Anthrax tenía el estilo, la fuerza, las guitarras y estaban parados en el momento preciso…
Un momento único del rock/pop chileno: Nadie y el disco ‘Ausencia’ (1987)
EMI Records, 1987
Hoy en día, Shía Arbulú enseña danza y escribe libros en Madrid. Muy poca gente debe saber que, hace más de 30 años, ella encabezó una aventura musical en un país muy lejano, dejando huellas en toda una generación. Era 1986 cuando, junto a sus hermanos Francisco y Sol, formó una banda que terminó siendo protagonista del llamado boom pop chileno, en una locura vertiginosa de solo dos años. Así de casual fue la historia del grupo Nadie.
Tras haberlos visto en festivales pequeños y en el programa Éxito, Carlos Fonseca los contactó y, en menos de dos meses, ya estaban en el estudio registrando su disco debut, Ausencia. El famoso mánager de Los Prisioneros buscaba dar otro paso en la escena musical chilena pero con un proyecto distinto, que tuviera un sonido más de vanguardia, inspirado en aquellos grupos new wave ingleses y de la movida española de ese momento (Radio Futura, La Unión y otras). En tan poco tiempo es difícil crear un producto que guste, sobre todo en esa época, donde las revistas y las radios estaban invadidas por la propuesta del rock argentino y, por otro lado, del metal estadounidense, el que se dejaba caer con fuerza en sus años más prolíficos. Sin embargo, Fonseca tenía en carpeta un par de demos y pensaba acompañarlos del talento de músicos excepcionales, como Rodrigo Aboitiz, Mauricio Guerrero, Sebastián Piga y otros, los que se acoplaron perfectamente a la vocalización alternada de los hermanos Arbulú. Armando ‘Pelao’ Figueroa en el bajo, y José Domingo ‘Chuma’ Cañas, en batería, completaron el quinteto que no demoraría en darse a conocer, gracias a la fórmula de singles pegadizos y recordables. En eso, colaboraron mucho ‘Creo que te quiero’ y ‘La moda mata’, canciones que pusieron a la banda en todas las programaciones radiales, en una difusión alimentada por lo curioso que resultaba escuchar un grupo musical con dos cantantes mujeres, en un medio masculinizado, las que, además, eran extranjeras. El primer tema es un happy pop ideal para abrir un disco de una banda desconocida y cuya edad promediaba apenas los 20 años, mientras que la segunda, tiene un aire más europeo y un tratamiento new wave del teclado, que dejaba mejor impresión.
Ausencia es un disco con toques sugestivos pero, en general, es simple y certero; está compuesto por canciones que equilibraban una alegría inocente con cierta melancolía, accesibles pero, a la vez, difíciles de dejar de escuchar. Fueron escritas, en mayoría, por los hermanos Chachi y Shía, los cuales se escuchaban con energía y con interpretaciones variadas, a pesar de su juventud. Las voces tenían un sello especial, no solamente por el acento, sino por las texturas y timbres; los tracks destacaban por tener distintos ambientes, como ‘Imaginación’ y ‘Estoy loca’, las que se sustentaban en esos juegos vocales y en letras alejadas de la política, mientras que ‘Ausencia’, la más potente y sofisticada, se quedó grabada en el oído de muchos gracias a excelentes toques de dark wave, teclados bien trabajados y una letra depresiva; es un single joya, oscura por esencia y muy potente en arreglos. Sin duda, una canción como ‘Ausencia’ es para que cualquier banda se sienta orgullosa, y si hubieran podido mirar al futuro, quizás era la semilla a seguir trabajando. Las melancólicas, casi road song, ‘Me moriré en el invierno’ y ‘No queda nada más’, cierran un disco que se las arregló para correr un poco el cerco y subir un peldaño dentro de esa alocada escena de la época.
Ausencia obtuvo disco de oro, tuvo una segunda edición donde se agregaron los temas ‘Bailando’ (un cover de los punk españoles Alaska, con una fabulosa interpretación de las Arbulú y el saxo bien aplicado) y ‘No me arrepiento’. Fue tanta la difusión de este debut, que el grupo consiguió ser invitado al Festival de Viña de 1988 confirmando sus logros, y visualizando un camino que se avizoraba pavimentado, con la discográfica pensando en una edición regional y con promoción por toda América Latina. Sin embargo, los miembros españoles regresaron a su país a los pocos meses, dejando el proyecto acabado y este único álbum como fotografía de ese inolvidable momento.