Thy art is murder en Chile: Un descenso al abismo

En una noche espesa y condensada por el chirriante sonido de guitarras y rugidos instrumentales se presentaron en el Teatro Teletón los australianos de Thy Art is Murder, una banda con una sólida trayectoria en el deathcore que data desde 2006. Si bien el show estaba contemplado para ser una presentación junto a los estadounidenses de Whitechapel, quienes cancelaron recientemente toda su gira debido a problemas de salud mental del vocalista Phil Bozeman, eso no impidió que los decibeles llegasen a la potencia exigida y prendieron a todo el teatro que obedeció a las demandas de Tyler Miller (voz) quien pedía circle pits desde el minuto en que salió a escena.

El show fue precedido por los chilenos de Before Breathing que iniciaron a las 20:00 horas con su propuesta que fusiona el deathcore y el metalcore, el grupo se encargó de encender a los presentes que poco a poco iban llegando al lugar, desatando los primeros mosh-pit en el recinto, pues los fanáticos que esperaban al acto principal demostraron todo su apoyo a los locales quienes dejaron el escenario entre ovaciones y gritos de apoyo. Más tarde, pasadas las 20:40 fue el turno de la banda de metal Loud, con un metal progresivo que junta lo mejor del género con elementos metalcore, desplegaron todo el peso de su identidad propia, con el mejor de los recibimientos, pues ya son bastante conocidos dentro de la escena metalera del país.

Y contando las 21:30 horas el local se llenó de headbangs y gritos, Destroyer of dreams resonó en todos lados, en un momento de liberación pura, un descenso al abismo en un océano de blast beats y riffs que rugieron en conjunto con los guturales bien ejecutados de Tyler, quien supo dirigir desde el primer momento la violencia de breakdowns que pusieron a los fans a entregarse a la multitud en una descarga casi purificador. El público lo entendió perfectamente, pues los puños se elevaban, la multitud ardía junto al grupo y «Blood Throne», «Death Squad Anthem» y «Make America Hate Again» irrumpieron con tanta fuerza que solo se podían observar cuerpos haciendo el crowd surfing y masas de personas en un improvisado Wall of death.

Sin duda caótico lo vivido anoche en Santiago, con el eco resonando aún y la adrenalina a tope, es difícil expresar la magnitud de la vivencia, simplemente se puede reducir a un momento de comunicación y expresión, donde emociones como la ira, el odio, y su catártica expresión, nos da la certeza de que la oscuridad no se evita, se enfrenta, se saca afuera, de forma cruda y visceral, y el poder curativo de la música, nos recuerda que la liberación, los procesos de sanar y de soltar también pueden llevar una musicalidad extrema.