“The Book of Taliesyn”: el primigenio segundo paso de Deep Purple
Tetragrammaton Records, 1968
En los 60’s Deep Purple era muy diferente a cómo lo conocemos. La primera formación es casi una banda diferente a lo que nos entregó su siguiente encarnación, cargada a los éxitos rutilantes que se direccionaron al rock pesado, con la llegada del vocalista Ian Gillan y el bajista Roger Glover. Antes de ello todo era mucho más colorido y con cortes de pelo beetlesco, por supuesto acorde a la época en que se encontraban.
La columna vertebral fue siempre la misma: Ritchie Blackmore en guitarra, Ian Paice en batería y Jon Lord en teclados; ecuación completaba Rod Evans en voces y Nick Simper en las cuatro cuerdas. Se lanzaron a las grandes ligas con un modesto debut: Shades of Deep Purple (julio de 1968 en Estados Unidos, septiembre de 1968 en Reino Unido). Del que se desprendió su primer éxito, Hush, original de Billy Joe Royal —parte vital del bis de cada concierto desde hace un par de décadas. Tratándose de una agrupación nueva, allí primó la máxima de que casi la mitad del material fuesen covers.
Y del mismo modo funcionó para el sucesor: The Book of Taliesyn (octubre de 1968 en Estados Unidos, junio de 1969 en Reino Unido) —aunque aquí fue porque venían regresando de una gira americana, promocionando su ópera prima, y de vuelta el sello discográfico ya les estaba exigiendo una nueva entrega antes de que terminase el año; y con el reloj en contra optaron por cuatro canciones propias, junto con tres re-versiones. Acuartelados en los Estudios De Lane Lea, en Londres, tras las perillas se encontró Derek Lawrence; siguiendo la tradición de ese entonces. Por título se basaron en El libro de Taliesin —recopilación del mítico y más antiguo poeta galés (siglo VI); con una acertada portada, detalladísima, de tintes arturescos.
Listen, Learn, Read On da el puntapié inicial, en sintonía sicodélica, que decanta en un punto alto: Wring That Neck —conocida como Hard Road a este lado del Atlántico; espantados por aquello de retorcer ese cuello, que en realidad se refería al cuello de la guitarra. Una desenfrenada muestra instrumental, que ya perfilaba el potencial de la dupla Lord / Blackmore, que se aproxima al sonido que adoptarían los púrpuras —la única de esta colección que, de modo esporádico, sale a colación en vivo hasta la fecha.
Kentucky Woman, original de Neil Diamond, fue pensada como carta fuerte promocional; intentando emular la buena racha obtenida por la ya mencionada Hush, aunque no se reflejó en los rankings. Recientemente fue desempolvada por Quentin Tarantino, en su última cinta Once Upon a Time in Hollywood (2019), aunque apenas aparece un par de segundos en pantalla —opacada otra vez por Hush, que tiene mejor posición allí. Y tras una introducción, de nombre Exposition, asoma We Can Work It Out prestada de The Beatles —la cual no se tenía contemplada en un comienzo, pero tras palabras de elogios de Paul McCartney a un anterior cover de Help!, llegó a la selección final.
Shield, cargada a la percusión, le abre cancha al mejor legado original de Evans tras el micrófono: Anthem —título mezquino para una canción de ese calibre. Una melancólica añoranza con infinidad de arreglos que llegan a lo progresivo, y que hasta roza lo barroco; con Lord a cargo del acompañamiento de cuerdas —dando señales de lo que sería capaz de hacer al año siguiente, con lo que se conoce como la primera incursión de rock sinfónico: Concerto for Group and Orchestra, en directo desde el Royal Albert Hall. River Deep, Mountain High es la encargada de bajar el telón, en una empinada versión por sobre los diez minutos sacada del catálogo de Ike & Tina Turner —recortadísima para quedar como el segundo y último single de la placa.
Todavía en búsqueda de su sonido, cada vez le perdían más el miedo a la experimentación y nuevas fórmulas; ideal para chiquillos que se movían entre los 20 y 23 años —con la excepción del tecladista, un poco mayor. The Book of Taliesyn es el perfecto medio recorrido, de este arco de tres partes que completaría el disco homónimo de 1969, para el fogueo antes de que se comiesen el mundo —cortesía del mercado estadounidense, a diferencia de su país natal como se podría pensar, que desde el comienzo los recibió de brazos abiertos. Lo demás ya es historia conocida.