Tiny Fest Día 2: Lo sensorial de Delight Lab, el noise progresivo de Sistemas Inestables y la fiesta de cierre a cargo de BadBadNotGood
El segundo día del Tiny Fest guardó sorpresas y una verdadera fiesta este 13 de noviembre en el Teatro La Cúpula. Brindó espectáculo el proyecto Delight Lab, Sistemas Inestables y BadBadNotGood.
El segundo día y cierre de este festival experimental comenzó con un leve retraso en su itinerario. A eso de las 19.45 las puertas del teatro se abrieron. Los primeros asistentes tuvieron que rodear el centro del interior del recinto, ya que justamente el espacio estaba siendo ocupado por el proyecto Delight Lab, conformado por los hermanos Octavio y Andrea Gana. La propuesta juega con la proyección de luces a través de los sonidos. Gracias a la infinidad de opciones sonoras de los sintetizadores, estos hermanos presentaron un verdadero concierto audiovisual.
Esto porque a través de la reverberación y frecuencias de los teclados se le fue dando dirección y forma a la proyección de luces láser hacia la cúpula del teatro. Según como se tocaban las teclas se proyectaban láseres por todo el interior de la cúpula. Una experiencia que tuvo la atención y mirada de todos los presentes. Incluso las luces revolotearon ante la percusión de un gong por parte de Andrea Gana. A eso de las 20.20 el espectáculo lumínico se dio por terminado.
Aproximadamente a las 20.35 horas comenzó la presentación de Sistemas Inestables. Trío nacional que impresionó a los asistentes con su propuesta instrumental de tintes progresivos cuyo sonido surge de la batería, sintetizadores, cajas de ritmo y el acompañamiento del bajo y la guitarra a ratos. La música de Sistemas Inestables es reverberante y profunda; elemento que contrasta con una puesta en escena minimalista.
Con José Tomás Molina como uno de los encargados del sintetizador y efectos varios, su posicionamiento cercano a la batería de Javier Hechenleitner sobre el escenario le da la espalda al público. Incluso José Tomás toma a ratos las baquetas para compartir las percusiones con su colega, lo que da como resultado una vibración oscura y potente sobre el escenario. Todo mientras Santiago Corvalán se preocupa del bajo y de otra serie de teclas destinadas a propiciar efectos y vibraciones altisonantes. Una operación que musicalmente atrapa al oyente, lo invita a diseccionar aquello que ocurre en el escenario. Sistemas Inestables desafía las formas convencionales de la música y representa un desafío lleno de beats incesantes y capas de sonido densas que recuerdan al noise y al krautrock. Dentro de lo que significó el Tiny Fest, Sistemas Inestables se anota como la experiencia con más personalidad desde lo vanguardista. Un trío que no le teme a la experimentación, al ruido vibrante y al desafío que supone navegar por aguas tan densas.
Un show que terminó a eso de las 21.38 con los integrantes desarmando sus instrumentos y regándolos por todo el escenario, lo que impresionó a un público de mirada desconcertada. Toda esa profundidad sonora fue diluida poco a poco hasta ser una escuálida masa psicodélica temblorosa.
El festival continúo hacia su recta final con la presentación del plato fuerte de la noche. Los canadienses de BadBadNotGood pisaron el escenario pasada las 22.00 horas con La Cúpula llena y expectante.
Los canadienses despliegan un gran telón blanco sobre el escenario y detrás de sus instrumentos. Un telón donde se proyectan diversas imágenes caleidoscópicas, manchas, laberintos, paisajes naturales y urbanos. Una apuesta visual psicodélica que potencia los ritmos y las melodías. Un espectáculo visual y sonoro en su conjunto que ya es una firma por parte de esta banda en sus presentaciones en vivo.
A ratos, el escenario quedaba en negro solo con los músicos ejecutando sus instrumentos. Otras tantas, las luces proyectadas inundaban el escenario. Una experiencia lisérgica cargada a la dopamina y al trance musical. La presentación se enmarcó en la promoción de su más reciente álbum “Mid Spiral” (2024), del cual interpretaron todos sus temas en diversos momentos del show, así como el comienzo frenético con “Eyes On Me”. Experiencia que fue seguida de “Take Me With You” y “Weird & Wonderful”.
La actitud y pauta que la banda maneja sobre el escenario es labor del baterista Alexander Sowinski, quien es el que habla con el público, le pide las palmas, lo saluda y marca los momentos y ánimos durante el show.
El público acogió de manera estruendosa la música de los norteamericanos. Fueron repetidas las veces en que luego de alguna canción se coreó “Olé, olé olé, olé, BadBad, NotGood”. Vítores que fueron siempre respondidos por la banda con sus instrumentos. En ese sentido el concierto no paró de crecer en entusiasmo y complicidad.
La banda no paró de romper esquemas sobre la tarima; existió un solo de trompeta, el percusionista a cargo de las congas a ratos usaba un triángulo para acentuar los ritmos e incluso en un momento tomó un par de baquetas para compartir la batería con Sowinski. Esta sinergia rítmica entre la batería y las congas funcionan como un ariete rítmico que es punzante, enérgico y audaz. Una plétora de golpes que acolchonan la locura melódica del teclado y el saxo. Las capas sonoras de los norteamericanos manipulan al oyente, lo agasajan y lo vuelven a atrapar.
Chester Hansen, el bajista, también tuvo sus propios minutos para brillar con las cuatro cuerdas. Su solo fue coloreado por un efecto wah-wah que no hizo más impresionar y extasiar al público.
Otro momento musical encomiable fue la interpretación “Last Laugh”, donde la melodía de la guitarra funciona como un azuelo difícil de ignorar. La música de BadBadNotGood tiene esa motivación; atrapar y no soltar. Los músicos explotan estos motivos y transforman sus presentaciones en verdaderas fiestas del jazz. Expanden este género y aumentan sus posibilidades.
También se dieron el tiempo de brindar un solo de saxofón a cargo de Leland Whitty. Solo que funcionó como un interludio y pausa a un concierto que fue generoso en baile y locura. El público se lo disfrutó de principio a fin con delirio y saltos. Es más, uno de los momentos de mayor entusiasmo entre el público se dio hacia el final cuando interpretaron “The Chocolate Conquistadors”; tema que originalmente se hizo en colaboración con el rapero MF DOOM. De hecho, su icónica máscara fue proyectada en el telón de fondo del escenario. Antes de las últimas estrofas Alexander Sowinski le solicitó al público agacharse y volver a ponerse de pie cuando el compás estallase a su orden. Un momento de fiesta y complicidad total.
Así, BadBadNotGood se anota como una de las mejores presentaciones del año no solo por lo atrapante de su música, sino que también por su apuesta visual de ensueño y la energía que lograron generar entre el público. Su jazz se digiere y disfruta rápido gracias a la simbiosis que realizan con el hip hop, la electrónica y la psicodelia, mucha psicodelia. Un tipo de jazz menos cerebral para el oyente y que apunta al goce puro y duro.
En definitiva, Tiny Fest queda como una experiencia satisfactoria para fanáticos de la música que buscan y escudriñan más allá de los que ofrece el mainstream. Una instancia que apunta a los oídos curiosos e inquietos. La experiencia se potenció con la presencia audiovisual de DeLight Lab, así como la venta de merchandising de las bandas y otra serie de productos para generar un ambiente ameno al servicio de la música. Una experiencia íntima; de gran sonido y en un espacio adecuado en términos generales que se espera pueda tener más versiones en los años venideros.