Pearl Jam: «Gigaton» (2020)
Monkeywrench Records / Republic Records, 2020
Bastaron solo minutos desde el primer adelanto, ‘Dance of the Clairvoyants’, para que las redes sociales se impregnaran de comentarios de todo tipo hacia el que fuera el seminal antecedente del inminente nuevo registro de Pearl Jam, una banda que en vivo y con los años sigue tan fuerte como un tronco viejo (de hecho siguen siendo uno de los números rockeros más impresionantes de ver en vivo por su calidad orgánica) pero que como proveedores de nueva música en los últimos años estaban bastante al debe. El tono new wave/post punk de aquel single nos hizo dudar a muchos por los caminos que nos llevaría «Gigaton», pero la sorpresa —seguramente urdida de antemano por la propia banda—nos la llevamos sin duda al escuchar el disco completo.
Un disco urgente y necesario para los tiempos que vivimos, si bien Vedder no vio hace un año la debacle que vive el planeta debido al coronavirus, si leyó de buena forma que las crisis del medio ambiente son una cosa para tomar en serio: el disco nos representa a todos, habla de la conversación interna y de aquel egoísmo humano en que estamos sometidos en una era impersonal y tecnológica; aprovecha de dar algunos homenajes pendientes—la evidente figura de Chris Cornell y los de su generación que ya no están—y sin duda pone en el cielo una mirada y grito de nostalgia de sentirse banda «sobreviviente» a una marea de situaciones: pérdidas, fracasos, triunfos, colapsos con las drogas y emociones en su entorno en Seattle y en el desarrollo de éste como una de las últimas fuerzas vívidas de la naturaleza del rock.
La portada del álbum es en realidad una fotografía llamada «Cascada de hielo» tomada por el fotógrafo y biólogo marino canadiense Paul Nicklen. La imagen fue capturada en Svalbard, Noruega, en algún momento de 2014 que dio cuenta de la impresionante caída glaciar. La mayoría de las líricas acusan recibo y preocupación del tema, aunque si bien Gigaton no tiene ninguna carga política en su conjunto, hay algunas líneas muy directas y rabiosas dirigidas hacia el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, en canciones como ‘River Cross’ y ‘Seven O’Clock’. Nuevamente Pearl Jam nos entrega metáforas en que su empoderamiento con la causa humanitaria es preciso.
‘Who Ever Said’ es un muy agradable track para recibir el disco y al igual que ‘Never Destination’: la ferviente influencia de The Who que Pearl Jam ha reconocido y perpetuado se derrama por esas montañas glaciares que nos ofrece la marca PJ 2020. Lineas muy melódicas ofrecidas por el gran Eddie y una muñeca bastante certera de Matt Cameron (que se luce en el disco como fuerza motora en muchas canciones ). Hay tracks que nos entregan bastante, sin sacudir cabezas de forma tan drástica es que Pearl Jam sabe hacerlo en la medida justa y ese es el que queremos siempre también.
Pero si bien con 57 minutos califica como el disco más largo en su carrera, hay momentos que no cautivan tanto como lo que quisiéramos, eso hace que no podamos hablar de un disco tan redondo, pero ¿Experimental o engañoso? Hasta el momento de ‘Superblood Wolfmoon’, que al principio no convencía del todo nos da momentos bastante arriba, aunque seguramente en el orden track by track no es hasta ‘Quick Escape’ que tenemos algo que puede llegar como lo más interesante: la intensidad y fuerza conjunta en un tema que debió haber sido mucho más trabajado en jams e intercambios de pistas que sus pares del disco, facturado por una de las mentes más creativas del grupo, el gran Jeff Ament. Al final se torna épica y nos rememora pasajes del «Ten», disco que se nutrió de enormes jams y reminiscencias clásicas y eso es decir bastante.
Eddie es un hombre que siempre está al servicio de las canciones, su luminosidad y tembloroso barítono está posicionado de forma maravillosa, no hay diferencias con su calidez vocal de siempre en sendos tracks como ‘Alright’ o ‘Seven O’Clock’, ésta última quedándose en el podio de tracks favoritos, con mucha fibra emocional y eso que PJ maneja tan bien. La exportación folk de su carrera en solitario tampoco podía quedar exenta con un excelso tema lleno de candidez y soltura como ‘Buckle up’, que en la pegada con esas sublimes guitarras folky de ‘Come Then Goes’ suena perfecta. Con ‘River Cross’, PJ intenta algo épico y no fracasa en el intento: «siempre pensé que cruzaría ese río el otro lado, distante ahora, cuando me acerqué, giró y se ensanchó en el horizonte, desvaneciéndose» canta con angustia Eddie junto con una pseudo religiosa cabalgata sonora, en un reclamo enérgico a la evidente quietud de los gobiernos ante lo que pasa en el mundo (qué gran ejemplo con la indiferencia de Trump con la crítica situación en EE.UU. con la impresionante y ascendente cifra de contagiados de Covid-19 ahora). El grito de Pearl Jam en contra de las autoridades cobra mayor relevancia. Aquí y ahora.
Lo de Josh Evans como hombre elegido en la mano productora nos trae algunas novedades: resalta maravillosamente la experimentación general y la variedad instrumental que se encuentra a lo largo del álbum, específicamente con canciones como ‘Dance of the Clairvoyants’, ‘Alright’, ‘Seven O’Clock’ y ‘River Cross’, este angustioso final en tono de reclamo épico y sombrío. Con la ayuda de guitarras de 12 cuerdas, riffs funky, pianos, solos apasionantes y las contribuciones vocales de Vedder, Gigaton se convierte en uno de los álbumes mejores construidos en su trayectoria. Si no lo crees, dale un poco de paciencia y recibirás una de las mejores dosis de esperanza, rabia y energía. Todo hecho con la pasión de siempre con la fuerza sobrenatural vocal e instrumental de unos gigantes del estilo, y en tiempos absolutamente necesarios.
Por Patricio Avendaño R.