Conciertos que hicieron historia: The Who – Live at Leeds (1970)
A finales de 1969, los Who se habían convertido en una máquina perfecta de rock en vivo. Por lo mismo, decidieron concebir la idea de editar un disco que resumiera sus presentaciones durante la extensa gira de ese año. Muchos conciertos habían sido grabados y fueron casi 80 horas de música las que recibió Pete Townshend, cifra que obligó a repensar el objetivo, concluyendo que la mejor solución era volver al escenario y grabar un show sólo para publicarlo como LP. Ninguna idea pudo haber sido mejor, porque el resultado fue el invaluable “Live at Leeds”, uno de los imprescindibles de toda la historia del rock al hablar de discos en formato “En Vivo”.
Los Who dieron dos conciertos; el primero, fue el 14 de febrero de 1970 en la Universidad de Leeds, y el otro fue al día siguiente, en Hull. Ambos fueron grabados pero el de Hull se descartó, ya que hubo problemas técnicos que no recogieron bien el sonido del bajo. Quedó, entonces, para la posteridad, el “Live at Leeds”. Ante dos mil estudiantes de la Universidad de Leeds, los Who se olvidaron de la exquisita precisión mostrada en “Tommy”, para desatar el fuego de las guitarras y sonar como bombas vigorosas, llenas de juventud rockera. En su versión original el disco dura poco más de 30 minutos y se compone de seis excelentes canciones (tres versiones y tres composiciones de Townshend) seleccionadas del repertorio original que se grabó del citado concierto. Ese setlist original incluía, además de “Tommy” completo, impresionantes versiones de clásicos de la banda, como “A Quick One”, “Tatoo” o “I Can’t Explain”.
Por tema, un rudo riff introduce “Young Man Blues”, potentísima versión del blues de Mose Allison, antes de que la poderosa voz de Daltrey introduzca soberbios pasajes instrumentales del trío Moon-Entwistle-Townshend. El bajo hace un crudo trabajo, sosteniendo el tema y empujando al auditor a menear su cabeza sin parar. Más de alguien creyó que eran los Zeppelin en su plenitud, pero eran unos asombrosos Who. “Substitute” es arrolladora; el dúo Moon-Entwistle lo dio todo para dar buen soporte a una versión muchísimo más briosa que la original. Y aunque hay más tranquilidad y un ritmo que da la impresión de una baja de revoluciones, aún así, a Moon le cuesta contenerse durante su interpretación, llena de alegría, la que demostraba que Woodstock, “Tommy”, la fiesta, la droga etc tenían a la banda por las nubes, rocanrolenado al máximo, sacando hasta la última gota de este fruto que, muy pronto, daría paso a la era progresiva. El disco sigue con la versión de “Sumertime Blues”, donde logran un sonido descollante. Los Who te meten en una verdadera furia bluesera gracias a guitarras melódicas pero muy poderosas. Así llegamos a una genialidad como “Shakin’ All Over”, la que adquiere una dimensión absolutamente distinta en manos de The Who.
Enorme trabajo de Pete a la guitarra (en la parte final sobre todo) y la base rítmica de Daltrey es potentísima; la voz desgarrada también le aporta otro tono y la vuelve especial. La sección final del tema es de lo mejor en cuanto a producción musical. “My Generation” son 14 minutos de absoluto disfrute. Con fragmentos de “See Me Feel Me”, “Listening to You” y “Sparks” incluidos en la canción más un Pete estelar, la canción te deja atónito porque el virtuosismo se impone. Y qué decir de la base rítmica de John y Keith, que la vuelven una vibrante interpretación, con formas muy Hendrix, que se aceleran y desaceleran mientras le siguen el paso a una endemoniada línea de guitarra. Los riffs cortos de Pete se unen a las claves de Keith y el ritmo va en un in crescendo intenso a cada segundo, hasta explotar en la mejor versión de “Magic Bus” que se ha escuchado. Casi 8 minutos de excelencia para un tema festivalero y que inicia su progresión hasta convertirse en una nueva demostración de fiereza instrumental. El uso de la armónica araña los riffs hasta hacerlos sangrar, mientras el bajo te aprisiona con su rasgueo maravilloso, que combinado con la voz de Daltrey, da paso a la furia de una banda en estado pleno. Reitero que el momento en que entra la armónica de Roger es para estudiarla en una Universidad. Sin palabras.
“Live at Leeds” es espectacular, crudo, impertinente, imprescindible. Townshend y compañía volvieron por sus fueros, tras las genialidades de “Tommy”, mientras la crítica se rindió a sus pies y ubicó el disco, hasta hoy, como un fijo en todos los podios de los mejores “Live”. La portada es un diseño semejante al de los discos piratas de esa época: un cartón o funda café en la que solo se leía el nombre de la banda y el título del disco sobreimpreso en negro, azul o rojo. Eso bastó, porque lo que había dentro de esa cubierta eran unos nuevos Who, brutales en directo y que amanecían a un nuevo mundo.