Tool en Australia: Estos son los nuestros
El reporte desde Melbourne, Australia de nuestro colaborador Felipe Godoy
Rod Laver Arena, 23 de febrero de 2020.
El Rod Laver Arena estaba peligrosamente repleto cuando, a eso de las 20:45 y luego de que múltiples filamentos comenzaran a rodear por completo el escenario, Justin Chancellor, Adam Jones y Danny Carey salieran a tomar posición. Cuando comienzan a sonar los cristalinos golpes que dan inicio a ‘Fear inoculum’, nos queda clara la temática del show: defender en vivo el último disco, mundialmente aclamado por la prensa y los fanáticos. Debo reconocer que el exceso de hype que gira en torno a Tool y, especialmente, a “Fear Inoculum”, me hacía moderar mi emoción por la cita con una gota de escepticismo. Quiero ser claro al respecto: luego de las dos horas y media de concierto, salí con la sensación de haber estado en uno de los mejores conciertos de mi vida, y la inflación de expectativas que existe en nuestra generación sobre su pendiente paso por Chile, se justifica bastante. Ya volveré sobre eso.
Aparte de la música, estaban los muy llamativos contrapuntos visuales. Tool siempre ha tratado de descolocar proponiendo un aura de misticismo y misterio en torno a su música y su estética en general, al mismo tiempo que un singular sentido del humor que les entrega cierta sencillez. Confluyen las canciones formuladas usando patrones de Fibonacci y los símbolos ligados al ocultismo, con los chistes de Bill Hicks, el singular humor de Maynard James Keenan, y los disfraces de Dwight de The Office y guaguas gigantes en Halloween. Siendo una presentación como cualquier otra de la gira, esa disociación se notó en el escenario de Melbourne, y es tan disonante como atractiva. Así, vemos como Danny Carey se sube a su imponente sistema rítmico en 360°—que incluye una descomunal batería, sintetizadores, otros aparatos electrónicos y hasta un gong— usando el uniforme completo de Los Angeles Lakers. O la normalidad de Adam Jones, de escasos gestos y movimientos corporales al costado izquierdo, en jeans y polera blanca, marcando contraste con un escurridizo Maynard James Keenan, que para esta gira escogió un atuendo que lo asemeja a un Joker cyberpunk. Alternando entre dos plataformas a cada costado de la batería, el vocalista se mantiene sutil y en un perfil secundario la mayor parte del tiempo, pero a ratos le da por jugar, como cuando durante ‘Pneuma’ comienza a usar un amplificador como carrito en la parte baja del escenario, mosqueando incluso al incólume Jones, que pateó el aparato una vez que su compañero dejó de jugar con él. De hecho, al rato, los técnicos tuvieron que sacar el equipo del escenario. Con todo, la banda se las arregló para hacer atractivo el show desde lo visual sin exceso de parafernalia, con efectos austeros, pero cuidadosamente preparados, consistentes en una pantalla gigante al fondo (muy grande) y unos filamentos que permitían proyectar imágenes delante de la banda en algunas partes del concierto.
Aparte de la música, estaba el despliegue técnico. Además de shows de Paul McCartney, Roger Waters y King Crimson, no recuerdo haber estado en un concierto con un sonido tan perfecto, pulcro y potente a la vez. Aun cuando las guitarras de Adam Jones eran especialmente pesadas a ratos, y pese a que la batería de Carey ofrecía una treintena de sonidos distintos, la labor del equipo técnico de Tool nos permitió escuchar en cada momento cada instrumento con absoluta claridad, incluyendo la susurrante y fantasmagórica voz de Keenan y la profundidad del bajo de Chancellor. Y ojo que sonaron fuerte, muy fuerte.
Y ahí, entre todo eso, estaba la música. El setlist entregado por la banda en su gira mundial muestra solo un par de variaciones entre cada concierto. En el caso de la segunda noche en Melbourne, nos perdimos ‘The Patient’ y la vieja ‘Part of Me’ que fueron interpretadas el día anterior, pero ganamos en su lugar a la ondera ‘The Pot’ y la ganadora del Grammy ‘7empest’, que en vivo nos permite entender con más facilidad a los menos expertos en guitarra, por qué ha sido una de las performances más elogiadas de Adam Jones. El resto, un set invariante que además de dedicarle una hora a cinco de las siete composiciones de “Fear Inoculum”, ofrece un total de 14 canciones donde se hace espacio más o menos ecuánime a sus tres álbumes anteriores. En ‘Vicarious’, una de las canciones con contenido social más explícito en todo el repertorio de Tool, Maynard James Keenan usó un megáfono durante toda la canción. Decisión algo innecesaria, hizo que éste fuera el único momento en que el concierto viera mermada su calidad, provocando que la performance vocal perdiera potencia y claridad.
Especialmente durante las escogidas de “Aenima” (1996), el recinto se vino abajo. Las primeras notas de ‘Aenema’ emocionaron hasta al más duro, y el característico bajo y la pesada guitarra de ‘Forty Six & 2’ lograron que el bien comportado público australiano armara mosh entre los más cercanos al escenario. Durante ‘Stinkfist’, la del cierre, Keenan suspendió la estricta norma anti teléfonos móviles, y autorizó al público a grabar y sacar fotos por un rato. El huraño vocalista se fue a camarines apenas terminó, pero el resto de la banda se quedó recibiendo los aplausos, dejando claro que, detrás de toda esa aura grandilocuente, hay una banda que hace esto con cariño, que recibe el respeto y la emoción del público con gusto y respeto de vuelta. Después de todo, no es más que rocanrol.
Sabemos que en los años 60 y 70 se inventó prácticamente el diccionario completo del rock como lo conocemos. Huelga decir que Tool es una más de las bandas que heredaron todo ese legado que, en su caso, fue construido por las bandas del rock progresivo y el art rock. Pero tampoco nos perdamos, la expectativa que generan sus espaciados lanzamientos de discos, y su frustrante ausencia en los escenarios chilenos, no es porque sí. Para todos quienes no pudimos ver en su ápice creativo y performativo a los patronos del rock en los 70, aun tenemos héroes en la actualidad llamados y abocados a la noble tarea de hacernos sentir cosas similares. Las generaciones anteriores tuvieron a sus héroes, los más grandes que la historia del rock ha conocido, que también en su momento se rodearon de un aura mística e incluso conflictiva con sus audiencias debido a la histeria durante los conciertos. Nosotros tenemos a los nuestros. Tool, con su inefable despliegue y su exceso de respeto a la performance en vivo, parecen ser uno de los principales grupos de rock llamados a hacernos vivir, de forma tal vez vicaria, esas sensaciones. Ni más, ni menos que eso.
Por Felipe Godoy Ossa
Fotos: Felipe Godoy/Craig Johnstone-Stack Magazine/Rolling Stone Australia
Setlist
Fear Inoculum
Aenema
The Pot
Parabol
Parabola
Pneuma
Schism
Jambi
Vicarious
7empest
Forty Six & 2
Encore
Chocolate Chip Trip
Invincible
(-) Ions
Stinkfist