«Songs Of A Lost World»-The Cure (2024): la fragilidad como un espacio seguro
El regreso al estudio de The Cure era uno de los hitos más esperados por sus fans que, desde hace más de 15 años, esperaban nueva música por parte de los británicos. Sería imposible esperar lo contrario, si los liderados por Robert Smith se han convertido en una banda de culto que trasciende los géneros musicales. Sin embargo, a pesar de esa actitud musical camaleónica, la oscuridad e intimidad resalta como un denominador común a lo largo de sus discografía. «Songs Of A Lost World» no es la excepción y, para sorpresa/gusto de muchos, reúne gran parte de las características que más se aprecian de la banda en un trabajo condensado en ocho canciones muy bien logradas compuestas íntegramente por Robert Smith.
Es imposible no sentir ciertas similitudes en el comienzo de «Alone» a toda la vibra que entregó «Disintegration». Sintetizadores que llenan todo el espacio, baterías emocionantes cargadas de reverb, un piano sutil y guitarras melódicas se suman a la voz desgarradora de Smith. Y cómo se le extrañaba. Con una letra que anuncia desde el principio lo que podría considerarse como el final de la banda, la lírica avanza en una interrogante constante, donde resuena el mensaje de lo hecho en el pasado y el no saber qué deparará el futuro.
«And Nothing Is Forever» tiene a Roger O’Donnell como protagonista desde el inicio, con un piano y sintetizadores que se mantienen a lo largo de toda la canción con una vibra muy «Wish» donde las melodías repetitivas que funcionan como un gancho van atrapando al oyente. Nuevamente, se percibe la temática del «final», pero con una conclusión más esperanzadora.
Toques más electrónicos llegan en «A Fragile Thing», que se lanzó como segundo single del disco después de «Alone». El tiempo se acelera un poco y sentimos ese ambiente clásico de The Cure, donde Smith evoca romances descritos de forma concisa y con detalle. «Warsong» llega como uno de los puntos más altos del disco, con una melódica que se expande en la introducción del disco y un bajo distorsionado donde los acoples de cuerdas eléctricas van inundando todo mientras Smith narra en forma dramática las dinámicas de un conflicto.
De momento, nos encontramos con un formato de The Cure que parece recoger lo mejor de sus discos clásicos, entregando secciones que podrían tomarse como una retrospectiva que mira hacia los sonidos que los posicionaron como una de las bandas más influyentes de los últimos 40 años. «Drone:Nodrone» tiene esa actitud en la cara donde la impronta vocal en primera persona, característica de Smith, brilla al proyectar momentos de incertidumbre y ansiedad en medio de un tempo acelerado.
La muerte es una fuerte fuente de inspiración para este disco, y puede que «I Can Never Say Goodbye» sea de las canciones más personales de este trabajo, donde Smith habla acerca de la muerte de su hermano, al ritmo de una melancólica pieza de piano que se va fundiendo a medida que entra el resto de la banda.
«All I Ever Am» es un track menos complejo que los demás, con un desarrollo accesible y ágil que le entrega más dinamismo al disco. Luego, llega «Endsong» como corte final donde parecen condensarse todos los recursos del álbum (sobre todo los sintetizadores delicados que son marca registrada de The Cure en una sentida intro de larga duración instrumental. Se siente con creces que este álbum concentra distintas reflexiones acerca de la muerte y vida, además del paso de los años y lo que implica envejecer, que hacen que esta canción sea un perfecto cierre para el álbum.
Ojalá no sea así, pero si este resultara ser la despedida de la banda del estudio de grabación, podría decirse que cuelgan los guantes con un trabajo de primer nivel. Y es cierto también que hasta podría considerarse como un esfuerzo donde Smith resalta más que cualquier otro miembro de la banda. Sin embargo, a esta altura, el concepto de lo que implica The Cure va más allá de sus integrantes y sus aportes. The Cure es expandirse, probar, romperse, rearmarse y hacer de nuestra oscuridad un espacio seguro en donde habitar la fragilidad, perdiendo el miedo de expresarla.