Disco Inmortal: Tool – Ænima (1996)
Zoo Entertainment, 1996
Un disco que llegó en un momento preciso para el rock: en 1996, cuando ya la invasión de bandas denominadas para bien o mal «grunge» ya estaba decayendo y por otro lado el rock y el metal alternativo y las propuestas bastante respetables de cosas como The Smashing Pumpkins, Rage Against the Machine o Sepultura estaban dando bastante que hablar, aunque lo que sucedió con Tool y este «Aenima» fue determinante, ya que sacudió al mundo del rock alternativo para llevarlo a un nivel de complejidad, perfeccionismo e intelectualmente superior a todo lo impuesto por sus símiles de la época.
La incorporación en el bajo de Justin Chancellor fue vital para el desarrollo del álbum, la técnica que trajo consigo para ser partícipe en lo que la banda se propuso para esta aventura difícilmente lo hubiese podido obtener de Paul D’amour, su bajista anterior, quien de hecho abandonó al grupo por diferencias justamente artísticas, en pleno proceso de composición de este disco. Ya con Chancellor dentro del proceso de composición fluyó todo con más sentido de la dirección a la cual se quería llegar y el impresionante resultado a mediados de septiembre de 1996 estuvo a vista y escucha de todos.
Y quizá una de las tantas expresiones de arte que impactó fueron los alucinantes videoclips hechos por el propio guitarrista Adam Jones, quien siempre ha estado a cargo de la rama visual de la banda, aprovechando así su experiencia en cine y arte aprendidos junto a grandes como Steven Spielberg, con quien incluso trabajó en Hollywood.
El primer video y canción se trató de la polémica «Stinkfist» palabra compuesta la cual se acuñó como la representación de un puño teniendo sexo con alguna parte del cuerpo, lo cual MTV censuró en su momento inclusive cambiando su nombre por simplemente «track 1». El video nos mostraba siniestras imágenes de una especie de mutantes hechos de arena y que interactuaban con otros seres de una forma muy abstracta, la influencia de H.R. Giger, el brillante dibujante creador de Aliens está latente en muchas secuencias. Musicalmente la banda nos presentó acá sendas influencias del rock progresivo pero llevándolo a un plano de oscuridad, melancolía y técnica muy visionario y realmente innovador, la voz en distorsión de Maynard James Keenan y la presencia del bajo de Chancellor son otras características únicas que lograron dar una identidad brutal a Tool de aquí en adelante.
Pero sólo era el punto de partida de toda la experiencia que ofrece este disco, en ‘Eulogy’ los recursos incluso se iban a ampliar más, una obra de arte con todas sus letras que se nutre de minimalistas sonidos en su entrada y que va in crescendo pasando por exquisitos riffs y que ya para su clímax se convierte en una verdadera locura, y donde la rabia es transmitida en todo su esplendor. En «H.» resalta la dulzura y fuerza de la interpretación de Keenan y las atmósferas instrumentales le dan un sabor único y casi al borde de lo tribal.
La genial ‘Forty Six & Two» está dentro de las más aclamadas del álbum, Tool acá nuevamente jugando con las reglas de la biología humana, dando cuenta de los 46 y 2 cromosomas que representan un proceso evolutivo en el hombre todavía no alcanzado, considerando los 42 y 2 del hombre primitivo que luego derivó a los 44 y 2 de lo que somos ahora. Tal como en muchas canciones del disco Danny Carey acá se convierte en un monstruo de la batería, es simplemente impresionante la buena conjunción y el equilibrio y tecnicismo prácticamente perfectos entre batería, bajo y guitarra.
El agresivo monólogo de ‘Message to Harry Manback», lo cual se supone como mensaje de un invitado de piedra que estuvo en la casa de Keenan alguna vez, sirven de antesala para la alucinante entrada de guitarras y donde la furia se apodera de todo en ‘Hooker With a Penis’, la canción en su lírica es una fuerte crítica al consumismo, al igual que «Jimmy», que suena tras otra intro esta vez titulada ‘Intermission’ que parece sacada de algún videojuego, con una bonita melodía que es empatada por las guitarras densas de Jones y un bajo imponente al iniciar este tremendo tema.
