no puede faltar. El bis, como es de suponer, es justamente Doctor Doctor y cantada a tres voces compartiendo los versos, para terminar haciendo la reverencia al público todos juntos.
Debido a la abultada carrera de Schenker, que se acerca a los cincuenta años, es difícil poder cubrirla. Si nos enfocamos única y exclusivamente a su primera década en solitario, esto de aquí enmarca de manera perfecta ese legado; y no tratándose de una simple recopilación o antología reciclada para cumplir con algún contrato. Es un esfuerzo colectivo mayor, manteniendo la calidad de siempre, y trayendo de vuelta personas que uno jamás imaginó volver a ver reunidas; más aún todas compartiendo el mismo escenario y entregando lo mejor de su respectiva etapa.
Y la idea es demasiado buena como para que quedarse en algunos cuantos conciertos, así que esa alineación completa entró al estudio —donde hubo espacio hasta para Doogie White; presentándonos a comienzos de 2018 el disco Resurrection. Desde entonces se han mantenido juntos de gira por Japón, Estados Unidos y Europa; superando las treinta canciones cada noche, añadiéndole todavía más del material antiguo, como también del recién lanzado. Crucemos los dedos para que el próximo año, si tenemos un poco de suerte, exista la posibilidad de tenerlos por estos lados; o por lo menos que siga el pie el proyecto, porque es una verdadera gallina de los huevos de oro.