The Jesus and Mary Chain en Chile: La nostalgia es más fuerte
The Jesus and Mary Chain en Chile, jueves 22 de mayo 2014, Teatro La Cúpula, Parque O’Higgins
La segunda visita de The Jesus and Mary Chain a Chile estuvo marcada por una serie de actividades que ha tenido la ya legendaria banda escocesa durante este último tiempo, los reformados padres del noise y del shoegaze no llegaron con disco nuevo bajo el brazo, como es el común de las visitas que acostumbramos a recibir, sino que más que nada estuvo enlazado a su regreso a los escenarios y a una serie de lanzamientos recopilatorios y, esta vez, a la nostalgia de simplemente poner énfasis en desprender en vivo sus más grandes clásicos; y eso, claramente, hizo más atractiva la expectativa al show que pudimos presenciar anoche en La Cúpula del Parque O’Higgins.
El retraso de alrededor de 25 minutos sirvió para que más gente pudiera llegar a tiempo para presenciar su concierto, en una Cúpula que podríamos decir que albergó la cantidad de gente precisa para que no se “notara pobreza” en la convocatoria, también las tribunas estaban bastante ocupadas con la gente que quiso admirarlos de lejos pero de una forma más tranquila.
30 años de carrera que pueden ejemplificar la evolución de la banda, en un show que dista bastante a decir verdad de las seminales presentaciones de los europeos, donde recordadas son sus performances de espalda al público, desatando la ira con sus instrumentos y causando verdaderos caos entre la multitud. Esta vez, con una reformada banda compuesta siempre por la dupla de hermanos líderes Jim y William Reid, más el soporte sólido del guitarrista Mark Crozer, el bajista Phil King y el baterista Brian Young, los Jesus nos brindaron un set prácticamente calcado a su show en Argentina –y al de su pasada anterior por acá inmersa en el festival SUE-, donde cumplieron, pero sin las dosis de estridencia y feedbacks que tan singulares los hicieron en sus inicios.
Y esa es la carencia más notoria, que viene desde hace un tiempo mostrándose con sus directos, haciendo un paralelo con sus símiles de Sonic Youth, por ejemplo, donde la banda de Thurston Moore y Kim Gordon no escatiman en desplegar toda su bulla, reverberación y actitud que hace de su espectáculo una experiencia de catarsis a otro nivel. Los Jesus apuestan más a sus melodías y juegos vocales siempre de agrado, pero es en el factor ruido, donde se extraña el plus que pudieran tener y que se agradece en bandas de su calibre.
Y decimos esto porque su show se basó en gran parte en el repertorio de canciones de sus primeros discos, del aclamado debut “Psychocandy”(1985), por ejemplo, el disco más ruidoso, de esta inolvidable placa sonaron ‘Just Like Honey’, ‘The Hardest Walk’ y ‘Taste of Cindy’ casi al final como poniendo el broche de oro para los más fieles del sonido de cuna y de lo que representó esta placa; ‘Head On’ del «Automatic» (1989) sirvió para encender un poco el fuego al principio, luego de una apertura con ‘Snakedriver’ que sólo funcionó para que la banda acomodara sonido y micrófonos (muy floja la interpretación de Reid en esta canción, pero fue mejorando con el recorrido del show). Del mismo disco sonó ‘Blues for a Gun’ muy coreada sobre todo en la parte delantera, donde por suerte pudimos acomodarnos.
Hubieron feedbacks de guitarras que incitaban a la emoción, y unas salidas de madre notables de parte del batero que causaron los gritos y ovaciones en la audiencia, que aunque estuvo muy atenta a cada uno de los acordes de la banda, nunca se vio tan prendida tampoco. Reid casi como haciendo honor al shoegaze tan característico de él nunca tuvo demasiada interacción con su gente tampoco, salvo para dar las gracias casi en canción tras canción y juguetear tanto con el mástil del micrófono que casi se transformó en una manía en abuso. La diferencia la marcó su tema elegido para el cierre: ‘Reverence’, donde las luces y la vibra instrumental muy afiatada en equipo que tiene esta canción en vivo excitó más que casi todo el resto del show, en un cierre bastante bien elegido históricamente.
Quizá algunos factores de los antes mencionados desmedraron algo su presentación, pero no cabe duda que a la vez era imposible no emocionarse al tener ahí delante a una banda que tanto ha influido al rock desde su aparición, acá parecía ver un recuento del indie rock actual, donde a la cabeza se nos vienen de inmediato bandas como Black Rebel Motorcycle Club, Palma Violets, Pixies o Pavement, sólo por contar algunas.
Más que noise y explosión, lo de Jesus fue nostalgia, un claro retorno a nuestra infancia y a todo un movimiento que siempre vale la pena rescatar, en una no tan atrevida, pero al fin y al cabo, grata dosis de rock’n roll para un jueves por la noche.
Fotos: Alejandra Briones G.