T-Boy Records, 2022 Hace unos meses conocimos su primer adelanto "We'll be back", una canción…
Porridge Radio- «Waterslide, Diving Board, Ladder to the Sky»- (2022)
Secretly Canadian, 2022
“Cierra todas las ventanas y sube las escaleras/me estás mirando pero no estoy preparada para eso”, clama en una de las frases de la intro a este nuevo álbum Dana Margolin, consolidando un estilo y una forma de escribir canciones desde las entrañas y con una sinceridad liberadora, puestas al servicio de un disco que abraza la adolescencia, los miedos del amor y el escapismo a lo que una relación «seria» puede significar. Porrigde Radio están de regreso y esta vez, al parecer, más fuertes que nunca.
La premisa emocional se reafirma en «Birthday party», donde las lineas de bajo escuela Kim Deal de Pixies y una intensidad que crece más y más no hacen más que perseguir la arenga de la vocalista en un pseudo spoken word, desgarrador y brutal: “I want one feeling all the time/I don’t want to feel a thing”, en tanto en «Back to The radio» tenemos una especie de épica tomada prestada de los mejores momentos de Arcade Fire, pero con la entonación digna de una Lætitia Sadier ( Stereolab). La banda recurre a varios de los códigos que han encontrado los mejores momentos del indie pop /rock en los últimos 20 años y los usa tan bien a su favor, que al rato parece que estemos escuchando un verdadero clásico del estilo, aunque no hay que ser injustos, la banda de todas maneras tiene sus propios demonios que expulsan sin asco, para sacudir todo y decir que acá hay algo nuevo, de sabor amargo, pero entrañabale al mismo tiempo.
Con un título inspirado en parte en un collage surrealista de Eileen Agar y en parte en la cita bíblica Jacob’s Ladder, fue producido por Tom Carmichael, el baterista de Porridge Radio Sam Yardley y la cantante y compositora Dana Margolin, quien sigue evocando a artistas como Sarah Mary Chadwick con su vulnerabilidad cruda y apasionada. Es una marca ya registrada.
El álbum continúa desarrollándose como una serie de escenas desgarradoras, con «End of Last Year» que ofrece un momento de moderación acompañado de sintetizador, órgano y platillos (aunque sigue siendo todo polémico), y «U Can Be Happy If You Want To», tema en que la cantante le cuenta a un compañero sobre el sueño con él mismo. Cuando más tarde reflexiona sobre su propio sueño, es para decir: «Cantaste mi canción / Siempre la cantas mal».
Es un disco dramático y a propósito: Nada está del todo bien emocionalmente en Waterslide, Diving Board, Ladder to the Sky, ya sean las relaciones principales, la afinación de piano deliberadamente distorsionada de la deambulante «Jealousy», el bajo sintetizado saturado y la distorsión de guitarra dispareja pero abrasiva de «The Rip», o el catártico síntoma de tinnitus, que entra en la segunda mitad de «Rotten». Cuando el álbum se cierra con la canción de su título supuestamente en tono más sobrio, su guitarra acústica rasgueada y sintetizadores atmosféricos y trompetas subrayan letras resignadas de miedo a la muerte y que implican que no hay esperanza de un término medio más estable: «No, no quiero el final/Pero no quiero el principio/Todo el camino hasta el infierno/Y todo el camino hasta el cielo».
Si bien es un disco que nos deja brillantes momentos musicales, es la lírica lo que llega a dejar todo eso en seguno plano. La banda británica con cada vez más certero paso, la fuerza de su vocalista y esos bellísimos coros que acompañan esta apología en búsqueda de la libertad emocional de todo, posicionan al álbum como uno de los más honestos y sólidos del año.
Por Patricio Avendaño R.