Primus en Chile (Segunda Noche): Mundo bizarro
Hace muy poco y en la previa a su visita Les Claypool estuvo dando unas declaraciones, donde reivindicaba el hecho de que Primus tuviera una propia categoría musical en una plataforma de streaming. Suena algo egocéntrico tal vez, pero la verdad es que tiene todos los argumentos para sentirse orgulloso de ello. Cuando entramos a un show de Primus sabemos que va a ser distinto, sorpresivo y por sobre todas las cosas, nos encontraremos con algo que mezcla lo virtuoso, sicodélico y espacial y te hará rockear tanto como volar e imaginar.
Sin embargo, los shows de Primus en Chile a través de la historia (ya son nueve con estos dos recientes) no han sido del todo satisfactorios para sus fans, sobre todo aquel esperado debut junto a Faith No More el 2009, en que quedaron bastante al debe. La banda de a poco se fue amistando con la fanaticada local, haciendo un show bastante aplaudido en Rockout 2014 y nada menos que CUATRO shows en concreto el 2017, dentro de ellos celebrando «Frizzle Fry» tocándolo en su totalidad, uno de los discos que marcaron el rock alternativo de los noventa.
Hoy la cosa es distinta: Primus llegaba con un nuevo e interesante disco basado en un libro de cuentos infantiles que Claypool leyó cuando niño y lo dejó pegado tanto que se trabajó con bastante acierto en un disco conceptual y con apoyo potencial gráfico y audiovisual. Ayer, estos bizarros gnomos se apoderaban de la pantalla gigante que por cierto, sirvió para mostrarnos la historia de la banda en sí en un ejercicio de nostalgia: La cabeza al sartén de «Frizzle Fry», los icónicos cowboys de látex de «Wynona’s Big Brown Beaver», los mares de queso del «Sailing» o el grotesco y elegante cerdo cellista de «Mr. Krinkle», entre otras cosas. El arte insano y una vida musical pasaban ante nuestros ojos.
Claypool hoy en día está muy activo. La verdad es que su inquietud musical lo ha hecho el tan maestro que le conocemos hoy en día. Con un disco nuevo en carpeta con su proyecto junto a Sean, el hijo de John Lennon en Claypool Lennon Delirium y apariciones con bandas actuales como Dean Ween y Death Grips, el capo del fretless sigue marcando vigencia y sobretodo, sigue amando lo que mejor sabe hacer, junto a sus dos partners Larry Lalond y Tim «Herb» Alexander dándonos una clase magistral no solo de este rock fusionado escuela Zappa, sino que esta vez por sobre todo, jugando de escapista hacia el jazz, la sicodelia y el noise experimental dejando más alucinantes los temas (que ya son experimentales per se) a un nivel de trance magnético absoluto.
Trazos en que la banda se apoderaba de nuestra cabeza desde los inicios: «To Defy the Laws of Tradition» fue una joya para arrancar y más aún la venerada «Pudding Time» en un show que se dividiría en dos actos y, como es ya costumbre, separada por un entretenido break de animaciones de Popeye vieja escuela. Claypool y sus extraordinarios golpes de bajo y sus movimientos de toque de jazz (la ronda y su divertida caminata clásica), y los explosivos riffs de LaLonde y el dominio absoluto de su guitarra y la gigantesca batería de Alexander son igualmente impresionantes. En este primer bloque sin duda «Frizzle Fry» fue una maravilla que se agradeció bastante para el público que estuvo totalmente enfervorizado de principio a fin. Las voladas de «Jilly on Smack» y «Mr. Krinkle» será algo que siempre se atesorará en sus shows, lleno de actitud lúdica, maestría instrumental, pero afinándonos la conciencia por igual con sus actuaciones bizarras y desafiantes a todo lo convencional.
Luego de los cartoons del intermedio llegaban con «Too Many Puppies» de improviso desatando la ovación (qué joya y clásico). Mezclaron canciones, jugaron, se entretuvieron. Por ahí sonó Led Zeppelin y el himno de USA (bastante pifiado por cierto, el público manifestándose ante el imperio yanqui). «Moron TV» es notable que la estén incluyendo en el set al igual que «The Heckler» o «Nature Boy». El bloque «Pork Soda» nuevamente engalanaba todo con el disco en que quizá más se luce Claypool y su extraordinario sonido al bajo. «Welcome to This World» y «My Name Is Mud» se ganaban los «Olé Olé» para que el líder por primera vez soltara palabras de agradecimiento. Más adelante «Jerry Was a Race Car Driver», el tema más tocado en vivo por Primus en su historia dejaba todo en llamas para después hacer un encore y volver con la notable «The Storm», apoyada con los alucinantes colores de la imaginería del nuevo disco. Qué viaje.
El remate fue con «Wynona’s Big Brown Beaver» y fue completamente poderoso que hayan cerrado con ella dándole un broche en fuego al show. Quizás el show con mejor selección de canciones de todas sus pasadas, pero eso es algo a título muy personal. Por ejemplo, no sonó «Southbound Pachyderm», como en su noche anterior, y sí, nuevamente no sonó «Tommy the Cat» que hace rato la están dejando en el olvido, pero Primus tiene tanto material bueno para entregar que se puede prescindir de varias grandes canciones e igualmente logran dejarnos maravillados.
Por Patricio Avendaño R.
Fotos: Bastián Cifuentes