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Wham!, el documental: amistad verdadera en tiempos de pop
A inicios de los ’80, cuando Inglaterra iba dejando atrás la estela de destrucción y fealdad del punk, dos jóvenes británicos decidieron tomar al mundo por sorpresa. Para Andrew Ridgeley y Georgios Panayiotou (George Michael), era un sueño el ser famosos a través de la música, amor que compartían desde los 11 años cuando se convirtieron en mejores amigos de la Bushey Meads High School, en Hertfordshire. De ese hilo se toma Chris Smith para ahondar en una carrera vertiginosa, que solo duró cuatro años y que lanzó al estrellato a uno de los más prolíficos compositores del siglo XX. La personalidad de George, sensual sobre el escenario, fue una de las claves para Wham!, llevando color a una época en la cual la industria musical funcionaba con parámetros diferentes a los de hoy y donde aparecer en el programa Top of the Pops simplemente definía una carrera. Y el dúo lo hizo sin mayor publicidad, solo con carisma y una mixtura entre rap, disco, pop y letras de crítica social contra el thatcherismo, ganándose un lugar en esta nueva escena a punta de buenos ritmos, pelo largo, color y sonrisas brillantes. Wham! quería pararse allí con una actitud que ya revelaba el discurso hedonista que asumirían con ‘Club Tropicana’, canción en la cual le gritaron al mundo que la emancipación no estaba en ninguna revolución antisistema, sino en Ibiza, el paraíso de los ricos y famosos. Esto daba cuenta del talento de George y Andrew para escribir, componer y producir, lo cual queda en evidencia durante el metraje pero, junto con esto, va develándose el mutuo apoyo que se prestaban dentro de esta vorágine.
El documental se encarga de recordar que en la época naciente de Wham! había mucha competencia en el pop: estaba Culture Club sonando con ‘Karma Chameleon’, Billy Joel con ‘Uptown Girl’, The Police con ‘Every Breath You Take’, David Bowie con ‘Let’s Dance’, Michael Jackson con ‘Billie Jean’, pesos pesados que exigían mucho a quienes quisieran disputar un espacio en las listas. ¿Cuál fue el aval del dúo?, el gancho que George imprimía en sus composiciones: ‘Wake Me Up Before You Go-Go’, ‘Careless Whisper’, ‘Freedom’ y varias más, tenían ese toque juvenil pletórico de libertad y sofisticación, lo que les abrió las puertas de Estados Unidos, Japón e incluso China, cuando el pop todavía era prohibitivo allí.
Dentro de los detalles sorprendentes que salen a la luz en este relato, está la historia de la mítica ‘Careless Whisper’, uno de los ‘lentos’ que el paso del tiempo no ha podido mancillar y que varias generaciones siguen adorando; es una canción que Wham! grabó en 1981, siendo aún adolescentes, y que guardaron hasta el momento oportuno; ese llegó cuando George, pensando ya en una carrera solista, resolvió grabarla con Jerry Wexler, el legendario productor de Aretha Franklin y Ray Charles, sin embargo, la versión no le agradó pues no tenía su vitalidad contagiante, por lo que George la rehizo haciéndose cargo de la producción y agregando el famoso saxo de Steve Gregory, uno de los rasgos característicos que la han vuelto inmortal. Esto es parte de la narrativa del documental en cuanto a mostrar a Michael siempre en control de sus creaciones, quedándose cada vez más horas en el estudio y comprendiendo mejor el funcionamiento de la industria que le esperaba con los brazos abiertos; y otro de los ganchos del relato serán las dudas de George sobre cómo transitar hacia el reconocimiento público de su homosexualidad.
Chris Smith se planteó el objetivo de responder estas preguntas a través de imágenes de archivo y entrevistas de audio con Andrew y George (con extractos de distintas entrevistas que otorgó durante su carrera). El resultado es un retrato optimista y afectuoso de dos niños que hicieron realidad un sueño común, apoyándose en cada paso y no dejando que la envidia o terceras personas cortaran el hilo que los unía desde la infancia; una de las partes más conmovedoras del film, pasa por la forma en la que Ridgeley va cediendo protagonismo y de, alguna manera, va impulsando la carrera solista de George, asumiendo que la disolución de Wham! era inevitable aunque estuvieran en un momento álgido. Michael, por su parte, cumplió su sueño de ser reconocido como compositor y eso se refleja en la emoción que le produjo haber recibido el Ivor Norvello siendo tan joven, lo cual fue otro indicador de que estaba listo para encumbrar el vuelo y dejar en el nido a quien había sido su fiel compañero de ruta. Finalmente, el documental se vivencia como una historia de amistad verdadera en medio del caos del pop juvenil y desenfrenado, haciendo que la trama se vuelva interesante y ágil incluso para quienes nunca fueron fans del dúo.
Obviamente queda la pregunta de si acaso no faltan piezas en esta historia, de si verdaderamente todo ocurrió tan limpio, sin peleas ni recriminaciones, aunque el razonamiento de Andrew Ridgeley parece tan sincero y generoso que, en una de esas, esa separación sí estuvo marcada por el cariño que, al parecer, sí se tuvieron.