Si hay una banda que se extraña son los Fleet Foxes, esta agrupación de Seattle…
«Shore»: Fleet Foxes celebra la vida y a Víctor Jara en su nuevo álbum de estudio
Anti-, 2020
El mundo se ha detenido, las calles estaban vacías y la música se silenciaba ante el sonido incesante de las ambulancias que anunciaban la pandemia. Era abril y la banda de Seattle se veía con gran cantidad de material musical compuesto, al que le faltaba letra. Qué mejor momento, entonces, para volver a inspirarse en lo simple, en aquello que la modernidad opaca y que el encierro, curiosamente, sacó a la luz. En “Shore”, Robin Pecknold vio la oportunidad para “celebrar la vida en la cara de la muerte, como un alivio, como cuando tus pies tocan la arena de la playa” según sus propias palabras. En este nuevo disco, se encuentran muchos elementos que siguen la senda de los trabajos exitosos que ha lanzado Fleet Foxes y sus composiciones son delicadas armonías que crecen progresivamente. Las voces son prístinas, los coros son delicados, el folk sigue sofisticado en su simpleza, sonando casi espiritual; para nosotros, este álbum resulta más especial, porque Pecknold rinde homenaje a sus héroes musicales, como Arthur Russell, Curtis Mayfield , Nina Simone y Víctor Jara.
“Wading in Waist-High Water” es una pieza delicada que se construye progresivamente hacia la solemnidad de “Sunblind”. Hay pop encendido en “Young Man’s Game” y suavidad en las texturas de “Featherweight”, mientras que el brillo de “Quiet Air/Gioa” o el bálsamo que es “Going to the Sun Road”, nos permiten recoger ese halo de esperanza que atraviesa todo el disco. El track “Jara” es particularmente hermoso, aunque esa escucha se tiñe por la historia que conocemos y la emoción que nos produce que estrellas internacionales lo reconozcan, y esta canción no es la excepción; la estadounidense Meara O’Reilly crea un coro arrullador a partir de la voz de Pecknold, antes de que los riffs de mandolina se incorporen a una declaración de gloria hacia el cantautor chileno, elogiado como alguien que es más valiente que ellos: “Y cuando ves el primer signo de violencia, lo soportas con tanta fuerza”, canta Robin con su tono tenor, que se cuelan en medio de las texturas intricadas de la pista. Otra que sobresale en su propuesta es “Maestranza”, gracias a la manera de cantar, envolver y explotar; la voz de Pecknold brinca junto a la línea de bajo sincopado del coro, como casi ninguna banda lo hace hoy en día. Y “Cradling Mother, Cradling Woman” progresa hasta convertirse en una pequeña sinfonía que se sirve de un sample de la voz de Brian Wilson, mostrando la destreza compositiva de la banda.
En tiempos dolorosos, Fleet Foxes asoma como un paliativo, al cantarle a sus ídolos y al hacer el llamado a gozar de lo simple. Cuando la música tiene ese poder de quedarse junto a ti y hacerte sentir mejor, es que la magia se ha realizado, y Fleet Foxes lo logra en su nuevo disco el que, sin pandemia de por medio, habría tenido otro enfoque y, quizás, ni siquiera hubiera existido.