Tiny Fest Día 1: III Puñales, la astucia de CAF y el virtuosismo gravitante de Yussef Dayes
El primer día del Tiny Fest este 12 de noviembre en el Teatro La Cúpula fue una jornada de mucha fraternidad. Un especial para melómanos amantes del jazz y los sonidos alternativos.
Fotos: Javiera Villaseca
El inicio corrió por cuenta de III Puñales, trío chileno que demostró porque merecía un lugar en este festival. Con una formación inusual desde lo musical, III Puñales se conforma por Rodrigo Castro en la voz y trompeta, Moisés Orellana en el trombón, ocarina, teclado y coros y Pablo Padilla, encargado de los beats, sintetizador y coros igualmente.
Una propuesta en sintonía con lo ecléctico y vanguardista del festival; III Puñales inauguró la fiesta a eso de las 19.30 con canciones que navegan por los terrenos del jazz, la electrónica, el soul y el hip hop. No solo las rimas de Rodrigo Castro son audaces, también lo es la instrumentación en los bronces con la trompeta y el trombón como vehículos melódicos que intencionan los motivos de cada canción. Todo soportado por los beats y sintetizadores. III Puñales se la juega de lleno con la experimentación musical y de aquella rara simbiosis de instrumentos y formas de cantar se atestigua una inquietud por cantar sobre problemáticas sociales de nuestro tiempo y por tener una perspectiva personal definida sobre la vida. Destacó la interpretación de sus temas “Fuego” y “Sangre”. Un proyecto interesante que no le teme al juego de las rimas y a la experimentación sonora.
Con más público en el Teatro La Cúpula a eso de las 20.32 horas fue el turno de Como Asesinar a Felipes de salir al escenario. Una banda querida y reconocida en el circuito nacional del jazz y la vanguardia. Los Felipes reflejan madurez, actitud y cercanía con su público. El cantante Koala Contreras coqueteó constantemente con los presentes entre sonrisas y una personalidad relajada.
En esta ocasión la puesta en escena se simplificó desde el ritmo. El baterista Felipe Salas prescindió de su clásico instrumento y por esta vez se abocó a la percusión de su caja de ritmos donde pudo lograr beats ácidos y profundos. Igualmente, el sonido Cristián Gallardo con su saxofón y flauta traversa con efectos de sonidos electrónicos marcaron la pauta para un sonido que se sintió extravagante y que fue capaz de dejar en trance a los presentes.
El juego de luces fue de gran importancia en el crimen cometido por los Felipes, ya que el uso de luces estroboscópicas a ratos, el uso de luces tenues en otros momentos y la lentitud de los focos ayudaron a crear momentos lisérgicos y espaciales que se potenciaron con los ritmos, mezclas y rimas de una banda experimentada que a estas alturas ya demuestra recorrido y solidez sobre el escenario.
Aunque las frecuencias graves llegaban a sentirse saturadas y absorbentes, la presencia de CAF amenizó a un público que no paró de llegar hasta llenar toda La Cúpula en espera del gran número de la noche. Entusiasmados, la banda tuvo que ser avisada para cerrar su espectáculo en el tiempo acordado. Tiempo que se sintió veloz hasta las 21.30; momento en que comenzaron las carreras de los roadies para desmontar y reordenar el escenario para el artista principal del día uno.
Se vivió una media hora de espera entre el final de CAF y el comienzo de Yussef; momento donde se pudo sentir la ansiedad y buena vibra del ambiente. Una ansiedad que se reflejó en gritos de apoyo, conversaciones entre el público y aplausos esporádicos de aliento.
Cercano a las 22.05 Yussef Dayes salió a escena con un poncho puesto que, según él, fue adquirido en San Pedro de Atacama previo a su arribo a Santiago. Junto a Yussef, su banda está compuesta del bajista Rocco Palladino, Venna como saxofonista y Elijah Fox en teclado y sintetizadores.
Una banda que de principio a fin se sintió fuerte a pesar del bajo volumen del saxofón al comienzo de la presentación. El propio baterista mencionó en ciertas pausas lo encantado que quedó con los paisajes y geografía del país, ya que también visitó en el sur el Volcán Osorno y el Parque Vicente Pérez Rosales.
Yussef Dayes tiene una perspectiva sana y espiritual de la vida. Cree en la potencial relación entre el ser humano y la naturaleza. Eso se refleja en su música en cierta medida donde las armonías buscan un estado de reposo, reflexión y relajo. El uso de sonidos etéreos y espaciales en sus composiciones a cargo de los teclados y el saxofón crean momentos verdaderamente mágicos. Un Teatro La Cúpula repleto siguió cada una de las canciones del baterista con especial atención y admiración.
En un solo de batería a mitad de su show, el inglés fue capaz de interactuar con el público a partir de la repetición de ritmos a modo de llamada mientras el público repetía y daba respuesta con sus palmas con el mismo ritmo en cuestión de segundos. También se dio el gusto de interpretar un solo de kalimba, un pequeño instrumento de percusión que se toca con los pulgares y cuya lógica es parecida al xilófono. La relación que formó el artista con su público fue de plena complicidad y cariño. Existió durante toda la presentación un respeto mutuo de Yussef hacia el público y viceversa.
El show también hizo brillar a cada uno de los músicos con solos breves de bajo, teclado y saxofón. La muestra de talento y virtuosismo musical que se vivió sobre el escenario tenían al público con una energía y respuesta desbordante. Los gritos de admiración después de cada canción no se hacían esperar y los aplausos inundaban el lugar en cada pausa.
Yussef Dayes nos regaló la interpretación de sus más elogiados éxitos de su álbum “Black Classical Music”, tales como “Tioga Pass” y “Gelato”, por ejemplo. En la interpretación de esta última las percusiones de Yussef tenían encantado a un público que lo disfruto con baile, gritos y una comunión total hacia lo que sucedía en el escenario. Un setlist variado y de memoria, ya que la banda no utilizó los típicos setlist con el que se apoyan sobre la tarima.
Sin lugar a dudas el momento de mayor júbilo y fiesta se dio con la interpretación de “Chasing The Drum”. Además de elevar el show con su solo de batería, las dinámicas y complejos pasajes en la tambores de esta canción sorprendieron y dejaron en éxtasis a un público que lo vivió con intensidad.
Hacía el final del concierto Yussef se dio el tiempo de saludar a la primera fila del público estirando sus propias manos, recibiendo incluso un par de regalos. Junto a los agradecimientos realizados en su show, Yussef reflejó una alegría genuina por estar en el país. Lo reflejó en su mención a su estancia en el sur y el norte, así como en las repetidas intervenciones con el micrófono a lo largo del show. La primera presentación de Yussef Dayes fue a lleno total en el Teatro La Cúpula. Un show mágico cuyo jazz les hizo experimentar al público verdaderos momentos de trance y comunión.