Peter Murphy en Chile: Penumbras legendarias
En conmemoración por los 40 años desde la formación de Bauhaus, Murphy y cia. hechizaron a su público con penumbra y nostalgia al cerrar su paso por Chile.
Eran pasadas las 20:00 cuando en el escenario del recinto de San Diego ya comenzaban a tocar los chilenos The Fallacy, número apropiado de rock gótico clásico como para ir calentando una noche muy oscura e hipnótica que estaría a cargo de los ingleses. El reloj marcaba las 21:00 y la banda que acompaña a Murphy y David J en esta gira hacía su aparición en el escenario para empezar a tocar de principio a fin «In the Flat Field», su legendario debut y una de las mejores placas de su catálogo.
“Double Dare” comenzó a sonar y el Caupolicán se venía abajo con el sonido de una agrupación que marcó fuertemente la escena post punk de fines de los ’70 y principios de los ’80. El ‘Príncipe’ saludaba al público chileno que lo tuvo por segunda vez en menos de 48 horas en suelo nacional (tocó el viernes por la noche en el Huevo de Valparaíso) y el aquelarre se comenzó a consumar.
La resonancia del bajo de David J se hacía sentir con intensidad y Murphy realizaba movimientos con sus manos tapando su visión y buscando con la mirada perdida algo en el cielo. El sonido no estuvo a la altura en los primeros minutos, pero en “In the Flat Field” junto a “God in an Alcove” lograron estremecer a los lúgubres fanáticos de la agrupación haciéndolos saltar en la cancha del recinto, sin antes que Peter consiguiera auto coronarse al más puro estilo de Napoleón, pero sin tener éxito en su intento, haciendo olvidar el desagravio con el micrófono de la apertura. Una jugada que al británico le salió muy bien siendo aplaudido por sus fanáticos y vitoreado por otros.
Un sintetizador, una guitarra y hasta un megáfono utilizó en cada episodio de este show Murphy para cautivar a sus incondicionales a cambio de las miles de miradas que casi no pestañeaban para no perderse ningún detalle del espectáculo. Cuando el ‘Príncipe’ lo permitía se podían corear las canciones las cuales fueron hechas con gran entusiasmo, sin caer en la desprolijidad.
El hechizo que tanto comentó en sus conferencias de prensa el co-fundador de Bauhaus se hacía realidad con la presentación minuciosa de los oriundos de Northampton. 40 años no los cumple cualquiera en una escena que tiene grandes exponentes como Joy Division, Siouxsie and the Banshees o Gang of Four y en eso fueron cuidadosos para elegir la pieza exacta para hacer realidad una tenebrosa sesión en vivo. Destellos en canciones como en “Dive” o “Small Talk Stinks” eran un adorno requerido para no hacer aún más oscuro un espacio que por fuera estaba frío pero que por dentro construía una llamarada penetrante.
El que se robó siempre las miradas era Murphy. Sin desmerecer a los demás integrantes de la banda, la voz creadora de “Strange Kind of Love” supo moverse de lado a lado por todo el teatro congeniando con algunos de sus fanáticos más acérrimos, quienes buscaban alguna sonrisa o gesto del cantante. Hubo algunos que lo consiguieron y otros fueron apuntados con su dedo en símbolo de aprobación por su energía.
“Nerves” es una canción muy calculada cuando se presenta en vivo y los anglosajones lo hacen de manera fácil pero detallando cada movimiento tanto vocal como en el uso de los instrumentos. Los bailes fueron incluidos e incluso hubo saltos en varios sectores tanto en plateas como cancha. Para cerrar una noche redonda, Bauhaus apeló al homenaje al «Camaleón Galáctico” David Bowie con la enorme «Ziggy Stardust”, destacando notablemente la calidad vocal del frontman que a pesar de tener más de 60 años ha sabido mantenerla a través de las décadas.
Con este concierto, Peter Murphy y David J sellaron su segunda presentación en suelo nacional dejando un concierto al borde de lo épico, donde repasaron uno de sus discos emblemáticos, y para celebrar cuatro décadas desde que se formaron en el Reino Unido. Tal como suele suceder con Murphy y compañía, todo terminó siendo un sombrío romance, esta vez más que nunca con ambiente gótico dedicado a los chilenos que los acompañaron en el recinto de San Diego.
Por Bastián Cifuentes