Weezer en Chile: La venganza de los nerds
Más que un debut, lo de Weezer en Chile fue una demostración de buen sonido a estadio lleno. Los liderados por Rivers Cuomo se sintieron desde la primera canción como dueños de casa, haciendo una entrada triunfadora con los arpegios de “Buddy Holly” para que el Movistar Arena comenzara a moverse de lado a lado. Los estadounidenses congeniaron de inmediato con su fanaticada que los había esperado por largas décadas y el sonido de la canción del “Blue Album” fue un golpe de liderazgo y atrevimiento en recompensa por los años de aguardo.
Con “Beverly Hills” se supo que la noche estaría dominada por sus grandes éxitos, en donde Cuomo hizo varios solos cerca del público para hacerle saber que estaban para derrochar energía en una noche agradable en el reducto del Parque O’Higgins. Con un excelente sonido, otro de sus éxitos, sonó con magistralidad: “Island In The Sun” para agregar -con un buen español- un sincero “estamos felices de estar con ustedes. Somos Weezer”. La gente vibraba y muchos no se explicaban que lanzaran muchas canciones conocidas desde el principio. Rivers Cuomo junto a los suyos mira al horizonte cuando comenzaron a sonar los acordes de “Take On Me” de A-Ha, dejando el crédito para el cover de los noruegos a Brian Bell, quien hizo los sonidos de los sintetizadores tan característicos de este hit de los 80’.
Cuomo y Bell se subían a los altoparlantes. Jugaban. Se movían y miraban fijamente a los fanáticos de la primera fila que no bajaban sus celulares para disfrutar de un show que- con el correr de los minutos- sorprendía con la majestuosidad de sus integrantes en cada composición de su extensa carrera. Las admiraciones hacia las bandas que escucharon durante toda su vida debían ser como propias y se las ingeniaron muy bien para satisfacer a sus fanáticos con harto material de su LP de covers (Teal Album) sin demostrar que venían a Sudamérica a solo a realizar homenajes. “Happy Together” de The Turtles hizo tararear e incluso hasta bailar (apretados) a algunas parejas, para destruir ese momento romántico con “Longview” de Green Day.
Si bien el concierto era una suerte de recorrido a toda su discografía, fueron los covers los que sorprendieron a la concurrencia esta noche. Uno de los puntos altos fue “Lithium” de Nirvana como la antesala de un golpe magistral como es la multireconocida “Hash Pipe”, donde Cuomo y sus nerds hicieron gestos de tener grandes músculos. “My Name Is Jonas” es quizás de aquellas canciones que disfruta más el seguidor promedio de Weezer, pues es la que abre el trabajo debut de los de oriundos de Los Ángeles, California, cuando el mundo era dominado por la escena del grunge. “Solo quiero escuchar esa que hicieron Los Miserables (‘Chow Chow Sen’) y soy feliz”, dijo un asistente en referencia a “El Scorcho” que justamente fue una de las elegidas en este show. El primer ciclo de canciones se cerró con “Africa” de Toto y Rivers, finalizando la canción, lanzó una frase con tono sudamericano: “tiempo, tiempo, fin del partido”, demostrando que su fanatismo por el fútbol lo lleva a todos lados.
Desaparece el cuarteto por menos de dos minutos y vuelven, pero sin tocar sus instrumentos. Se reúnen en el centro del escenario y comenzaron a hacer una sesión a «capela» de “Buddy Holly”, conocida como “Barbershop Quarter versión” y que fue escuchada silenciosamente en todo el reducto. Cogen sus instrumentos y los focos se posaron rápidamente en Brian Bell que se las dio Ozzy Osbourne para interpretar su propia versión de “Paranoid” de Black Sabbath. 20 canciones habían pasado, la mayoría se desglosó entre el Blue Album y sus famosos covers, pero faltaba cerrar la noche con un himno: “Say It Ain’t So” y el Movistar cantó (gritó) lo que es una de las mejores composiciones del cuartero californiano.
Las banderas y camisetas de Chile cayeron al escenario para que Weezer posara con ellas. Se fotografiaron y agradecieron con aplausos a sus fans por la concurrencia, finalizando una noche en que demostraron que su música, nacida en una época donde las masas prefirieron sonidos de la vanguardia grunge, podían prevalecer sin temores durante décadas. La venganza de los nerds estaba consumada y cerraron un debut excelso en tierras nacionales con sus grandes éxitos.
Fotos: Jerrol Salas