«Up the Bracket» de The Libertines: bocanada de aire fresco

«Up the Bracket» de The Libertines: bocanada de aire fresco

Antes de que la música y los nuevos artistas acostumbraran hacerse un éxito en Youtube o en alguna red social, era común que primero se conocieran entre ellos, músicos con intereses similares, para después formar una banda en la que los ensayos, la experimentación, las presentaciones en vivo, incluso los cambios de integrantes fueran parte del proceso que a mediano plazo les dotara de la calidad suficiente y una propuesta musical sólida para lograr la meta de firmar un contrato para grabar un disco y ser apoyados con la logística necesaria que les permitiera acceder a audiencias mayores para ofrecer su material y presentarse en conciertos más grandes, con mejor organización y desde luego, mayor inversión económica.

En esta dinámica funcionaba el mercado de Reino Unido, uno de los principales generadores de los mayores exponentes de la música popular en todo el mundo, y cuya tradición los convirtió en campo de cultivo de constantes vanguardias de grupos musicales expresando su talento para sorprender al mundo con proyectos frescos, que renovaran el sonido y le permitieran al rock, convertirse en un ser que mutaba, se adaptaba, evolucionaba para ser un registro distinto que reflejara el tipo de sociedad que retrataba.

Es aquí cuando aparece The Libertines, para retratar una sociedad convulsa, caótica, frenética y descontrolada de inicios de los dos miles, justo como ellos, que, aunque se conformaron desde 1997 (curiosamente el año en el que Oasis se cae de la cima con la publicación del criticado Be Here Now, por sobreproducido), su primer álbum Up the Bracket se publicó hasta 2002, con su propio sello de autenticidad, que podría ser señalado por todo, menos por sobreproducido.

Originarios de Londres, Carl Barât y Pete Doherty se encargaban de las guitarras y las vocales, además de que lideraban la banda y componían todas las canciones; John Hassall en el bajo y Gary Powell en la batería completaban la alineación. Con “Up the Bracket” enviaron un fuerte grito al mundo y se convirtieron en los abanderados británicos del renacimiento del garage rock y post punk revival, el sonido que rápidamente llenó el vacío en la escena Indie cuando el brit pop perdió su brillo y empezaba a sonar cansado y repetitivo.

El sonido fresco de Up the Bracket sorprendió a propios y extraños, desde su lanzamiento, el 14 de octubre de 2002, además de su actitud de estrellas de Rock con una descarada y retadora actitud punk, sobre todo de parte de sus dos líderes, que lamentablemente no escapaban de los excesos en el consumo de drogas, desgracia que les acompañó toda esa primera parte de su carrera y fue el motivo de las peleas y desacuerdos que tristemente los llevaron a una pronta disolución.

Arrancamos con “Vertigo”, la pista que abre esta obra; desde el inicio se escucha una banda segura, ya no estaban jugando a descubrir su estilo, tampoco de imitar a nadie. La producción de Mick Jones, ex guitarrista y cantante de the Clash es absolutamente limpia y mantiene la energía a tope durante todo el álbum. Inmediatamente después, entra, sin tocar la puerta “Death on the Stairs”, durante sus escasos tres minutos con veinticinco segundos mantiene un ritmo emocionante de punk, que contrasta y armoniza perfectamente con las guitarras en una interesante combinación de melodía al estilo inglés, y la magnífica letra, confusa, propia de un poeta, que según se dice, se trató de una historia inspirada en un poema de Samuel Taylor Coleridge, escrito bajo los efectos del opio.

 

Para continuar en lo que parece una carrera de canciones formidables, ataca con todo “Horrorshow”, un acelerado post punk, que si a una simple escucha se pudiera escapar, se trata de una pieza repleta de detalles y adornos, en los que intervienen breves silencios en medio de los compases, que se combinan con la letra rápida y divertida que aparentemente narra un encuentro romántico, el cual compara con un “Show del horror”. Algo desagradable para describirlo de una forma clara, es por eso que mejor hace alusión a comparaciones metafóricas.

