Nación Rock Awards: Los mejores discos internacionales, del 10 al 1
10.Black Mountain – IV
Seis años se tomaron los Black Mountain para componer este disco. Y vaya que valió la espera. Los canadienses, que poco éxito habían cosechado hasta entonces, fabricaron un sonido stoner con filtro pop, dibujado sobre la base del blues, el rock sicodélico, las guitarras oscuras y sicotrópicas de Tony Iommi, y las atmósferas del jardín floydeano. A veces, cuesta encontrar un disco moderno que no se pierda entre sus influencias, pero Black Mountain logró integrarlas, pensando en el presente y en el espíritu de la banda, sin abandonar su identidad. En IV, hay trabajo y hay cariño. Hay canciones épicas que te llevan de paseo a los floridos 70 como ‘Mother of the Sun’, y otra como ‘Florian Saucer Attack‘, que representa al rock de nuestros tiempos como casi ninguna otra canción de rock parida en este año, donde el sintetizador es el protagonista, y que hasta el mismo Dave Grohl la destacó a través de Facebook. Un disco pensando para conquistar el mundo._C.T.
9.Leonard Cohen – You Want It Darker
Ir por una calle oscura sin saber lo que hay al final, o viajar a media noche en el último tren. Esa es la sensación que deja este disco, en el cual Cohen sonó más profundo que nunca y sus letras olían a despedida. En este trabajo se respira desencanto, cansancio, pero a la vez, mucha sabiduría y paz. Con un Dylan al que acaban de entregarle el Nobel, costaba creer que Cohen no quisiera más, porque después de recibir el Grammy a la carrera artística en 2010, haber lanzado tres aclamados álbumes y haber realizado exitosos tours mundiales, no había lugar para creer que “You Want It Darker” era el punto final que él mismo le estaba poniendo a su carrera._M.P.
8.The Last Shadow Puppets – Everything You’ve Come to Expect
. Puro rock con olor a Spaghetti Western, pop sesentero y arreglos orquestales que se acoplan maravillosamente a las canciones, en la senda de Scott Walker, o de referencias más actuales como Sea Change o Morning Phase de Beck. A la luz de la maravillosa colección de canciones de Everything You’ve Come to Expect, y el fervor que generaron sus presentaciones en vivo durante 2016, TLSP comienza a amenazar seriamente con convertirse en la banda principal de Alex Turner, y en un clásico de la siempre prolífica escena británica._F.G
7.Pixies – Head Carrier
Pixies se encontró con su sonido madre en este disco, incluso mucho más que con “Indie Cindy” (2014), donde la banda y Frank Black venía reajustando recién la mano luego de tantos años. Ahora, pese a dejar de contar con la que en el rol parecía imprescindible, la emblemática bajista y vocalista Kim Deal, nos muestran una cara nueva y bastante grata con Paz Lenchantín, quien, esta vez, cobra mucha más personalidad en el disco, y se nota en el resultado. Su voz y composición está presente en muchos temas. Coros melancólicos, furia punk, dosis justas de noise y desenfreno. Eso es Pixies, y aunque sin duda el auto plagio en ciertos temas está muy latente, no da para desecharlo en ningún caso. Un disco al borde de lo adorable._P.A.
6.Opeth – Sorceress
Opeth está en estado de gracia. Desde 2008 que vienen lanzando discos con momentos pesados definitivos, los que sirven de contraste a sus inclinaciones progresivas cada vez más notorias. “Sorceress” es otra muestra de su ritmo aplastante, equilibrado y desafiante, pues nos presenta sonoridades acústicas, con uso de piano eléctrico y guitarras rudas, las que se mezclan cuidadosamente con otras más jazzeras. Hay folk, hay arreglos de viento y un sinfín de texturas y giros que conforman un gran disco, de una de las mejores formaciones del rock duro actual. Unas palabras para Mikael Akerfeldt, quien continúa creciendo como vocalista._M.P
5.Iggy Pop – Post Pop Depression
El retorno y la despedida. El maestro y su pupilo. La celebración de la vida, con la muerte respirándote en la nuca. El veterano Iggy Pop con este disco demuestra, como no lo hacía hace un lustro, de qué está hecho. Pone su cavernosa voz al servicio de los riffs de Josh Homme, dando como resultado un trabajo ecléctico y de momentos memorables. Lo que pasó en el Rancho de la Luna fue la fusión de lo visceral y la elegancia, de los tonos sepia del otoño berlinesco setentero con los colores del desierto futurista de Joshua Tree. De ahí -cree uno- salió eso del “post-pop”, sin tanto arreglo ni fanfarria, pero sumamente accesible a pesar del tono dramático y siniestro del álbum. Un sonido único en pleno 2016, a pesar de las auto-referencias de cada uno de los nuevos socios de la Iguana. En un año donde la muerte inspiró a más de un disco, Iggy nos propuso entenderla como parte del camino, como un regalo misterioso e incomprensible de la vida, con el precioso vaivén de los recuerdos, de las palabras, de las canciones y del arte. Y lo hizo con una manera de hacer rock acorde a su legado. Vida eterna a Iggy._C.T.
