Castañuelas y guitarras flamencas/portuguesas se apoderan de la creatividad The Cure en uno de sus…
Seventeen Seconds: The Cure encontrando rumbo en la oscuridad
Morgan Studios, 1980
Nadie se imaginó que luego del excelente debut con Three Imaginary Boys, con un sonido más orientado al after punk y decorado con interesantes melodías, vendrían tiempos de absoluta oscuridad y desconsuelo para The Cure. Seventeen Seconds dejaba entrever, desde su portada, que algo había cambiado, que ahora se presentarían con un aura fría y angustiante, dando inicio a una denominación que jamás se pudo apartar de la banda: ser representantes del gothic rock, por más que su propuesta no necesariamente transitó por ese camino.
Este nuevo andar musical no fue emprendido solo por Robert Smith; él encontró, en este disco, a su mayor aliado: Simon Gallup, un músico que siempre supo dar con las notas precisas que requerían las atmosféricas composiciones de Smith. ‘Play For Today’ podría definirse como el nacimiento formal de una las sociedades más prolíficas del rock, la dupla Smith/Gallup estaba más inspirada que nunca. Este tema siempre lo han tocado en vivo porque resulta claramente efectista, cuando el público corea sus características notas. Pero este increíble bajista no fue la única novedad del álbum. Matthieu Hartley se incorporó también y vino a completar esta lúgubre formación, aportando los climas esenciales que todo disco ambiental requiere.
La música de The Cure nunca ha requerido una excesiva distorsión ni de una batería poderosa para hacer daño; y el devenir de los temas de Seventeen Seconds así lo muestra. La simpleza del piano en ‘A Reflection’, o con el arpegio más sencillo de ‘In Your House’, The Cure es capaz de estremecer los cimientos mas sólidos de cualquier fan del rock clásico y hasta del metal. El minimalismo de ‘Secrets’ o ‘Three’ es monumental y no pasó desapercibido en ningún lugar del mundo, donde el cambio de sonido no les afectó y, por el contrario, llamó la atención de aquellos jóvenes que se sentían aislados del ruido excesivo que empezaba a emanar del rock. Este disco está repleto de una ‘economía de sonidos’ que refleja que con poco se puede llegar a generar fuertes tensiones.
Y qué decir de ‘A Forest’, el clásico que salió de este trabajo y que le dio un sello a The Cure. Un tema que evoca sensaciones desde sus primeros acordes y su sutil batería, la que cruza todo el álbum, hasta llegar a las inconfundibles notas de Gallup. Sonidos cortantes, casi como latigazos, una línea de bajo nerviosa, los teclados lúgubres y la voz de Robert contándonos la historia de una chica que se pierde en un bosque. Una canción que sigue una estructura de subida de intensidad hasta que Smith termina su parte vocal y que a partir de entonces, va perdiendo poco a poco los instrumentos, quedándose en último lugar la línea de bajo de cuatro acordes de Simon Gallup, en ocasiones muy alargada en los shows en vivo.
Para cerrar y manteniendo una total coherencia con el resto del disco, está ‘Seventeen Seconds’, la que igualmente sería solo el principio del oscuro camino que recién comenzaba a ser explorado por la banda. Faith y Pornography terminarían de coronar lo iniciado en esta obra, alimentando el mito creado en torno a The Cure, aunque ellos mismos se encargaran de desmitificarse con Kiss Me, Kiss me, Kiss Me o The Head on the Door. Pero eso vino después, porque hablar de Seventeen Seconds es nostalgia, soledad y tristeza, un camino que es reminiscente del sonido de Joy Division (sus verdaderos maestros) y que es recomendable para escuchar en esos días de otoño.