The Killers en Lollapalooza Chile 2018: Una lección de espectáculo
Lo de The Killers es cosa seria. Tanto así, que el gran el entusiasmo y onda que despidió su show en el último día de Lollapalooza 2018, hizo olvidar la decepción que Liam Gallagher había causado unas horas antes. Con un sonido contundente, un cantante entregado a mil y un espectáculo basado en la esencia más pura de la banda, tuvimos una buena dosis de sobrecarga sonora y visual muy del estilo Las Vegas. Porque eso es el alma de The Killers, el show a gran escala, producido, glamoroso, y es lo que mejor saben transmitir.
De traje negro y plateado en buena parte del evento, Brandon Flowers entró en escena tras una lluvia de papeles de colores que permitieron el rápido enganche de toda la afición que salía de lo de Lana del Rey y de la fiesta electrónica que se vivió toda la jornada en el Movistar Arena, más toda la que llevaba más de una hora esperando en el prado del parque. Abrió el setlist el soul sintético de “The Man”, mientras que en un discreto español nos señalaba un “Bienvenidos a nuestro maravilloso maravilloso show”, justo antes de “Somebody Told Me”. La afirmación daba cuenta de su último aclamado disco, “Wonderful Wonderful”, del cual, curiosamente, se incluyeron solo tres canciones. No venía a mostrar nada, venía a consolidar lo que ya era, pues cuando vino a Lollapalooza como solista no logró la misma respuesta de la afición, pues su mejor versión es en The Killers.
Brandon se paseó con mucha energía por todo el escenario, saltó y posó para las cámaras, al tiempo que hacía lucir la colorida escenografía, con los símbolos del hombre y las mujeres; una sutil forma de señalar que él era quien controlaba el show.
“Spaceman” y “The Way It Was” pasaron ágiles y dejaron espacio para el lucimiento de los juegos de láser y neón que inundaron el escenario. “Shot at the Night” pasó cancina hasta “Run for Cover”, un post punk dulzón que pertenece al último disco y que nos hizo percatarnos que Dave Keuning y Mark Stoermer, guitarrista y bajista respectivamente, no giraron y están limitando su aporte a la banda solamente en estudio. Después vino “Jenny Was a Friend of Mine” que aportó más láser y diversión al juego escénico de Brandon; haciendo gala de su buena voz, subió y bajó el tono en “Smile Like You Mean It” y “For Reasons Unknown”. Hasta aquí, quedaba manifiesto el por qué The Killers es uno de los números más buscados para los festivales de rock.
“Miss Atomic Bomb” y “Human” se presentaron como dos cargas de pop poderoso, mientras que “A Dustyland Fairytale” tuvo su inicio lento y de recursos simples, para luego estallar en otra dosis directa de canción de estadio. Y la sorpresa vino cuando Brandon hizo un intento con “Wonderwall” de Oasis, haciendo gala de su buen humor pues sabía el bochorno que había ocurrido un rato antes. Sólo con un rasgueo de guitarras logró que el público coreara el clásico de la banda inglesa y sacara aplausos espontáneos por el esfuerzo. «Is my king» vociferó al final, refiriéndose a Liam porsupuesto, causando risas y silbatinas a partes iguales.
“Runaways” y “Read My Mind” pasaron del pop a la sensibilidad soft rock, para continuar con “All These Things I’ve Done”, tema que permitió el lucimiento de las coristas. El encore fue con “The Calling”, la emotiva “When You Were Young” y la estocada final fue “Mr. Brightside” con un Flowers transformado.
The Killers dejaron el ánimo por las nubes, pues en eso son especialistas; aunque la formación original no giró, Brandon siempre se las arregla para ser el hombre ancla a la hora de dictar una cátedra de cómo hacer un espectáculo en grande para festivales y shows en vivo. Por algo nacieron en la ciudad que nunca duerme, por algo su entrega está cargada de pirotecnia, elegancia, voz y, más encima, muy buenas canciones. Cierre redondo.
Macarena Polanco G.