PJ Harvey, de princesa a reina del indie
Polly Jean Harvey es simplemente riesgo. Una tremenda compositora y mejor intérprete que empezó a tocar a finales de los ‘80 y debutó en solitario en 1991, y que ya ha alcanzado el sitial de ídola del rock. Es tremendamente respetada no solamente por la coherencia de sus trabajos, sino que también por la sinceridad extrema que expuso en sus primeras composiciones, las que sonaban sombrías, descarnadas, rabiosas y sumamente profundas para la época, pero todo esto sólo la hizo subir escalones hasta lograr sacarse el estereotipo que la metía en esa categoría de “compositores torturados”.
Su primer disco fue “Dry”, un hermoso intento lleno de armónicas, cellos, guitarras. Tanto fue el asombro de la crítica que la revista Rolling Stone la señaló como mejor compositora y mejor cantante femenina debutante de 1992. Para ese tiempo no había muchas cantantes que hicieran rock tan apasionado y tan sexual. De los tracks, me gustan mucho “O Stella”, que es simplemente salvaje, y “Dress”, la que te llena de miedo. Son temas perfectos, maravillosamente interpretados, y que prepararían el camino para “Rid of me”, segundo disco que la catapultó a ella y a su prodigiosa banda. El sonido te impacta porque hay una mezcla genuina de furia y grunge, ambas cosas muy bien trabajadas por PJ Harvey a través de un sonido duro, con guitarras afiladas y presencia de bajo y batería fuertes. Su voz se vuelve un grito lleno de consignas. Es un disco sin disfraz, exhibicionista, sin adornos, sin poses, causa el mismo efecto que ese primer beso adolescente. Un 7.0.
Pero fue con “Bring You My Love” donde la crítica quedó extasiada y con ganas de seguir de cerca el desarrollo de la inglesa, la que ya se había paseado con virtuosismo por una variedad de estilos. Acá se acerca al blues pero conserva las raíces rockeras, que son su sello. Tras la partida de varios de sus músicos decidió renovarse y esconder la crudeza de sus primeras obras con algo de teatralidad. “Down By the Water” es muy sensual, mientras que la rítmica “The Dancer” son joyas dentro de un disco gigante, que ya tenía posicionada a esta artista como la reina del indie, pero que ahora se mostraba más vampiresa, con los labios muy rojos y los ojos turbiamente maquillados. Acá le agregó a su favor el factor imagen.
Con el lanzamiento de “Dance Hall at Louse Point” comienza su relación profesional con John Parish. Es un buen disco, más experimental, una transición para llegar a “Is the Desire?”, trabajo en el cual se lanzó con sonidos más electrónicos. A pesar que la crítica no se puso de acuerdo, es un trabajo excepcional, variado y muy rítmico. Lo mejor son las joyas al piano: “The Garden”, “Angelene” y la brutal “The River”. Ya no suena tan rabiosa como en sus primeros discos, hay crecimiento y reposo, otra atmósfera. En el 2000, Harvey mostró su parte más comercial lanzando “Stories from the City, Stories from the Sea”, una propuesta más limpia y quizás más pop. Muy bueno es el dueto con Thom Yorke que sigue el estilo minimalista del disco, donde la riqueza está en la composición. Hay singles redondos como “Good Fortune” y “A Placed Called Home”, junto con baladas emotivas como “We Float” y “This Mess We’re In”. Este disco está dentro de los ilustres y es fundamental si quieres acercarte a conocer la propuesta musical de esta inglesa.
Más adelante lanzó “Uh Huh Her”, producido por ella misma, donde regresa al rock de forma sencilla. Es uno de sus trabajos menos aplicados, suena como una recopilación, una transición para enfrentar el nuevo milenio y escapar de la perfección del disco anterior. Luego prosigue “White Chalk”, trabajo donde nos invitó a vivir un cambio radical de estilo. Muchos esperábamos seguir con las baladas pero nos sorprendió con un sonido espinoso, oscuro, algo parecido a la propuesta de Siouxsie. El disco enfatiza la versatilidad de la voz de PJ, junto con afianzar la riqueza que maneja a nivel de composición. Acá son la muerte, el aborto, el miedo y el perdón sus bastiones de lucha.
Grabó otra colaboración con John Parish llamada “A Woman a Man Walked By” sonando más folk. El mejor track es “Black Hearted Love”, lleno de guitarras grunges de sonido apoteósico.
El último disco de la artista fue “Let England Shake” (2011), donde quiso explorar otras fuentes de inspiración; dejó de escribir sobre lo autorreferente para enfocarse en los conflictos sociales y políticos que ligaban al Reino Unido con la guerra de Afganistán. Y este año tuvimos noticias de ella con el movimiento “Recording in Progress” donde sigue mostrando su interés por ampliar sus fronteras de inspiración encerrándose durante 1 mes, con su grupo, en una instalación en la Somerset de Londres. El público podía ver el proceso que vivían los músicos dentro de una especie de caja de cristal, que permitía la visión hacia dentro pero no hacia fuera. Las entradas se agotaron en dos horas.
PJ Harvey es una heroína del rock. Perfecta a la hora de escribir con profundidad con el riesgo de quedar expuesta. Cada disco era una verdadera radiografía personal de sinceras y bruscas confesiones sobre sexualidad, dolor y ansiedad. La contribución de PJ Harvey es gigante a nivel creativo, vocal pero por sobre todo de composición, buscando siempre su inspiración en la poesía, en los libros y ahora último en los conflictos mundiales. Ella quiere ser voz, y quiere seguir influenciando a muchas bandas alternativas que la señalan como la verdadera reina del indie rock. Y en eso estamos muy de acuerdo.