Disco Inmortal: The Smashing Pumpkins – Mellon Collie and the Infinite Sadness (1995)
Virgin Records, 1995
Fue el proyecto más ambicioso y realizado en lo que muchos consideramos el epítome de su carrera, autocatalogado por la misma banda como el «The Wall» de los noventa, Mellon Collie and the Infinite Sadness se convirtió en un disco clave del rock alternativo norteamericano y para muchos la mejor obra de la banda de Chicago liderada por el genio compositor Billy Corgan.
La diferencia de este disco de sus anteriores es que acá Billy Corgan si bien fue el principal compositor, también le dio cabida a los demás músicos, quienes pudieron reclamar su derecho tanto como compositores que como arreglistas en muchas canciones. En discos pasados la obsesión de Corgan por componerlo prácticamente todo terminó por desencontrar a muchos de sus integrantes.
Disco 1 : Dawn to Dusk
Quedando divivido de esta forma, el primer disco como Dawn to Dusk y el segundo como Twilight to Starlight, el disco se concibió como una forma semiconceptual de abordar el ciclo de la vida y la muerte, desde el punto de vista de la condena que tenemos todos al pasar por este mundo y aseverados que en algún momento nos va a llegar nuestro día.
El primer tema alude muy bien al nombre de la canción «Mellon Collie and the Infinite Sadness», esos pianos que entran no hacen más que evocar melancolía por todas partes y más aún cuando preceden a la notable ‘Tonight Tonight’, una hermosa balada que de alguna forma recrea parajes mentales muy emotivos, apoyada-como nunca en la historia de las calabazas- en una orquesta de 30 instrumentos de cuerda. Esta canción además editó un videoclip influenciado por el cine mudo de principios del siglo pasado, especificamente por la película Le Voyage Dans la Lune, que incluso tendría injerencia en el arte de la contraportada del disco.
Pero la furia ya empezaría a cobrar parte en este ambicioso asunto, la estrepitosa entrada de ‘Jelly Belly’, ya nos empieza a dar cuenta que este disco se movería en distintas direcciones, lleno de poderosos riffs y mostrando a un Jimmy Chamberlin muy eficiente y a la vez desquiziado en su ejecución de la batería.
Los riffs sabbathicos y una canción que marca este disco y más aún, la figura de este nuevo ícono del rock como lo es Billy Corgan sería ‘Zero’, el nombre de esta canción quedó plasmado en nuestras mentes recordando la aparición por primera vez de un Corgan totalmente calvo con una polera que mencionaba el título.
Un punto notable del disco y de la carrera de The Smashing Pumpkins llega con ‘Bullet With the Buterfly Wings’, es la canción que llegó a otorgarles todo tipo de elogios a los de Chicago, el arranque a capela con la frase ‘The World is a Vampire’ nos dejó a todos con la boca abierta y nos terminó por volar la cabeza con el explosivo coro y la fuerza desgarradora vocal de Corgan, junto con esas filosas guitarras proporcionadas por James Iha.
La sutileza de ‘To Forgive’ de alguna forma nos indica que algo drástico se viene, y se trata de ‘Fuck You (An Ode to No One)’, con un riff pegadizo al principio pero que nuevamente revienta sus olas musicales en los «coros», la guitarra de Iha no sabe de límites de retornos y feedbacks sobre todo en la parte final.
Las incursiones con la electrónica también se harían presentes acá, en ‘Love’ por ejemplo aunque acá con un peso muy particular en la guitarra mezclado dándole matices espaciales a la canción.
El efecto onírico a cada momento se hace presente, unas arpas tocadas como por querubines da la impresión que suenan en ‘Cupid de Locke’, la misma sensación de vuelo evoca ‘Galapogos’; en ‘Muzzle’ vuelven las devastadoras guitarras de Iha para un tema que suena casi como un emblema.