4.Radiohead – A Moon Shaped Pool
Luego de una serie de señales misteriosas (como borrar toda información de sus redes y sitios web, o entregar postales random a su fans club), Radiohead finalmente nos entregó este esperado disco, que en la práctica, no vino a decepcionar ni a sus fans más rockeros ni tampoco a los que gozan de lo densamente electrónico y experimental de sus últimos años. Sin ser una obra maestra, ni un nuevo OK Computer, la banda de Oxford se las arregla para dejarnos canciones donde el factor siniestro, fantasmal, onírico y a ratos muy oscuro está presente, las que se complementan muy bien para llegar a ser un gran disco. Hay tramos maravillosos, donde realmente nos someten con sus pianos, secuencias y guitarras, más aún con un Thom Yorke muy inspirado en el micrófono. Radiohead a estas alturas, sin tener que demostrar tanto, se hace del centro de la atención y de los aplausos masivos y mediáticos de forma merecida._P.A.
3. Nick Cave & The Bad Seeds – Skeleton Tree
Para cualquiera con sangre en las venas, escuchar Skeleton Tree es estremecedor. Sin duda, Nick Cave volcó todo lo que tenía adentro luego de la devastadora muerte de su hijo Arthur, y el resultado no podía ser otra cosa que esto: un vehículo de tristeza, cargado de todo eso que es imposible decir, si no es a través de una bella canción. Decir que se trata de un disco oscurísimo es redundante, desde su caratula, su material audiovisual, hasta cada nota ejecutada. Skeleton Tree, te cala hasta el último hueso._F.G.
2. Savages – Adore life
Juventud, confrontación y un puñado de canciones compuestas con una crudeza y pasión por el rock pocas veces vista en el último tiempo. Esa es la fórmula de Adore Life, el segundo disco de las inglesas Savages y uno de los mejores discos de la temporada. Desde su portada, con el puño levantado, el cuarteto femenino nos da luces de la actitud desafiante impregnada en este nuevo trabajo, cargado de visceralidad y texturas en su propuesta de hacer rock alternativo, que fusiona, sin asco ni pretensiones, el stoner con el postpunk, el ímpetu por los matices de los primeros Smashing Pumpkins con la potencia descollante de unos contemporáneos Royal Blood. Un disco al que no le falta nada, que tiene una fórmula para derrochar energía casi sin parangón, el carisma de una frontwoman (Jehnny Beth) que exuda talento y una coherencia interna como banda envidiable, que huele a espíritu adolescente y que parece estar destinada a pintar el espíritu de toda una generación._C.T.
1.David Bowie – Blackstar
El mejor disco del año fue lanzado cuando el 2016 recién amanecía. Y David Bowie hizo mucho más que componer grandes canciones para darle forma: sencillamente, hizo de sus últimos días la más perfecta y sublime de las obras de arte. Para referirnos a Blackstar, el camaleón nos da a elegir. Podemos decir que se trata del disco que redefine lo que hasta ahora conocemos como “disco de despedida”, donde – ahora ya lo sabemos con más certeza- hay un montón de referencias visuales, líricas y performativas a su muerte. También podemos elegir otro camino, y decir que se trata de un disco que carece de puntos bajos, que vuelve a la línea conceptual, que retoma un lenguaje musical aprendido hace ya casi 20 años en el grandioso Outside (1995), pero que recuerda al ímpetu creativo mostrado en la segunda mitad de los 70’s, y le agrega la elegancia pop desplegada de manera inigualable en Heathen (2002) o Reality (2003). Podemos decir, simplemente, que Bowie se guardó lo mejor para el final. Que, con su hálito final de vitalidad, en sus últimos días de vida, nos regaló uno de los mejores discos de su carrera, y de paso, crear a su último personaje: el Lazarus. _F.G.