Un nuevo evento musical se anuncia la tarde de este jueves 22 de septiembre. Desde…
Trivium-Bring Me The Horizon en Teatro Caupolicán: Conciertos sempiternos
Con una jornada de Knotfest encima y aun tratando de recapitular eso, nos tocó la misión de nuevamente ir a la cancha, a los mosh y circle pits, a reportear dos conciertos sideshows simultáneos: Pantera/Sepultura y esta jornada con ribetes épicos en el Caupolicán; Trivium/ Bring Me The Horizon, dos bandas que crecieron mas o menos en la misma etapa, pero que con el tiempo distan bastante en sonido una de otra, pero que tienen en común mantener el metal en distintos matices arriba para la generación post-2000’s en adelante.
Matt Heafy es un jefe en su banda como cual Hetfield en Metallica y sabe manejarla muy bien y llevar eso al formato en vivo. Se sintió bien esta mezcla de groove metal y heavy con detalles algo épicos de los de Orlando, USA. El Teatro Caupolicán tiene esa vital característica de poder tener muy de cerca a tus ídolos y esas guitarras y el poder que emana de los insignes de Roadrunner Records lo dictó así.
Matt estaba muy, muy emocionado con la gente que fue a verlos anoche y, por supuesto, hizo mención por la cálida y masiva recepción que tuvieron en Knotfest el día anterior, y tocaron canciones pulverizadoras como In the Court of the Dragon y The Heart From Your Hate, ésta última con un pequeño incidente con una persona que necesita ayuda médica por lo cual hubo que reiniciarla. El resultado fue perfecto, incluso había gente que solo fue por los norteamericanos que hicieron un set preciso cerrando con ‘In Waves’ y dejando todo en llamas para lo que vendría.
BMTH
Este concierto era necesario. Acertadísimo programar un sideshow de los británicos que debemos decir están en un gran momento. Este claramente era un show para fans y los que estábamos en esa posición sabíamos que la banda se preocupa de darnos toda una experiencia. Algo futurista, conectada con esta era tan virtual y con algunos guiños al post humanismo, pero que no se queda en toda esa asombrosa puesta visual de pantallas con karaokes muy dinámicos y que nos iba dando señales, sino que en sonido prácticamente hizo explotar el teatro; y el público, vaya que respondió. BMTH dejó un poco de ser banda de adolescentes y ha crecido mucho con estas canciones que pueden abrazar los sintetizadores pero un metal tan fiero cuando se lo proponen. ‘Can You Feel My heart? ‘ era el inicio perfecto, porque mientras los corazones negros palpitaban en la pantalla gigante, lo mismo hacían los nuestros, la entrega era total.
‘Happy Song‘ es un obligado que siempre funciona impecable, pero ahora era aún más. De aquel disco del paraguas de 2015 («That’s the Spirit») no tuvimos solo ese regalo, sino que también la emotiva ‘Follow You’ donde Oliver Sykes, maestro de ceremonia y persona muy adorable para llevar adelante todo, pidió a los asistentes que que se subieran a los hombros de sus parejas para emocionar con la versión acústica de un show que fue mucho metal y ruido (en el buen sentido) todo el rato. ‘Drown’ también sonó atronadora en la parte final.
Hubo un circle pit constante, donde nos metimos sin dudar. «Mantra», «Shadow Moses», «Throne», «Obey» dejaron momentos brutalmente hermosos ahí en ese espacio de fraternidad violenta, porque era una catarsis bilateral, tanto de la banda, de los músicos, como de lo que pasaba orgánicamente en cancha con muchos celulares en alto, pero qué importaba. Parecía una especie de sueño todo y ese es el ambiente esperado y propiciado por BMTH que no tuvo mejor cabida que con sus fieles más comprometidos en este recinto.
Quizá la parte más honesta del show de BMTH no radica en la parafernalia ni el sonido, sino en que conecta muy bien con su gente porque es una banda que le canta a la angustia propia, un poco de aquella intrínseca depresión, apuntando a ayudarnos mutuamente y sentir que la salud mental nos toca a todas y todos. La rabia que emana de Oliver Sykes en sus desgarros vocales y en las guitarras de Lee Malia o esas percusiones y teclados cómplices entre Matt Nicholls o Jordan Fish están ahí para darle todo un propósito a una banda que parece cada vez más conectada con las realidades, pero al mismo tiempo suena muy completa/profesional en vivo y hace todo por y para su gente. Así da gusto.
Fotos por Jerrol Salas