Mudvayne en Knotfest Chile: una resurrección impetuosa
La tarde poco a poco se apagaba, dando tregua a las ardientes temperaturas que azotaron ambos escenarios de Knotfest, entonces el ambiente comenzó a cobrar una energía diferente: Mudvayne en Chile, con una escenografía de fuegos, humo y un Chad Gray pintado de rojo con una presencia inigualable, recibían toda la energía del público que había esperado por horas para vivir este resonado encuentro.
El espectáculo, cargado de momentos profundamente emotivos, se desplegó en un setlist sólido que se paseó por toda su discografía, ofreciendo una experiencia, pues para algunos más que un simple concierto, fue el renacimiento nostálgico de la música de antaño, para otros, una inmersión en las primeras experiencias del nu metal, lo cierto es que la actuación no dejó a nadie indiferente, el público se encendió y al ritmo enérgico de las canciones, revivió lo mejor de la era dorada de los 2000 junto a los legendarios músicos de Illinois.
Con su característico estilo, Ryan Martinie apareció sobre el escenario con un look que simulaba cuernos rojos, combinando su extraordinaria destreza en el bajo con una interacción constante con los fans en que sacaba la lengua, avivando las voces del público que resonaron con fuerza, coreando cada una de las canciones, mientras la química palpable entre la banda y los seguidores convertía al show en una celebración en Santiago, que había esperado décadas para volver a sentir esa energía única, fue testigo de cómo Mudvayne reafirmaba su estatus como uno de los pilares del nu metal, demostrando que su renombre está más que justificado en cada acorde, en cada explosión de rabia y potencia.
Este regreso también permitió que nuevas generaciones que quizás ni siquiera habían nacido cuando temas como «Monolith» o «Severed» hicieron su debut, vivieran de primera mano lo que representa la esencia del metal. Un recordatorio contundente de que la música no solo se vive en la intensidad de su sonido, sino también en el legado imborrable que deja, trascendiendo el paso del tiempo y demostrando que ciertos grupos que nos marcan.
La emotiva «World So Cold» retumbó por todo el estadio, mientras pedían a la multitud que alzaran sus teléfonos, iluminando aún más el espacio con un mar de flashes para crear un ambiente casi místico, siendo una instancia que conectó a todos los presentes con la nostalgia de su juventud cuando la tan conocida «Happy?» se gritó por todo el recinto. Y al llegar el final, «Dig» cerró la tarde de manera perfecta, desatando toda la furia de almas metaleras que, por una noche, volvieron a ser jóvenes, a ser indomables, a ser parte de algo, a ser felices.