Reseña: Bruce Dickinson: The Mandrake Project

Reseña: Bruce Dickinson: The Mandrake Project

Tras una imponente carrera musical liderando una de las bandas más prolíficas del siglo XX, Bruce Dickinson no ha descansado en su búsqueda de entregar un álbum importante como solista. Lo viene intentando desde los ’90, sin mucha continuidad, pues la ruta que le impone Iron Maiden no le ha permitido el tiempo para cocinar bien este anhelo. De esta manera, el británico llegó a 2024 regalándonos otro álbum solista de corte conceptual y que tendrá un comic de 12 episodios. Con un sonido potente, Bruce da vida a una visión musical que llevaba tiempo gestando, pero que tras su escucha es difícil de definir.

Esto último no es malo a priori ni tiene que entenderse como que el disco es pura experimentación, aunque encontramos mixtura de estilos incluso en una misma canción; contó con el apoyo, una vez más, de su eterna pluma Roy Z, arrancando con la ya conocida ‘Afterglow of Ragnarok’, muy pesada y que tiene tintes de haberse tomado de The Chemical Wedding; en el arranque, el talento del británico brilla. También destaca la hard rockera  ‘Many Doors to Hell’ y ‘Rain on the Graves’, una especie de teatro donde pareciera que Alice Cooper estuvo en el estudio. No es una mala canción, pero es un quiebre extraño tras los temas anteriores. Luego ataca ‘Resurrection Men’ destaca por su onda casi western y que se desarrolla a buen ritmo.

Las inconsistencias aparecen a mitad del disco, con 3 temas muy parecidos y a tono bajo, que se sienten repetitivos y que no tienen que ver con la fuerza vocal de Bruce; hay un bajón en estos varios minutos, lo que cansa el oído y quita energía de seguir escuchando. ‘Face the Mirror’ suena bien, aunque el recurso del dueto no termina de encajar.’ Shadows of the Gods’ intenta sonar épica pero no es consistente en el intermedio, mientras que el cierre, con ‘Sonata’, es agotador pues se hace muy larga y la intención dramática no se logra; aplaudimos el solo de guitarra, que suena muy setentero.

En general, el disco tiene el punto alto en la producción de las guitarras, los teclados y la intención de que la voz de Dickinson siempre se sienta en el tope; pero por el lado de las bases rítmicas, el álbum se desequilibra porque no se condicen con la fuerza que se les dio a los instrumentos principales; hay opacidad o poca importancia de la batería y del bajo, el que suena distorsionando en momentos innecesarios.

The Mandrake Project no se puede tachar de fallido, pero sí de dispar, ya que no logra trabajar asertivamente con la diversidad de estilos que pretende abarcar.

Macarena Polanco

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