Luego de «Die Eier Von Satan», la extraña receta de cocina recitada por una especie de líder fascista, llega uno o quizá el mejor momento de la placa con «Push It», un verdadero deleite de canción, sus casi diez minutos de duración se nos hacen pocos al ir descubriendo la cantidad de fórmulas, matices y sonidos envolventes al borde de lo sublime. La clave de Tool y que los hizo tan grandes están en composiciones como éstas, donde si bien se inspiran mucho en música de grandes del progresivo como Pink Floyd o Rush, su firma e identidad están todo el tiempo dándole una vuelta de tuerca a la música y a lo incursionado con estos estilos en el rock.
Para el tema que le da el nombre al disco también hay claros elogios, en «Aenima» y su contenido compuesto principalmente por la predicción de Edgar Cayce, «el profeta durmiente», quien decía que los estados de Los Angeles y Nueva York desaparecerían hundiéndose en el mar y también colgándose de la rutina de Bill Hicks, el irreverente y filosófico comediante y monologuista norteamericano al cual Tool admira muchísimo e incluso le dedicó este disco. Pero esto no diría mucho si no estuviera acompañado de una magistral pieza llena de originales inventos musicales revestida de efectos muy bien puestos en sus momentos más propicios, los susurros de la entrada con esos inolvidabbles riffs para darle paso a la marcha de un bajo- nuevamente preponderante de parte de Chancellor- para luego llegar al centro de la canción con una emocionante pieza melódica y de una paz post-caos que se transforma en algo simplemente conmovedor.
Para el final la vanguardia que quiere representar Tool está clara: los sonidos de iones o electrones chocando junto con otros de truenos y caos ambiental que fueron hechos con planchas de zinc sacudidas ya casi nos hacen despedirnos de esta maravilla de álbum, no sin antes invitarnos a escuchar a Bill Hicks, el inspirador en gran parte de este disco y todo el despliegue de técnica y entrega de un nivel abismante en «Third Eye», una de las composiciones más complejas históricamente de la banda y que a través de ella Tool nos trata de dejar un mensaje con respecto al tercer ojo, el cual a grandes rasgos trata de que su despertar otorga la evolución al hombre y el dominio del espíritu sobre la materia. Un tema que tan sólo analizarlo daría para unos cuantos párrafos.
Como podemos ver «Aenima» es un todo, poniendo en todos nuestros sentidos increíbles expresiones de arte. Hablábamos de que el disco es toda una experiencia y es muy cierto, una vez que lo escuchas y vas descubriendo el universo que nos ofrece desde distintas perspectivas tanto sonoras como intelectuales, hace que simplemente te caigas rendido a sus bondades.
Por otra parte musicalmente innovó en el estilo del metal alternativo al punto que su sonido fue muy reinterpretado por numerosas bandas de aquí hacia el futuro, aunque la grandeza de Tool ha sido tan potente, que casi ninguna banda ha logrado igualar y mucho menos superar lo que han hecho en esta materia los californianos.
Tool después de «Aenima» seguiría evolucionando y poniéndose aún más complejo, incursionando en las matemáticas avanzadas incluso con su otra gran obra maestra como «Lateralus», donde está basado en una idea muy interesante y completamente ambiciosa del espiral de Fibonacci, pero eso ya da para otro disco inmortal, lo que está claro es que Tool con este «Aenima» marcó claras pautas de la evolución del rock en el segundo lustro de los noventas y su calidad fue muy relevante para ponerlos en el sitial de honor de bandas del género, el cual mantienen intacto hasta el día de hoy, muy merecidamente.
Por Patricio Avendaño R.