La influencia de los genios de Birmingham ha quedado sentenciada infinidad de veces por las…
“Tyr”: Black Sabbath mirando hacia el Valhalla
I.R.S. Records, 1990
Tras la caótica etapa, de cambios de integrantes, sufrida por Black Sabbath; se pudieron afianzar con el muy alta factura Headless Cross (1989). Una alineación que incluía a, como siempre, Tony Iommi en guitarra; secundado por Tony Martin en voces, Cozy Powell y su implacable batería, y para la gira promocional se añadió en el bajo Neil Murray —estos últimos dos ex-Whitesnake. Y si antes optaron por lo diabólico, como nunca antes lo tuvieron, cortesía del paradigma del vocalista sobre la agrupación; la secuela se inclinó a la mitología nórdica, tópico esperable del género pero nunca tocado por los oriundos de Birmingham: Tyr, puesto en estanterías el 20 de agosto de 1990 —producido por la misma banda y cobijado en el pequeño sello I.R.S.
A pesar de llevar el nombre del dios de la guerra —hijo de Odín y Frigg; además de ser escrito con la tipografía de las runas salidas de la Piedra de Rök, no se trata de un disco conceptual. Tiene una pequeña base y orientación con la religión al norte de Europa, pero no es excluyente. Para botón de muestra está Feels Good to Me, único single promocional del trabajo: una power ballad que pudo haber sido sacada del Sunset Strip angelino, cuya vibra recuerda a lo ya hecho en el tema No Stranger to Love (1986) —época en que el micrófono estaba a cargo de Glenn Hughes.
Asimismo el potente doble bombo, dándole lugar a un filoso riff que marca uno de los puntos altos: Jerusalem —referenciando lo judeocristiano. Y que también guarda relación para la apertura encomendada al corte épico Anno Mundi —“en el año del mundo”; el calendario que indica cuándo fue creado, y cuyo inicio incluye armoniosos coros en latín. La única de esta colección que sobrevivió al recorrido promocional, regresando para algunos conciertos de la temporada 1994-95.
La presencia sombría y monolítica de The Sabbath Stones —título de por sí atrayente; la acelerada The Law Maker, y en contraparte el groove de Heaven in Black. Pero que el cuerpo central le corresponde a lo que nombra la entrega: primero con la instrumental The Battle of Tyr, de poco más un minuto de duración —muy apoyada en los teclados del sesionista Geoff Nicholls; que salta a la sentida Odin’s Court, y la última parte del arco quedándole a las altas revoluciones de Valhalla —y que uniéndose las tres, gracias a los puentes naturales que hay de por medio, pueden funcionar como una sola obra.
Álbum muy menospreciado por la crítica y con ventas paupérrimas, apuntando a que no se le encontraba mayor relación con lo anterior hecho por Black Sabbath —sin contar que el tour, por la poca demanda, sólo se mantuvo en Europa; siendo la primera vez en su carrera que no aterrizaron en Estados Unidos. Añadido a que después de ello la encarnación se desmanteló, en pos de la reunión con Ronnie James Dio (1991-92); pero que retomó todas sus partes una última vez, para el poco inspirado Forbidden (1995). Pero en lo que se refiere a Tyr, el paso del tiempo fue el que le hizo justicia; como un elemento de culto que se observa con nostalgia —sumado al factor de la muerte del baterista en 1998. Cual sea el ribete que haya tomado, es una producción maciza que mira a lo alto de un cielo cubierto por oscuras nubes; como las que adornan su portada.