Para el final de este disco se guardan una belleza como ‘Porcelina of the Vast Oceans’, que entra muy calma pero que -nuevamente-explota con las guitarras y el peso sabbathico, en una media que se da en muchas canciones. La ley del «loud-quiet-loud» reflejándose en su más pura expresión, pero en este caso no a lo Pixies ni Nirvana, sino que simplemente a lo Smashing Pumpkins. El aporte de Iha en composición con ‘Take me Down’ cierra esta primera entrega de estas dos maravillas que componen esta ambiciosa placa doble.
Disco 2 : Twilight to Starlight
La apertura del disco dos no iba a ser tan sutil como en el primero, es más, es una de las canciones más oscuras del álbum; ‘Where the Boys Fear to Tread’ entra con unos riffs pesadísimos que juegan con la batería de Chamberlin para darle paso a una estridente y sensual melodía y un extraño groove casi al borde de lo sicodélico; luego en ‘Bodies’ la cosa se descuadra: una canción que ya se la hubiesen querido los mismos Deftones, de hecho, juega mucho con las tan mentadas murallas de guitarras que hace Stephen Carpenter en la banda californiana.
Muy garagienta suena ‘Tales of a Scorched Earth’ y una distorsión para la voz de Corgan al borde de lo extremo, se deja caer por su propio peso, literalmente, tan fuerte que nos puede traer a memoria cosas de los noruegos de Hüsker Du por ejemplo. Seguida de ese bombazo entra ‘Thru the Eyes of Ruby’, una powerballad de aquellas, muy elaborada, con más de setenta pistas de guitarra para su realización, lo cual se ve completamente reflejado en el óptimo resultado para otra de las canciones de tono emblemático del disco.
Lo interesante del disco y contextualizándonos un poco en la época es el peso del riff y como se jugó con éste, el ingenio estuvo de sobra al momento de usar los riffs, entremezclarlos, provocar secciones eufóricas y catalizarlo en diversas sensaciones, en ‘XYU’ queda el claro ejemplo de aquello, los riffs andan por doquier y se cruzan con una energía muy poderosa y vital hasta que llega el momento de los gritos más desaforados de parte de Corgan que culminan una de las canciones más brutales del álbum.
Después de ese poderío y derroche de energía necesitábamos algo más ralentizado y con ‘We Only Come out at Night’ y ‘Beautiful’ tenemos bastante de eso, en esta última hasta con un MIDI utilizado para complementar más matices sonoros.
La senda sigue en ese camino llegando hacia el ocaso del disco con la ternura de ‘Lily’ (My One and Lonely)’ y ‘By Starlight’ donde toda esta especie de creación onírica de esta última parte tiene una suerte de ciclo aparte para su culminación.
‘Farewell and Goodnight’ cierra todo, una canción compuesta en conjunto entre Corgan e Iha basada principalmente en sus acústicas guitarras y donde todos los integrantes del grupo cantan dando una especie de despedida teatral a esta gran obra.
Pueden haber opiniones divididas entre cual es el mejor disco de The Smashing Pumpkins, lo que sí es innegable es la cantidad de buenas canciones que se pudieron extraer del disco, el peso nunca antes visto, la oscuridad y la euforia acá se ven reflejadas con creces, pero al mismo tiempo una delicadeza impecable, la emotividad y la melancolía juegan un papel primordial al redondear este concepto creado por la mano y obra principalmente de Billy Corgan.
Lamentablemente, de aquí en más Pumpkins tendría muchos aciertos pero nunca al nivel de este, y mucho que ver con eso tuvieron los problemas con drogas de sus integrantes y las desaveniencias que sucederían a futuro.
Mellon Collie and the Infinite Sadness logra algo al borde de lo épico ¿La comparación con «The Wall» de Pink Floyd? Una locura. Pero sí que marcó una etapa en un momento imprescindible dentro de la historia de los noventas y sí también que está dentro de los mejores discos dobles de todos los tiempos, de eso no hay duda.
Patricio Avendaño R.