Tras el abrumador éxito de la biopic de Queen, todo indica que las productoras hollywoodenses…
Moonage Daydream: Bowie como jamás fue filmado
Cuando se lanzan estos proyectos sobre músicos prolíficos y que han dejado huella, debemos tener cuidado, porque si fueron aprobados por los representantes y la familia del artista la propuesta puede tener un sesgo mandante en el metraje. Sobre David Bowie se ha escrito y estructurado mucho material fotográfico, sonoro y audiovisual para repasar su extraordinaria carrera y aportes a la música, por lo que hubiera sido desastroso que algo como lo planteado ocurriera con una película sobre esta figura tan innovadora; pero el talentoso documentalista Brett Morgen no decepciona con Moonage Daydream, una experiencia audiovisual que se aleja de todo convencionalismo para plasmar, de forma impecable, el arte de Bowie.
Morgen tiene experiencia en este tipo de trabajos y le dedicó los últimos cuatro años a este proyecto basado en un imponente archivo que aborda la carrera del artista sin las típicas entrevistas a sus seres queridos o personas cercanas. Acá, el director se olvida de cronologías lógicas, de contar una historia por fechas y se apoya en una edición prodigiosa, que enlaza años de presentaciones con fragmentos de entrevistas, vistas de fanáticos, películas y otros materiales, con la música de David, la que se va empalmando con sus palabras. Narrado por el propio Bowie, Moonage Daydream logra la visión en primera persona.
Durante largo rato nos hipnotiza una luz escarlata ilumina a un ser andrógino, inclasificable, que ocupa el escenario. La etapa Ziggy/Aladdin Sane, con su cabello rojo y cejas afeitadas, sin duda fue la más impactante de su carrera ya que la liberación gay empezaba a despuntar, y la irrupción de este personaje movió todos los cimientos clásicos de la sociedad británica. De alguna manera, también Ziggy era una salida del closet para, sin quererlo quizás, revolucionar el rock. Este primer alter ego se deja ver como el más célebre, ya que Bowie reconocía que llegaba a confundirse con su personaje, a pesar de que era una interpretación y no precisamente el ser humano que habitaba en David Jones. Travestismo, glamour…cuando el Starman llegó al mítico programa Top Of The Pops fue el inicio de una revolución; como lo cuenta el documental , a través de esta visualidad impecable, el torrente de imágenes convierte el visionado en una experiencia inmersiva y conmueve con su experimentación. El visionado decide centrarse mucho tiempo en este período, con los clásicos de siempre, entrega tomas en vivo y hasta remixes para un adelantado a su tiempo, como lo era Bowie.
El metraje también muestra el Diamond Dogs Tour , una de las giras más teatrales de la historia, con su decorado de una ciudad en ruinas, un puente levadizo y números coreografiados. A estas alturas, Bowie era tan moderno que parecía un Hamlet con lentes de sol, avanzando hasta la época con Brian Eno como productor, donde su obra alcanzaría nueva experimentación. Mientras el punk arrasaba, la trilogía Low, Heroes y Lodger, le asestaba un golpe a los chicos malos de Malcolm de McLaren con su mezcla electrónica de ambient, artrock, krautrock. De hecho, el homónimo Heroes no triunfó en las listas pero le dio tremendo respeto a David como artista. Fue una época productiva, si juntamos también los dos LPs con Iggy Pop.
Y por supuesto hay que mencionar la época de Let’s Dance, la que fue un antes y un después al cambiar de discográfica, de productor, de músicos y de imagen. Una nueva etapa que significaría pasar de ser un artista de culto a un ídolo de masas. Madurez. El Serious Moonlight Tour se muestra como un éxito absoluto, marcando las estacas que lo preparían para las épocas que vendrían, donde el metal tendría cautiva una parte de la historia, luego el grunge y así hasta nuestros días; el documental lo deja como alguien que envejeció siendo siempre joven, teniendo visión y opinión de su propia construcción, haciendo análisis de lo que vivía y siendo bastante adivino sobre lo que ocurriría con la sociedad.
Si hay que criticar algo, es que el guion deja fuera (o sin el suficiente reconocimiento) a la amplia nómina de productores que trabajaron con él: Brian Eno, Gus Dudgeon, Ken Scott, Nile Rodgers….ni Tony Visconti es mencionado. Sus colaboraciones con Mott the Hoople, Iggy Pop, Lou Reed, Cher, Marianne Faithfull, Queen, Mick Jagger, Tina Turner, Pat Metheny, Pet Shop Boys o Trent Reznor, tampoco aparecen, solo es la primera persona lo que impera en todo momento, no hay espacio para los músicos que lo acompañaron durante su camino.
Los 140 minutos de duración se mueven a un ritmo endemoniado, gracias a la edición de Morgen. Moonage Daydream es una abrumadora avalancha de filosofía y música, pues entre épicas presentaciones en vivo de canciones como Let’s Dance y Blackstar, lo escuchamos reflexionar. En algunos momentos se vuelve agotador, porque apenas se comienza a asimilar una idea, Morgen ya te está arrastrando hacia otro montaje brutal. Obviando eso, gracias a la calidad artística presente en toda la obra, solo seguimos adelante por el camino planteado en este trabajo que es, sin duda, uno de los mejores expuestos sobre la vida de David Bowie. Sus incondicionales quedarán extasiados y probablemente habrá nuevos oídos dispuestos a empaparse con el arte y la magia musical de un ícono inmortal. A estas alturas, nos preguntamos qué más se puede hacer con todo el material recopilado de este singular artista y quizás solo le falte un docuserie del tipo Los Diarios de Andy Warhol, donde pueda existir todo el tiempo y varios capítulos para desgranar, como corresponde, su tremenda evolución como persona y ser humano a lo largo de las décadas que definieron el rock.