King Gizzard & Lizard Wizard seguramente pronto entrarán en los libros de récords por ser…
The Silver Cord: Atrapados en las miles y miles de capas de electrónica de King Gizzard & The Lizard Wizard
KGLW, 2023
Si estabas muy contento porque el Gizzverse o el universo musical de King Gizzard And The Lizard Wizard nos había regalado un disco muy metal (con Petrodragonic...) el segundo disco de la banda en el año te podría defraudar un poco, solo si te gusta ese solo estilo en la banda, ya que acá abrazan completamente los sintetizadores a través de 14 pistas, siendo las primeras siete las mismas que las siguientes, pero es que las primeras son más apropiadas para personas con TDA (o déficit atencional musical largo o anti-progresivo), ya que de ahí en adelante se largan con los mismos títulos pero en versiones más extensas y que requieren de mayor paciencia.
Pero es ahí justamente donde el disco se pone más interesante con temas más oscilantes y capas tras capas de electrónica pura y dura, mas en la sintonía Kraftwerkiana y Tangerine Dreamesca que las de Daft Punk, Air o Justice, como para ir despejando algunas equis acerca de qué tipo de electrónica escucharemos.
Está un poco claro que ambos álbumes están pensados como una experiencia, y si eres fanático de la electrónica mezclada con psicodelia este es un álbum que te podría agradar bastante, quizá como lo hizo Butterfly 3000, hace un par de años, pero más. El experimento principalmente surge del baterista Michael Cavanagh, que está metido en todo esto de los instrumentos vintage, como aquella batería Simmons, un elemento básico de los videos musicales de los 80 y un juguete nuevo e intrigante para la banda, «Tiene este pequeño cerebro ‘electrónico’ al que se conectan todos los pads de batería, y aunque los sonidos que puede producir son bastante rudimentarios, pronto decidimos que queríamos comprometernos con él como sonido de batería para este próximo disco», explicó el vocalista Stu. Mackenzie.
«Colocamos el kit Simmons de Cav en el centro de la habitación», añadió. “Y luego arrastramos todos los sintetizadores que teníamos en el espacio de práctica o en nuestras casas al estudio y los conectamos todo. Fue caótico. Para ser honesto, probablemente fue el mejor aspecto que jamás haya tenido nuestro estudio”.
Es así como en un ejercicio tan retro como el de la portada escuchamos cosas como «Theia» que en su versión corta atrapa algo, pero en los más de 20 minutos de la extended te manda de viaje al alucinante mundo synthgaláctico que ofrecen. Lo propio con «Set» o «Gilgamesh» o la propia «The Silver Cord», con momentos rutilantes y muy lisérgicos. Y en realidad todos los tracks avanzan así, por lo que es difícil concebir ambos discos como entes separados o comentarlos por track. Son estupendas suites electrónicas de acid house y a ratos IDM o trozos bien vanguardistas y kraut que te envuelven, se revuelcan y fusionan entre ellos y se contraponen. Si te armas de paciencia, el disco te puede atrapar fuerte entre sus capas electromagnéticas. Y si bien no es su disco mejor aventurado, es una experiencia alucinante sin duda en largos trazos, y nos da cuenta de lo diametralmente opuesta que puede ser la banda para parir música, en pleno 2023.