Steven Wilson en Chile: Progresiva sinestesia

Steven Wilson en Chile: Progresiva sinestesia

“Por petición exclusiva del artista, les solicitamos no hacer fotografías ni grabar el show. Disfruta del espectáculo”. Con este mensaje eran recibidas las miles de personas que colmaron el Teatro Caupolicán para el regreso en gloria y majestad de Steven Wilson. Y así fue. Nada de selfies y fotografías que interrumpieran la visión. Solo compenetración y sentidos alineados para lo que fue la noche más redonda del inglés en Chile.

Un collage de imágenes con distintas palabras que partían desde la mentira hasta la verdad comenzó a calentar el ambiente del coliseo capitalino. Y con “To The Bone” el público explotó y se dio el vamos al concierto, que tuvo algunos problemas de sonidos en los primeros dos minutos, pero que la producción supo arreglar en el momento justo. La catarsis en la que nos sumergió Wilson en la introducción, que dicho sea de paso, nuevamente estuvo descalzo, presagió que la noche sería brillante.

“Nowhere Now” siguió a la canción que da título al quinto disco del productor y a la propia gira y con una impecable puesta en escena se mostró en la parte trasera del escenario el video grabado en el norte de Chile. Un espectacular aliciente para el público nacional que disfrutó de las imágenes grabadas en el desierto de Atacama a través de la banda sonora del ex Porcupine Tree.

El británico sabe hacer un buen negocio con su música y puede recorrer un espectro muy amplio con ella. Con “Pariah” y la voz de Nine Tayeb de fondo, demuestra su capacidad incalculable de hacer una armonía y concordancia para sus seguidores para luego deleitarse con la futurista Regret #9 y la explosión de una antigua conocida de Porcupine Tree: “The Creator Has a Mastertape”. No obstante, Wilson no estaba solo para tocar sino que también para hacer reír y eso lo demostró con sus diferentes frases en las cuales pidió que los asistentes no estuviesen sentados: “de pie”, aclamó y como si fuese al unísono todos estaban precisamente de pie escuchando al vocalista para demostrar por qué es uno de los mejores haciendo rock progresivo. La primera mitad abordó mucho de su reciente trabajo donde destacó muy bien la banda que lo acompaña pero con una lograda y aplaudida presentación de su guitarrista Alex Hutchings y el tecladista Adam Holzman (sí, el mismo que ha trabajado con Miles Davis en más de alguna ocasión). 15 minutos de descanso y se venía el segundo tiempo de una larga velada, en donde hasta un gato se paseó por el escenario para luego perderse cerca de donde se encontraba el bajista Nick Beggs.

“Arriving Somewhere But Not Here” de su ex banda encendió nuevamente el Caupolicán que parecía una caldera en esos momentos. El volver a tocar esa canción de Porcupine nos recordó esa bella época donde Pink Floyd daba cátedra al mundo de cómo era ser precisos, virtuosos e inteligentes en la música. “Chicos, esta es una Fender del 63. Sí, parecida a la de Clapton. Miren, tiene distorsión”. La gente sonríe, pero el mensaje atacaba directamente a muchos jóvenes que han dejado de lado la guitarra para hacer otro tipo de música. Los asistentes, se preguntaban por qué está tan contento Wilson, siendo que en otras ocasiones fue más cauteloso a la hora de entablar una relación con su público. Sin embargo, la respuesta era evidente, los chilenos son los más fanáticos del mundo según dicta el Spotify del londinense.

¿Abba o Beatles? ¿Bowie o Prince? ¿Quiénes son más pop? Wilson dejó las interrogantes y nos vuelca a otro estado con “Permaniting”, una de sus canciones más pop que ostenta su último larga duración y que repletó de colores el reducto ubicado en San Diego. La sonrisa y las muestras de agradecimientos se dieron durante todo el concierto, dando mucho espacio para que fuese un show íntimo. Wilson sabe cómo calcular los momentos de éxtasis y con ello llegó el momento para que “Lazarus” de PT fuese coreada a más no poder. Ya que no se permitía el uso de celular u otro artefacto tecnológico para captar el momento, se dio un instante de gloria para aquellos que disfrutan de un concierto, como se dice en buen chileno: “a la vieja escuela”.

En tres horas de concierto, Steven Wilson y compañía nos sedujo con su rock progresivo, baladas y pop. El británico estuvo brillante en cada momento y su banda no fue solo un acompañante sino que supieron ser responsables y protagonistas para convertirse en un solo único. El show, para muchos de los presentes, ha sido el mejor que ha dado en Chile ya que exhibió potencia y emotividad. Fue desde Led Zeppelin y Deep Purple hasta Pink Floyd y Bowie. Wilson sabe condensar sus gustos y con ello crear algo nuevo que nos hace volar y sumergirnos en un trance de melodías. Sin más letras y palabras, la sinestesia del inglés es emotiva y explosiva. Fin.

Por Bastián Cifuentes

Setlist:

Nacion Rock

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