Screamadelica-Primal Scream: El éxtasis de los 90
Screamadelica. La gloriosa explosión de acid house, psicodélia y rock n roll que abrió una nueva era en la música cuando el pop indie británico de guitarras se encontraba floreciendo lejos de lo que conocemos ahora como britpop —término que esperaba ser acuñado cuatro años después—, pero cercano al debut de los Stones Roses, despertando un interés por la síntesis musical, la fusión y yuxtaposición de estilos dispares. El Screamadelica es el disco que definió una época. El disco alucinógeno por excelencia, rupturista por hibridación, que sintetizó dos universos en teoría opuestos: la incomodidad del indie y el delirio del movimiento rave. No solo fue el primer álbum ganador del Mercury Prize, sino que además se convirtió en un referente obligatorio para entender el zeitgeist de los 90.
Mientras que el hip-hop y la floreciente subcultura de la música electrónica en los noventa representaban la vanguardia de la innovación y el impacto de lo nuevo, Bobby Gillespie lideraba lo que vendría a ser el sendero hacia donde se dirigía el pop posmoderno, celebrando el hedonismo de la cultura club, las drogas y la caída del thatcherismo. Desde ese momento, Primal Scream se transformó en un bastión de la contracultura, rodeado por una atmósfera particular, mitad tanteando un terreno desconocido, pero con confianza, mitad anhelo por la trascendencia; capturando el optimismo que se despertó en occidente en el que todos buscaban algún tipo de redención y hacer lo que se les diera la gana.
—Just what is it that you want to do? We wanna be free—
Loaded que fue el primer single del Screamadelica, con un diálogo de la película The Wild Angels y que ciertamente viene siendo el espíritu del disco. Esa libertad con precedentes de “Fools Good” de los Stones Roses, bajo un groove funk descontrolado y trompetas de speed, marcó el grito que coronó a los Primal Scream como la nueva consentida de la escena rave, alcanzando con este single su primer éxito en Reino Unido. Pero parte de este éxito se debe al gran Andrew Weatherall, quien a pedido de Bobby remezcló este tema — el éxito de Loaded llevó a que Weatherall fuera reclutado para todo Screamadelica, lo que lo estableció como uno de los productores más solicitados del Reino Unido— agregando muestras vocales de The Emotions, un loop de batería de un bootleg italiano de What I Am de Edie Brickell, junto con fragmentos de otras canciones de Primal Scream y la voz de Bobby por encima cantando una línea de Terraplane Blues de Robert Johnson. Con esta producción Andy impulsó a la banda de rock a la pista de baile y dio inicio a todo lo que vendría después. A raíz de esto surge la pregunta sobre si el Screamadelica es un mérito de Andy Weatherall más que de Primal Scream. El DJ y productor no ha titubeado en aclarar que gran parte del trabajo estuvo en sus manos: «Me dejaron solo y con libertad para hacer lo que quisiera. Me entregaban un tema y, al cabo de una semana, regresaba con la versión para el disco”. Por su parte, Bobby Gillespie acepta que tanto Weatherall como el productor Jimmy Miller y los colaboradores The Orb y Jah Wobble lo ayudaron a mejorar sus ideas, «pero entonces ellos hicieron lo que un productor debe hacer. Los productores están ahí para mejorar tus canciones y sugerir cosas«.
En definitiva, el consenso general dicta que fue el grupo quien dio la forma final a las ideas de las cabezas pensantes que circundaron al álbum, pero el enfoque de Andy es absolutamente eufórico y ese es el poder del Screamadelica: la unión de dos sensibilidades muy similares más que el choque abstracto de dos géneros diferentes —I was blind, now I can see. You made a believer out of me—. También lo que hace que este disco se trascendental es la imaginación feroz que lo envuelve y que trae mucho de los sonidos clásicos del rock como Howlin Wolf, John Lee Hooker, cosas de Deep Purple, Led Zeppelin, los Stones, también están los Stylistics, los O’Jays y todo ese gran soul negro americano que salió de Filadelfia, con efectos envolventes y estimulantes que encapsulan el abandono de la experiencia de éxtasis, y los transforman en una celebración neo-psicodélica bajo una explosión de acid house que era muy similar a la explosión de LSD de los años sesenta, pero siempre dejando lugar a la experiencia del baile, fiel al estado de ánimo exploratorio y sentido de aventura del disco. «Tengo una gran obsesión con el hecho de que deberías poder bailar rock’n’roll«, decia Gillespie en una entrevista. «Lo que me gustaba de todo el asunto del acid era que bailabas. Tal vez bailabas porque estabas bajo los efectos del MDMA, pero sin embargo había muchos ritmos de funk electrónico. Combina eso con el hecho de que nos gustaban los Beach Boys, los Stones y el free jazz, así como mucho blues americano”.
El Screamadelica es un ejercicio que rompe con los límites en general, que invita a la comunión espiritual («Movin’ on Up» —pieza central y declaración de intención del álbum, «Slip Inside This House«) y el clímax («Come Together«, «Loaded» — goce auditivo arrebatador y caleidoscópico —hasta la inevitable decaída post tocar el cielo con las drogas («I’m Comin’ Down» y “Damaged” —increíble influencia de los Rolling Stones a más no poder y sucesora espiritual de «I’m Losing More Than I’ll Ever Have”—). Bobby Gillespie tomó el espíritu underground del acid house y lo tornó como un producto rentable, como una pieza musical emblemática que abrió posibilidades tanto para músicos como para oyentes. The Chemical Brothers, Fatboy Slim y hasta Daft Punk encontraron el camino allanado para ser aceptados por el público masivo del rock. Un acto heroico por parte de Primal que cuestionó la mecánica y las ortodoxias de lo que constituye una banda en sí. «La verdad es que nunca pensé que sería un disco comercial», dice Gillespie. «Pensé que sería un álbum underground genial, como Tago Mago de Can. Pero luego empezó a recibir críticas increíbles y siguió vendiéndose y vendiéndose”.
La portada del Screamadelica —ilustración de la cara sonriente frita de Paul Cannell— ya es parte de la identidad gráfica de la cultura pop noventera. Pese a su mirada perdida e infantil, resultó ser una versión malévola de la smiley face —icono de la escena acid house— que posee una energía extremadamente seductora. Es como estar despierto durante días y estar despierto durante días en este disco significa estar expuesto a un prestigio sísmico que hasta el día de hoy no pasa de moda. Esta cara refleja la intensidad vívida de una época y los ojos abiertos son nuestros ojos sobre un fondo rojo que nos dicen que 30 años después que este disco es una verdadera locura — I’m gonna get deep down, deep down—.