Stone Temple Pilots: «Perdida» (2020)
Rhino, 2020
Hace un par de años que a Stone Temple Pilots le volvió a picar el bichito del acústico. Primero empezó por un concierto que quiso rememorar de alguna forma ese formato que engrandeció aún más a la banda en los ’90 junto a Scott Weiland, en una década en que las bandas grunge y post grunge refinaban su sonido a punta de melancólicos arpegios, sentimientos desgarradoramente honestos en sus letras y enchufes dejados de lado. Fue con su nuevo vocalista, Jeff Gutt (que sigue en la mira y cuestionado por la amarga y tremenda responsabilidad de suplir a una figura como Weiland) que lo intentaron una vez más, pero esta vez, llevándolo a un disco con un puñado de canciones originales, y que en el global sacan más o menos bien adelante la tarea, con canciones sencillas y emotivas, para nada exento de lo que ha sido el ADN histórico de la banda de los hermanos De Leo, Kretz y el nuevo cantante, aunque también hay cosas extrañas un poco salidas del libreto que como que no encajaron mucho a decir verdad.
Y es que el ex concursante de X Factor, sin duda tiene una buena voz, y puedes escucharlo intentar desatar sus líneas de melodía de una manera muy similar a Weiland (la delgada línea entre el homenaje y el»clon» a veces da algo de pudor) lo que juega finalmente en contra de la nueva voz de la banda ya que suena bien, pero lo que nunca encuentra realmente es su propia identidad. Es con «Fare Thee Well», una bonita canción, que se abre caminos en el disco STP en un tema que habla sobre el final de una relación. «Three Wishes», con bellos rasgueos, tamborileos pacificados y notas bluseras de Dean De Leo nos deja una de las mejores del disco. Hasta acá hay todo esencia noventera y de verdad se agradece.
Fue un ejercicio un poco arriesgado incluir flautas, teclados, o el Marxophone y otros instrumentos que la banda no maneja tan bien en sus discos. Lo mejor que encontramos son aquellas guitarras acústicas al estilo de Zeppelin, donde ahí se preserva un poco la personalidad de la banda plasmada en esos pasajes acústicos que disco a disco han sabido encontrar y encantar a sus fans. El cliché es otra cosa muy innecesaria: en vez de cantar sobre la ansiedad y angustia genérica del grunge, Gutt opta por cantar letras directas sobre el amor, pero con demasiado espíritu adolescente («She’s My Queen», «Perdida»). Y cuando tratan de jugar a los Jethro Tull pierde algo de sentido el álbum, como es el caso de «Years» que suena a un corte reminiscente del progresivo setentero, para nada propio de la banda. Sin embargo, hay momentos cautivantes como «You Found Yourself While Losing Your Heart», aunque —nuevamente— la imagen de Weiland (esa de aquella cantando las acústicas meciéndose en su silla se nos aparece cual fantasma). ¿Es ese el propósito de la banda? Si es así están muy equivocados si quieren seguir avanzando.
Es difícil para una banda como STP volver a encontrarse, y doloroso, además. Y de corazón esperamos que quizás «Perdida» funcione como catalizador de ello. La idea del acústico quizá se pensó como un disco sanador de alma, más que un ejemplo de un álbum acústico que haga historia. Un poco de calma después de tantas tormentas emocionales no viene mal, pero de alguna manera creemos que la banda puede ir por más desligándose de sus fantasmas.
Por Patricio Avendaño R.