«Surrender»: el disco más entretenido de los Chemical Brothers

«Surrender»: el disco más entretenido de los Chemical Brothers

Freestyle Dust / Virgin Records / Astralwerks, 1999

Si hay algo que vamos a elogiar siempre de los Chemical Brothers es su absoluta capacidad de atraparte y hacer entrenida la electrónica. Desde fines de los noventa que se transformaron en puentes del sonido de las máquinas, sabiendo rendir culto a grandes influencias , pero llevarlo a terrenos alternativos y porqué no decirlo: rockeros.  Nunca este estilo tuvo más «onda» que con ellos en esta etapa, y en eso sus colegas de Daft Punk también tienen mucho que decir al respecto, pero «Surrender» es el epítome del favor hacia sus fans con el fin de entretener  y muchos temas de ahí ya se han marcado un sitial de clásicos transversal al rock/pop.

«Music: Response», el comienzo del álbum, comienza como un viaje Kraftwerkiano, la banda madre de todo esto, y que se emula durante todo su recorrido. Pero no hay que restar crédito, es el ingenio de Tom Rowlands y Ed Simons, los hermanos químicos, es el que le otorga una versión rejuvenecida a los mentores. El estado de ánimo continúa con «Under the Influence» con más noodlings de estilo Kraftwerk.  «The Sunshine Underground» recupera la épica dejada en su otra gran placa «Dig Your Own Hole», con un viaje de ocho minutos y medio a través de tonos de repique, sonidos de flauta flotantes y sintetizadores que se entrelazan con la más breve de las voces soñadoras al más puro estilo de Orbital. La curiosa «Orange Wedge» donde perros y gatos robotizados entran en pleito y minimalistas percusiones hacen un break muy divertido o en «Got Glint» nos llevan a un pegadísimo viaje intergaláctico de buenísimos synths.

Es el álbum en que todos querían estar así pareciese: apariciones especiales de superestrellas, y ninguna más relevante históricamente que «Out of Control» con Bernard Sumner de New Order en la voz, es decir, una de sus influencias máximas viniendo de la escuela de la electrónica Manchesteriana para servir de soporte para provocar lo que fue uno de sus mayores hits.  The Chemicals comparte con sus predecesores de Manchester una obsesión por los ritmos hipnóticos, melódicos y de baile, por cierto también acá con la ayuda de otro grande en la sucesión de la dinastía de todo un sonido como Bobby Gillespie de Primal Scream; pero «Surrender» también nos regala otro tema de síntoma clásico: un himno psicodélico al estilo de los Beatles en «Let Forever Be», enganchando la canción con «Tomorrow Never Knows» de Revolver, y con -nuevamente como fuera en su disco anterior-Noel Gallagher en la voz, un amigo de siempre de la banda, quien no pudo estar más fascinado de cantar algo relacionado a los cuatro famosos de Liverpool. El caso de ‘Hey Boy, Hey Girl’ es cuento aparte, los Chemical conquistaron las pistas de baile definitivamente con esa maravilla techno/dance que va a mil por hora con el que es hasta ahora su hit más reconocido.

Hay algo bien cierto que en boca de los propios integrantes ha sido dicho: «Los discos que hicimos tuvieron un gran impacto en una gran cantidad de música», dijo Rowlands a CMJ New Music Monthly en el momento del lanzamiento de Surrender. «Y ahora, al hacer este disco, sentimos lo mismo: hemos tenido que inventar un nuevo lugar para ello. Los primeros dos álbumes fueron discos de baile conscientemente funcionales, dispuestos con aspectos técnicos como latidos por minuto en mente, que también lograron infiltrarse en la esfera pop. The Surrender, por otro lado, estaba más compuesto por los estados de ánimo, el tono del disco y hacia dónde podría llevarlo», dijo Rowlands.

Pese a todas las evidentes técnicas electrónicas usadas en este disco, «Surrender» suena a disco de rock, porque tiene actitud e innovación y elementos punzantes que hacen de él algo así, orgánico. Ya son más de 20 años y su frescura está intacta. Ya es clásico.

Por Patricio Avendaño R.

Patricio Avendaño

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