Si algo pudiera mejorar este Up the Bracket, es la inclusión de piezas como “Time for Heroes”; fue un sencillo al que también le hicieron un video que presentaba a la banda en diferentes momentos, incluyendo algunas tomas de ellos en vivo. Pero más allá del video le da una frescura al álbum al disminuir la velocidad y regalar una melodía que muestra la versatilidad y madurez que The Libertines tenían desde el primer disco.

Personalmente “Boys in the Band” siempre la he considerado como una de mis favoritas, por la forma en la que crearon unas capas vocales para el coro, en donde dos voces se contestan utilizando una métrica distinta que parece un contra punto que amalgama perfectamente con el resto de la música; la letra hace alusión al consumo de sustancias. Llegando a la mitad del disco, también llegamos a un tema que podría estar de relleno, “Radio America” no ofrece nada particularmente notable, salvo quizá, que hubiera sido incluida para reforzar la idea de la sencillez y lo directo de su propuesto, pero en realidad considero que no hacía falta; aún así, el ritmo del disco no se desestabiliza demasiado.

Continúa el desfile de buenos temas, nada menos que con “Up the Bracket”, sencillo que los dio a conocer y desde el inicio fue bien recibido, una vez más hacen notar que aunque su debut se dio hasta 2002, The Libertines eran una banda madura, que llevaba cinco años trabajando en los tracks que integrarían esta producción, y por tal motivo se escuchan seguros y con una idea totalmente definida del camino de su música.

Una canción que resalta por su sutiliza y capas melódicas es “Tell the King”, un track exquisito que parece que mezclara el teciopelo con el fuego, gracias a las voces y las guitarras, que contrastan de una forma mágica con la batería y el bajo, siempre como caballos de carreras en un armonioso galope. “The Boy Looked at Johnny”, el tema con el que continúa, sigue la línea; el detalle que le aporta su particularidad es el tono de las voces, se escucha agresivo y duro.

“Begging”, posee una intro de bajo y un pasaje musical un tanto caótico que sirve como cierre, una vez más dan muestra de que son una banda con un lenguaje rico en matices que sirven de recursos para ampliar la propuesta sonora. “The Good Old Days” prepara la salida, baja la velocidad, pero mantiene la energía fresca que se siente en todo el disco, una frescura honesta, simple y directa.

El disco cierra con “I Get Along” de una manera perfecta, un tema que deja claro que son los herederos de cuatro décadas de bandas de enorme calidad, en el país en donde nació el rock and roll. Quedaba sobre sus hombros toda esa historia de héroes del género, que probablemente fue, a mediano plazo, lo mismo que les generó una presión con la que no quisieron lidiar.

Se sabe que el consumo de drogas de Pete Doherty fue lo que terminaría por ser el factor que debilitara la relación con la banda, su compromiso y finalmente llevara a una prematura ruptura. Desde la grabación de este Up the Bracket y las sucesivas actuaciones para la promoción del material, Pete metió el acelerador a su vida, pero eso será historia para que se discuta en otro momento.

Aquí lo que importa es que Up the Bracket, más allá de The Libertines significó un maravilloso trabajo discográfico, de lo mejor que hubo en la década del 2000, la muestra que de cada cuanto se agradece de que una banda de jóvenes como cualquiera, creara un estilo único, que renovara el corazón del Rock, reconociendo que no son quienes inventaron el género, pero supieron nutrirse perfectamente de toda esa influencia e histora. Fueron la voz de una generación que necesitaba representantes que llevaran la energía y ganas por vivir al máximo.

Con una herencia inmediata de My Bloody Valentine, The Stone Roses o poco más tarde los gigantes de Oasis, The Libertines grabaron su nombre en el mismo lienzo que regresó el indie a su origen simple. Quedarán los claroscuros que jugaron en contra de una gran promesa, pero la estafeta fue recogida por los Arctic Monkeys para dar continuidad a la que esperamos no sea la última expedición de una banda inglesa haciendo cosas verdaderamente interesantes y novedosas.

Por René Akbar Nájera 

Nacion Rock

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