Stratovarius en Chile: Destellos en la oscuridad
Seis años pasaron para que Stratovarius volviera a Chile y vaya que los extrañábamos por estos lados. La banda finlandesa siempre ha sido muy querida en nuestro país y el público así lo demostró en esta noche de noviembre en el Teatro Caupolicán coreando y ovacionando a una banda que desde 1984 viene haciendo esta música que ha unido a varias generaciones en torno a un estilo melódico y armonioso como es el Power Metal. 3.500 fans llenaron virtualmente el lugar, listos y dispuestos a disfrutar de clásicos y temas nuevos, quienes estuvieron en el teatro pese a las complicaciones para llegar y sobre todo para volver a sus hogares. El show estaba programado para las 20:30 hrs., por lo que 10 minutos antes de la hora indicada el ambiente ya estaba encendido, incluso para botar un poco de ansiedad, gran parte del sector cancha corearon por unos minutos el ya clásico y tradicional “el que no salta es paco”, que tanto escuchamos en las manifestaciones en las calles de nuestras ciudades.
Luces en off y comenzaba la introducción del show. Eran las 20:31 de a poco comenzaban a asomarse los músicos en el escenario. El primero fue Rolf Pilve, baterista que desde el año 2013 tiene la difícil labor de reemplazar al mítico Jörg Michael. Luego entraron Matias Kupiainen y Lauri Porra, que también forman parte de las “nuevas” generaciones dentro de la banda. Luego fue el turno de los dos más antiguos e influyentes músicos de la banda, Jens Johansson y Timo Kotipelto, dos estandartes de Stratovarius. Eagleheart fue el tema inicial de un setlist muy bien elegido para un público que sigue a la banda desde sus inicios. Esta canción debe ser una de las más icónicas en la nueva era de Stratovarius luego de la crisis interna que sufrió a principios de este siglo. Buen comienzo, con una alineación que tiene más que ensayada cada una de sus canciones. Destacando de inmediato el fiato de Rolf Pilve con el resto de los músicos, cosa que no se vio en su último show en Club Blondie en pleno invierno de 2013.
Sin previo aviso comenzó Phoenix, que realmente es un temazo. Pertenece al disco Infinite y pareciera estar hecho para tocarlo en vivo, ya que tiene el típico coro pegajoso y fases que permiten que el público se una a la melodía y cambios de ritmo. La efervescencia de todo el público fue percibida por los finlandeses y el carismático Kotipelto lo hacía notar con gestos de agradecimiento. Ahora era el turno de una canción del último trabajo, hablamos del tema llamado Oblivion, que con una atmósfera más pausada sirvió para tomar un poco de aire luego del desenfreno de Phoenix. Oblivion es reflejo de lo que está haciendo Stratovarius en sus últimos discos, aunque sin alejarse de la esencia que heredaron sus fundadores. Shine in the Dark también mantuvo la atención de los fieles fans, creando un espacio para detenerse a escuchar y poner atención a la ejecución de los finlandeses en el escenario. Cosa que muchas veces pasa con los temas no tan “highligts” es precisamente eso, se transforman en espacios para fijar la mirada y el oído en otros detalles del show. De todas maneras hasta ese punto el concierto era todo un éxito, entretenido, dinámico y con un sonido más que aceptable.
Luego, sin pausas ni introducción comenzó la entrañable S.O.S, que vino como anillo al dedo para una serie de clásicos que se vendrían después. Destiny, un disco que marcó una generación y que ayer estuvo presente en el Caupolicán lo disfrutó con todo. Un tema sencillo, amable y que en vivo siempre funciona. Luego Timo Kotipelto presentó a Matias Kupiainen, que hizo un sólo demostrando su habilidad con la guitarra. Este solo sirvió para entrar de lleno a Paradise, del disco Visions, que posiblemente sea junto a Episode y Destiny, uno de los discos más valorados de la época de oro de los de Helsinki. De hecho, Visions fue fundamental ayer en el Teatro Caupolicán para los amantes de ese disco. Una vez más la audiencia sacó toda su pasión a través de sus gargantas para corear junto a Timo Kotipelto prácticamente toda la canción.
Ahora se venía primera balada de la noche. 4000 Rainy Nights también nos transportó a algunos años atrás y confirmó una vez más que Kotipelto está en perfectas condiciones. Luego vendría el solo del bajista Lauri Porra, que tal como lo hizo en 2013, tocó una especie de cueca que fue acompañada por las palmas de los asistentes. Luego llegaría quizás uno de los momentos más especiales de la noche. Un himno comenzaba a sonar y nadie quedaba indiferente. Visions (Southern Cross), del disco que lleva el mismo nombre sonaba en el Teatro Caupolicán dejando a todos expectantes por los 10 minutos y 20 segundos que restaban y que en verdad se pasaron volando. Un tema que marcamos como uno de los hitos de la noche, y como buena canción de larga duración te lleva a distintos tiempos y atmósferas, que cuando se logran bien en vivo, se agradece.
Ya sabemos lo que vale y pesa Jens Johansson en la historia del Heavy Metal, por lo que verlo tocar en vivo es siempre un placer. Luego de la presentación de Timo, comenzó un solo muy virtuoso, pero sin entrar en excesos. Todos sabíamos o sospechábamos lo que se venía. Es casi una tradición que después de un solo de Jens venga la obra de arte del Visions, hablamos de Black Diamond, que con ese teclado insigne prende al público como si de un momento a otro se prendiera una mecha. ¿Qué decir de esta canción que no se haya dicho antes? Simplemente espectacular y vibrante. Hermosa, emocionante, épica. Forever, esa balada que hace 20 años nos hacía prender encendedores para cantarla junto a Timo, pero que ahora reemplazamos por celulares, nos dejó como siempre con la lágrima a punto de salir de nuestros ojos. Ver todo un Caupolicán iluminado mientras se entonaba esta bella canción del Episode no tiene precio.
El solo de batería serviría como una introducción al siguiente tema. Como si no bastara con los himnos que ya habíamos gozado, Kiss of Judas venía a confirmar que este era uno de los mejores conciertos de Stratovarius en Chile. Cantada de principio a fin por los 3.500 fans presentes, dejó una de las mejores sensaciones de la jornada. Unbreakable y Hunting High and Low fueron el broche de oro para el regreso de Stratovarius a Chile. Dos temas calados y bien prendidos para darle el final que correspondía a una fiesta del Power Metal. En aproximadamente hora y media, los finlandeses nos demostraron que están en un momento espectacular, que si bien han pasado los años, están vigentes y dispuestos a seguir deleitando a sus seguidores por todo el mundo.
Por Jorge Silva C.